¿Qué es el patriotismo? Esta pregunta, que debería ser sencilla de responder, entraña mucha complejidad en su interior. Y depende de muchos factores. Especialmente, si miramos el factor geográfico. En los países latinos, donde la cultura romance ha sido mucho más fuerte que la influencia exógena, es una pregunta que no tiene fácil respuesta. Pero esto es muy diferente en la cultura anglosajona. En Inglaterra, Alemania, Estados Unidos… el patriotismo es, en la mayoría de las ocasiones, un sentimiento de unidad. Sin importar la ideología, o tus creencias personales. Por ello, un día como el 4 de julio en USA, es un día en que todo el mundo celebra por igual el momento en que empezaron a existir como nación. Si bien es cierto que, cada vez con mayor frecuencia en los últimos tiempos, esta idea empieza a tener también fisuras, viendo cómo hay gente que se denomina patriota pero va en contra de lo que el resto reconoce como su patria. Una tendencia global.

Pero hace un siglo, esto no era así. Siempre ha existido, a lo largo de toda la historia, gente que ha intentado ir en contra de la mayoría, y de lo que se presupone como lo establecido. Pero cuando un gran miedo ajeno asolaba a la población, estas “dudas” desaparecían y el sentimiento de unidad se veía robustecido. Una dinámica o estrategia que es inherente, en muchos casos, al propio nacimiento de la nación.

Alemania o Italia, debido a su histórica característica de haber sido diferentes pueblos y reinos que se unieron bajo la misma denominación; Inglaterra, y la estrategia de aprovechar el ser una isla a la hora de aislarse o defenderse del resto; o España, sirviendo de ejemplo cuando Napoleón “jugó” con las aspiraciones de Godoy y la corona española, entrando en el país para poner a su hermano en el reino. Y cómo, finalmente, el pueblo acabó agradeciendo la vuelta de Fernando VII. Pero hoy toca hablar de EEUU, el patriotismo del pueblo americano y cómo esta unidad inquebrantable silenció un país que había tratado de escapar los acordes del Blitzkrieg Bop que llegaban desde Europa. Pero que no pudo ahuyentar del todo esta melodía.

Estados Unidos, ¿Dónde estaban en 1917?

La entrada del país norteamericano en la “Gran Guerra” fue distinta a la que emplearon para hacer su incursión en la cruenta Segunda Guerra Mundial. Fue una batalla táctica, una decisión estratégica muy bien llevada a cabo por el general al mando, y presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson. El mismo que después redactaría los 14 Puntos de Wilson para desvalijar Alemania al término de la misma, repartiendo soberanía y territorios a los países colindantes, remontándose en algunos casos a conflictos concernientes a Prusia, antes de que Alemania se compusiera como la nación que combatió en el conflicto.

Como decíamos, esta estrategia de Woodrow Wilson fue un movimiento que se fue desarrollando desde el comienzo de la guerra, en 1914, cuando Estados Unidos era un “simple” neutral. Habían salido de su guerra de secesión hace relativamente “poco” -menos de medio siglo-, y aún estaban en fase de recuperación social, cultural y económica. Pero a medida que las atrocidades de la guerra iban llegando en forma de noticia al otro lado del Atlántico, su animadversión hacia los rivales de Francia y Gran Bretaña, sus principales aliados, iba creciendo.

Por ello, hacia 1916, comenzó a preparar a la armada, hacerla crecer en número, mientras seguía defendiendo que no debían entrar a formar parte. Así fue como consiguió ser re-elegido, siguiendo un papel pacífico al mismo tiempo que “prestaba” dinero a Inglaterra y a Francia, que estaban muy al de crédito. Pero la estrategia naval alemana de deshacerse de todos los cargamentos que rozaban la costa británica, y la tentativa de apoyar a México a recuperar sus territorios perdidos provocó que, finalmente, en abril de 1917, Estados Unidos entrara a formar parte de la Primera Guerra Mundial.

Y todo el país siguió a su presidente. Había que acabar con aquello que amenazaba sus intereses, los de toda la nación. Y, con ello, miles de jóvenes atletas abandonaron sus actividades y se pusieron a guerrear en las trincheras, a fabricar armas o, simplemente, a prepararse en campamentos militares en territorio estadounidense por si hacía falta apoyo que llegara en una segunda oleada. Lo que causó que, entre otras cosas, todo el baloncesto se parara.

La situación del baloncesto en la Primera Guerra Mundial

El baloncesto, un invento del profesor James Naismith de la Universidad de Springfield en 1891, había empezado a dar sus primeros pasos en su camino a la consolidación como deporte nacional cuando Franz Ferdinand fue asesinado en Sarajevo. En los años previos a la entrada de EEUU en la guerra un total de 12 ligas aparecieron y desaparecieron, dejando en ocasiones alguna temporada sin finalizar o perdiendo jugadores o equipos completos por el camino. Además, el baloncesto “independiente”, equipos que realizaban giras a lo largo de Estados Unidos enfrentándose a diferentes equipos de diferentes ciudades -al estilo de los Harlem Globertrotters-, era algo que estaba muy presente, por lo que era típico ver a jugadores cambiar de equipo y de ligas en varias ocasiones a lo largo de un curso.

El mejor ejemplo de ello es Garry Schmeelk, que dejó la Universidad de St. John, en Brooklyn, para unirse a los New York Nationals, a los 6 meses de entrar en el “college”, para realizar una gira por el “mid-west”. Entre los Estados que visitaron se encontraron Pennsylvannia, Ohio, Minnesota, o California. Y Schmeelk se granjeó una fama importante gracias a ello, pues aunaba talento y carisma, siendo considerado como una de las primeras estrellas de la historia del deporte.

Tras estar con los Nationals lidera la Interstate Basketball League en anotación, se traslada a la Pennsylvania Basketball League donde vuelve a dominar y finalmente fue también un jugador “top” -acorde lo que era la época- en la Connecticut State Basketball League, antes de unirse al servicio militar para pelear por su país. La carrera de Schmeelk -que al acabar el servicio volvió a turnar competiciones y equipos independientes- es la demostración de lo difícil que era el mundo del baloncesto en aquel momento. No había dinero, la mayoría de los partidos se jugaban en salones de baile y la gran parte de la afición no se sentía atraída por el juego que los conjuntos realizaban. Pero el baloncesto seguía adelante.

Y las ligas que hemos mencionado tienen mucha importancia en la historia. Al menos, en la historia que a nosotros hoy nos interesa contar. Porque la IBL, la PBL y la CSBL, junto a la New York State Basketball League y la Eastern League, fueron las competiciones que estaban “vivas” cuando la guerra mandó echar el freno de mano a todo lo que no fuera realmente indispensable para la preparación para la guerra. Pero los equipos de Pennsylvania, por partida doble, y Connecticut, decidieron no hacer caso. Y seguir adelante costara lo que costara. Eso sí, cabe destacar la Eastern, que estuvo activa de 1909 a 1923 -salvando el año de pausa entre 1917 y 1919-, siendo la competición más longeva antes de la aparición de la BAA o la NBL, las competiciones que fueran el mergen de la NBA.

La Pennsylvania Basketball League, y cómo perder 3 equipos por el camino

Dotar a la gente de visos de normalidad, cuando nada de lo que te rodea se acerca a bordear la definición de esta palabra, es muy complicado. Por eso, conseguir completar un curso completo, más allá de todas las vicisitudes del camino, fue un logro que nadie más, literalmente, pudo realizar. Y es que la liga, que contaba con conjuntos de la región minera del noreste del Estado de Pennsylvania, fue capaz de hacerlo. A pesar de dejar atrás a 3 equipos -y un potencial campeón- en el proceso.

Cuando el curso 1917/18 comienza en la PBL la posibilidad de acceder al servicio de tranvía que mantenía a todo el territorio alivió a los ejecutivos de la competición, pues así sería mucho más sencillo moverse entre las localidades y abastecer a las poblaciones. Además, el formato establecido para esta temporada sería distinto al año anterior. En la 16/17 habían competido en una liga de 8 conjuntos al mejor de 40 partidos, que había ganado Carbondale con 33 victorias, al haber tenido al mejor jugador de la competición Jack Inglis. Un Inglis, por cierto, que fue denominado por Nat Holman, leyenda de la NCAA y de los Original Celtics, como el mejor jugador que jamás habían visto sus ojos. Y que dejó a Carbondale al final de la liga para ir a jugador de manera independiente en Windsor, antes de fallecer finalmente en 1918, con apenas 31 años de edad.

Este año, adoptarían un método muy similar al que la ACB empleó en sus primeros años de existencia, el sistema de competición habitual en España hasta el año 91. Aunque tuvieran evidentes diferencias. Al haber menos equipos, sí habría dos fases, pero acabarían sin descensos y con el enfrentamiento entre el vencedor de la primera parte de la temporada con el vencedor de la segunda al mejor de 5 encuentros. De esta manera, se permitía compensar a equipos que hubieran tenido dificultades en la primera ronda, para recuperarse y poder aún así entrar en la disputa por el título en la segunda mitad del curso. Tal y como acabó sucediendo.

Los conjuntos que comenzarían el curso serían Carbondale, Hazleton, Nanticoke, Pittston, Plymouth, Providence -que no es la capital de Rhode Island-, Scranton y Wilkes-Barre. Al término de la primera fase de la temporada la clasificación la encabezaría la Pittston de Garry Schmeelk, bien apoyado por los hermanos Harris, Merle y Bucky. Del segundo, el más pequeño, cabe destacar que dejaría el baloncesto para dedicarse al baseball, primero como jugador y después como dirigente, durante 40 años. Tras Pittston quedaron los nuevos chicos de Providence, que se habían hecho con veteranos de la extinta Interstate League como Frank Bruggy, el tercer máximo anotador del año. Y, finalmente, cerrando el “podio” de la tabla -como únicos equipos con más del 50% de victorias- se encontraba Plymouth, que habían conseguido hacerse con Dick Leary, proveniente de Nanticoke, para que fuera jugador-entrenador.

Pero por coincidencias del destino, lo bueno que tenía Providence sobre la cancha lo compensaba fuera de ella, y acaban dejando la competición justo antes del comienzo de la segunda fase, liberando a sus jugadores. Y a Providence se le acabarían sumando Carbondale y Scranton, que abandonaron la liga en febrero de 1918 tras comenzar la segunda fase con 4 victorias en 13 partidos. Curiosamente, Providence, Carbondale y Scranton fueron los 3 equipos en los que Frank Bruggy compitió ese curso. Pero la competición, que ya había conseguido sobreponerse a la “celebración” de la guerra, continuó. Acabando con Hazleton y Nanticoke como primero y segundo en la segunda mitad del curso. A pesar de haber sido último y penúltimo.

Como ya adelantamos, el formato permitía que esto sucediera. Y la desaparición de 3 conjuntos -y la interrupción de otras ligas- también había ayudado. Porque ambos equipos se refuerzan muy bien a lo largo de este segundo periodo, y por ello consiguen acabar el año por todo lo alto. Así que vayamos por partes.

Hazleton, que conseguiría competir por el título gracias a una racha final de 7 victorias, se hace con el ex de Plymouth Dick Leary, pues necesitaban sustituir a Jack Lawrence, que se había roto la clavícula. Un Lawrence, que había llegado a Hazleton de la misma forma que Leary; tras abandonar a otro equipo de la propia competición, como fue Pittston. Y que ya había ganado la Eastern League en dos años consecutivos con dos conjuntos distintos. Pero  la historia de Leary, al igual que la de Schmeelk, es incluso más significativa.

Al mismo tiempo que Garry comenzaba sus andanzas con los Nationals, Leary es cortado por un conjunto en Massachussetts, el Unitown. Después, se va al Hudson, y vuelve a ser cortado. Y no explota hasta casi un lustro después, en 1914, cuando Troy completa un mega-traspaso incluyendo a 4 jugadores para hacerse con sus servicios. En 1915 llega a Nanticoke, está también presente en la Interstate en esos dos años antes del Plymouth, y finalmente acaba en el Nanticoke. Al no conseguir comenzar la segunda fase de forma positiva y no ceder a las presiones de darle más minutos a jugadores locales.

Por la otra parte, la de Nanticoke, un equipo muy presente en el pasado de muchos protagonistas ya mencionados, el que llega como fichaje salvador es Johnny Beckman. Un jugador que compartió equipo con Nat Holman en los Original Celtics, y que llegó a participar en la American Basketball League, competición que duró desde 1925 hasta 1955 y que tuvo los equipos que después se convertirían en los Boston Celtics y los New York Knickerbockers. Además, Beckman era considerado uno de los mejores jugadores de aquellos tiempos, pudiendo promediar más de 11 puntos por partido cuando llega de la Eastern League, el doble que cualquier jugador en toda la competición.

Pero su fichaje no es suficiente, y finalizan el año con 14 victorias en 20 encuentros, 1 menos que sus rivales de Hazleton. Que se enfrentaron a Pittston en la final, cayendo en 4 partidos tras una derrota en Pittston Armory, “cancha” de los locales, 21 a 18. Un tanteo que bien podría ser un primer cuarto en la actualidad. Y es que el baloncesto, hasta la aparición del reloj de posesión, no era un deporte “sencillo” de ver. Pero fue la base de lo que hoy disfrutamos a diario.

Connecticut y Philadelphia trataron de aprovechar el vacío

Con menor importancia que los partidos que tenían lugar en Pennsylvania, pero con presencia de algunas personalidades conocidas, la Connecticut Basketball League comenzó a jugar en enero de 1918, aprovechando que muchos jugadores estaban sin equipos o en conjuntos independientes, y que todo el área metropolitana de Nueva York se encontraba sin competencia. Pero no consiguieron llamar tanto la atención, a pesar de lo igualada que estuvo la liga. A mediados de marzo, los 4 equipos participantes estaban empatados al 50% de victorias y derrotas. Pero Ansonia, llevados por Frank Bruggy y Garry Schmeelk, consiguieron vencer los últimos 5 partidos y asegurarse el título de campeones. Sí, Schmeelk había acabado campeón de la PBL y la CSBL al mismo tiempo.

Además de ellos dos, Johnny Beckman o Nat Holman también formaron parte de la última competición que se jugó antes del final de la guerra. Un final que llegó en noviembre de 1918, pero no supuso alivio ni optimismo entre la población americana, y mundial. Pues mientras el conflicto armado echaba el cierre, la Gripe Española, la mayor pandemia del siglo XX, empezaba en octubre. Y aunque no hay una certeza concreta de dónde comenzó el virus -no fue España, aunque el nombre indique otra cosa- sí se sabe que en Estados Unidos se detectó por primera vez en enero del 18 en Kansas, pero hasta después del verano no fue un problema real. Por ello, cuando todo ello explotó, la normalidad, que parecía estar muy cerca, volvió a alejarse en el horizonte.

El baloncesto se suspendió hasta nuevo aviso, la Stanley Cup se canceló justo antes de la final -NHL- y el baseball también se vio paralizado. Todo se pausó. Pero la American Basketball League of Philadelphia decidió -o eso se cree- hacer una competición dividida en dos fases de 7 encuentros cada una, que finalizó sin un concreto ganador -Holy Trinity y St. Columbas habían ganado las respectivas fases- pues los PlayOffs no se disputaron. Y decimos que eso se “cree” porque, aunque existen posibles pruebas que testifican que esta competición tuvo lugar, hay muy poca información como para afirmarlo por completo.

Estas pruebas son, como ejemplo, la presencia de Liz Powell en la tabla de máximos anotadores, un jugador que apareció unas cuantas temporadas en la Eastern League pero nunca salió de Philadelphia. Además de la aparición de un tal “Jacko Lawrence”, que no aparece en ninguna otra fuente pero que podría ser el ya mencionado Jack Lawrence, pues tiene un año “perdido” en su hoja de servicios en el curso 1918/19 y además en la 1917/18 ya había aparecido en la ALP en los Philadelphia Hancocks. De todas formas, sea o no sea verdad, es una clara demostración de los problemas que hay para encontrar información en la época, no sólo en lo relativo al baloncesto.

Por culpa del virus y la guerra, todo es mucho más complicado. Pero como se consiguió ya entonces, en esta ocasión no será diferente, saldremos de esta, y el baloncesto volverá a estar presente en el día a día de una forma más tangible.

Fuentes empleadas: Pro Basketball Encyclopedia, Cages to Jump Shots, Basketball: A Biographical dictionary, the Guardian.