Pese a la derrota de anoche ante los Lakers, son uno de los equipos más en forma de la competición, tras un flojo inicio, y eso nos lleva a plantearnos cuál es el nivel real del equipo: ¿Son los Warriors mejor equipo que el año pasado? ¿Hasta dónde pueden llegar estos Warriors?

Andrés Monje: Desde la vuelta de Stephen Jackson al quinteto, el equipo de la Bahía sólo ha cedido dos derrotas en doce encuentros, y no es fruto de la casualidad. Los actuales Warriors recuerdan a los que protagonizaron el “cuento” del curso pasado, y son realmente peligrosos, tanto o más que antaño. Tras ese estilo marcado por la obsesión por la velocidad y el desenfado, el equipo de Nelson esconde una lectura defensiva – donde es fundamental el equilibrio que aporta Jackson- que supone toda una trampa mortal para cualquier tipo de rival. Y es que uno está condenado si le sigue el juego a estos Warriors, porque en esa “guerra de guerrillas” se desenvuelven a la perfección. Además, el puntual e inteligente uso de Biedrins hace que también tengan una referencia interior en su propia zona para cuando se necesite. Todo lo demás se resume en un Baron Davis sano, un Stephen Jackson cuerdo, y un estilo propio. Saben cómo ganarte, sabes que no puedes jugar a su ritmo… pero lo acabas haciendo. Es entonces cuando estás perdido. ¿Para cuánto dan esos argumentos? De momento, para que nos hagan disfrutar. Y estoy seguro que nadie querría jugar una eliminatoria contra ellos. No se vayan a contagiar de su ritmo… y vaya usted a saber qué pasará entonces.

Jaime Nóvoa : Esta temporada es la primera vez en muchos años que la típica ilusión de pretemporada que se respira en Oakland puede considerarse real y totalmente alcanzable.
El equipo es prácticamente el mismo que perdió contra Utah 4-2 el año pasado, pero con un punto más de conjunción y de madurez, que, en mi opinión, no resultan suficientes para aspirar a algo más o para dar la sensación de que lo del año pasado es fácilmente superable. ¿Pequeños pasos en una buena dirección? Puede ser, pero sinceramente y salvo una evolución repentina e impresionante de los jóvenes del equipo, no creo que las aspiraciones puedan ser mayores. Eso sí, ojito en Abril, porque es el típico equipo que en siete partidos te puede echar todo a perder

Meej: La respuesta corta sería que no, ya que siguen sólo marginalmente por encima del 50% de victorias y se limitan a ganar a los débiles y perder con los fuertes como si Nelson hubiera invertido su etapa con Robin Hood. Pero los números muestran que han aumentado su ritmo de juego (casi 5 tiros más por partido) y tienen un diferencial de puntos anotados/recibidos de +2.2 cuando el año pasado era ligeramente negativo – a pesar de la marcha de Richardson y la ausencia de Jackson muchos partidos. Han empeorado sus porcentajes de acierto, pero aún así se han distanciado de los rivales. Una vez más, para ganarles a los Warriors hay que correr y tener hombres altos atléticos que castiguen su endeblez en la pintura, pero este año hay que correr más. La respuesta larga, por tanto, es que casi que sí. Son un poco mejores y se han deshecho de Foyle, ¿qué más se puede pedir?

Fran Fermoso: Conforma una propuesta atrevida, diferente y agradable al espectador. Derrocha un talento físico innegable al servicio del contraataque y prioriza la ausencia total de reprimendas al golpeo exagerado del tablero, incluso del aro en velada afortunada, por parte de muñecas calenturientas. Es plausible el ejercicio de imposición de la contra como bendición de este deporte: veloz, espontáneo, sorpresivo. Es el don de Don. Sin embargo, algo fallará. A saber: carencias en lectura y colectividad del juego por parte de un ‘roster’ con demasiado gallito compulsivo; un acaparador de juego con excesivos galones en la base; pobre juego interior en ambos extremos de la pista y paupérrima su utilización (no es culpa de Biedrins y su eficaz escoba). Sufren cuando encuentran un rival estudioso que no busca la utopía de esclavizarlos a menos de 100 puntos (sólo Boston lo ha conseguido hasta el momento), sino que va más allá de la obviedad. Warriors sangran cuando ante ellos se carga en la pintura, se insta a Davis a acaparar aún más juego y se ajusta la defensa para que muestren su innato individualismo en el estático. En problemas es cuando se observa la naturaleza de un equipo campeón y esto último es lo que les difiere de los Suns. Ellos no lo son, pero alabo el trabajo de Nelson sacando lo que se puede obtener con esa materia prima.

Xesús Serrano: Pensaba hace un mes que eran un conjunto peor que entonces, mas ya no lo tengo tan claro. Llevan hacia la locura no sólo el ataque con el uso y abuso de los 1c1 y 2c2, sino también la defensa con los continuos intercambios de emparejamiento. Es uno de los motivos por los que Jasikevicius o Belinelli no disfrutaron/disfrutan de excesivos minutos: sus malos porcentajes de tiro y cómo sufrían atrás hacía que se convirtieran en rémoras para el equipo, tal y como sucedió con Monta Ellis en playoffs. El resto de jugadores son capaces de emparejarse sin demasiada desventaja con múltiples opciones del contrario, por altura y volumen, y es habitual ver cómo empiezan su defensa desde el ataque, castigando al jugador que les puede provocar un mayor desequilibrio. Así Harrington era una de las primeras opciones ofensivas del equipo ante Rockets o Heat lanzando siempre desde el exterior y huyendo de la pintura contraria. Bendita locura para los que somos afortunados de disfrutarla, aunque no les veo arsenal para más allá de dar la sorpresa en una primera ronda.


Fran Guillén: Afirmar que los Warriors son mejor equipo que el año pasado es harto difícil. Y no lo digo por caer en el tópico, sino sencillamente porque el juego de los muchachos de Don Nelson es una ruleta rusa idéntica a la de la última campaña. Como bien decía el columnista de ESPN.com J.A. Adande, una franquicia en la que la fuente de inspiración y estabilidad es un jugador que ha sido suspendido durante seis veces a lo largo de su carrera falla ostensiblemente en algo. Que sí, que todos estamos de acuerdo en que son el equipo más vistoso de la Liga y en que a ver quién es el guapo que les para cuando juegan ese magnífico dentro-fuera y se ponen a bombardear desde el perímetro, pero siguen transmitiendo ese tufillo incontrolable de que pueden pegar el petardazo cuando y por donde menos te lo esperes.