La NBA ha vivido una serie de cambios durante los últimos años que han desembocado en una transformación radical en el estilo de juego. Se ha generalizado un sistema ofensivo en el que los jugadores deben cumplir básicamente con dos premisas: tener una gran movilidad que les permita rápidos desplazamientos por todo el campo y ser fiables en el tiro exterior. De este modo, como todos los jugadores son una amenaza desde la línea de tres y son capaces de jugar a gran velocidad, los espacios en ataque son mucho mayores y el equipo defensor no puede fijar a un pívot grande y tosco que cubra la zona, dado que tiene que salir a defender los tiros de su par.

Este estilo de juego, que ya se ha hecho predominante en otras competiciones como la Euroliga o los campeonatos internacionales de selecciones, ha modificado sustancialmente la posición de base. Esta modificación se ha visto favorecida por la llegada a la competición de nuevos “unos” que cumplen perfectamente con las nuevas características que exige el predominante estilo de juego de la NBA. De este modo, los bases de hoy en día ya no deben subir el balón, organizar el juego y buscar el pase decisivo que concluya la jugada con un tiro liberado. Por el contrario, son una pieza más del engranaje en un juego aposicional en el que las demarcaciones en pista han perdido su razón de ser, para dar lugar a un juego más imprevisible en el que todos los jugadores son capaces de realizar muchas funciones en pista.

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Desde Solobasket hemos planteado hacer una serie de artículos en los que repasamos la actualidad de cada una de las posiciones en la NBA, para evaluar la calidad de la misma y la pérdida y adquisición de funciones sobre el estilo de juego predominante.

Una generación inigualable

A pesar de que la comparación entre épocas es más complicada de lo que puede parecer, no nos tiramos demasiado a la piscina si afirmamos que vivimos una generación dorada en el puesto de base en la NBA. Las recientes selecciones para el All-Star así lo demuestran. En Nueva Orleans disputarán el partido siete bases: Stephen Curry y Russell Westbrook en la Conferencia Oeste y Kyrie Irving, John Wall, Kyle Lowry, Isaiah Tomas y Kemba Walker por la Conferencia Este. En otras palabras, 7 de los 24 mejores jugadores del mundo son bases. En cifras, un 29,16% de los jugadores. Además, debemos tener en cuenta que James Harden está haciendo las funciones de base en Houston y que Chris Paul, un fijo en la cita anual de las estrellas, no ha sido elegido debido a la lesión que le impedirá jugar a mediados de febrero.

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Para terminar con la cita que tendrá lugar en Luisiana, debemos afirmar que otros bases que están haciendo una gran temporada como Damian Lillard, Mike Conley o Dennis Schröder podrían haber sido elegidos. Este dato demuestra que estamos, sin lugar a dudas, ante una generación de bases NBA que será muy difícil de superar.

¿Qué hay detrás de una generación tan excepcional?

Como he comentado anteriormente, el juego ha cambiado. Los jugadores ya no se encasillan en una posición, de modo que ya no deben cumplir con unas ciertas funciones que son inherentes a la demarcación que ocupan. En este sentido, todos recordamos como era la NBA hace una década, en la que jugadores como Kobe Bryant o Allen Iverson eran los absolutos protagonistas sobre la cancha, ya que el uno contra uno (protagonizado por ellos) era la principal arma ofensiva.

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La diversificación de funciones ha provocado que los jugadores no solo deban mejorar en ataque, sino también en defensa. Actualmente, muchos equipos optan por las defensas individuales en las que los jugadores deben cambiar continuamente las asignaciones. De este modo, los bases, para poder defender a jugadores más altos y fuertes que ellos, han estado trabajando su físico hasta unos límites que no habíamos visto antes. Jugadores como Marcus Smart, George Hill, John Wall y especialmente Russell Westbrook disfrutan de una capacidad atlética que en décadas anteriores los veíamos normalmente en jugadores que ocupaban otras posiciones.

Como podemos ver, el estilo predominante está creando nuevos biotipos de jugadores, lo cual ha incluido a los bases.

El nuevo estilo de base en la NBA: el anotador

Esta generación de bases ha consolidado por fin el modelo de anotador por encima del de creador. Las razones de este cambio se han dado por varias razones. En primer lugar, la globalización de funciones en otras posiciones ha provocado una mejora sustancial en el pase. Ya no son solo los bases quienes deben tener una correcta habilidad en relación a la visión de juego, el pase o el bote. Los sistemas de juego cada vez utilizan más el pase, la circulación de balón, los bloqueos indirectos y los cortes, de modo que todos los jugadores en pista deben tener la suficiente visión de juego y habilidad en el pase para hacer llegar el balón al jugador mejor posicionado.

Como podemos ver, todos los jugadores ejercen, en mayor o menor medida, las funciones del base. Del mismo modo, el base cada vez ejerce con más asiduidad las labores de otras posiciones, en especial la anotación.

El número de bases anotadores ha crecido muchísimo en los últimos años. Tanto es así que la organización del juego y la generación de ventajas para sus compañeros ya no son la principal función para la mayoría de bases de la NBA. Esta tendencia, además, se ve incrementada en la mayoría de equipos punteros, así como de los bases que conforman sus plantillas. De los 7 bases que van a jugar el partido del All-Star, 3 de ellos no son el máximo asistente de su equipo. Hablamos de Irving, Curry y Walker. Algo que hace años era impensable. Sin embargo, Curry e Irving han llevado a sus equipos a las Finales de la NBA durante dos años consecutivos dejando la organización del ataque a otros jugadores como Draymond Green o LeBron James.

Por esa razón, los bases de la NBA protagonizan las estadísticas anotadoras. Los dos máximos anotadores de la NBA son bases (Westbrook y Thomas). El tercero de la lista ocupa la posición de base en muchos momentos (Harden). En el Top 10 tenemos a Damian Lillard y Stephen Curry y en el Top 20 a Irving, Lowry, Walker y Wall. Es decir, 5 bases en el Top 10 y 9 en el Top 20. La mitad de los máximos anotadores son bases. En definitiva, hoy en día son los bases quienes llevan el peso anotador de sus equipos, en lugar de encargarse de la distribución del balón y la generación de ventajas para sus compañeros.

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Una generación con mucho futuro

Quizá estemos ante la mejor generación de bases de la historia. Si eso es por sí mismo una grandísima noticia, no es la mejor de todas. La mayoría de las estrellas de la NBA en el puesto de “uno” son todavía jóvenes y les quedan varios años de gran nivel en sus piernas. Los 7 bases All-Star tienen menos de 30 años, excepto Lowry, que cumplirá 31 en marzo. Del resto de playmakers de gran nivel que pueblan la NBA, solo han entrado en decadencia jugadores como Tony Parker, Deron Williams o Rondo, cuyos años de gloria hace tiempo que pasaron.

Si a esta generación de jugadores todavía le quedan unos años para divertir al aficionado al baloncesto, existe otra gran camada de bases que llegará a la NBA en algunos años. El draft del año que viene se caracteriza por la calidad de sus bases. Lonzo Ball y Markelle Fultz se disputarán el número uno del draft, según la mayoría de analistas y otros bases como Dennis Smith, D’Arron Fox o el francés Ntilikina aparecen en los primeros puestos. Además, el draft de 2018 traerá, casi con toda probabilidad, a Luka Doncic a la NBA.

Con este panorama, solo nos queda disfrutar del gran momento que vive la NBA en la actualidad, cuyos principales protagonistas son los bases.