Previa del Orlando-Toronto
La eliminatoria entre Magic y Raptors, terminada con victoria de los primeros por 4-1, vista por nuestros colaboradores.
Javier Torrecilla
Iñigo García
En la serie hemos visto a 21 niños y a un hombre. Bueno, dicen que Redick andaba también por ahí suelto, así que elevaremos la cifra a 22 niños y un superhombre. Brutal, más allá de los tres partidos que Dwight Howard ha firmado con 20-20, del partido de los ocho tapones, de lo espectacular que puede haber sido su +/- (no lo he mirado), lo que queda es una sensación tremenda de dominio como no la recuerdo en años para un hombre interior. La pintura era suya en ataque y cualquier balón que se acercase por las inmediaciones del aro tenía dueño. La pintura (y más allá) era suya en defensa y los rivales no se atrevían a atacarle, ¿de cuántos lanzamientos ha modificado la trayectoria? ¿cinco decenas? ¿siete? ¿ocho? Incluso ha demostrado que cuando está centrado es capaz de buscar y encontrar al hombre abierto una vez generada la ventaja desde el poste bajo. Nada que no haya demostrado anteriormente
salvo que eran playoffs y que los partidos se han podido ver cómodamente desde el sofá del salón.
Eran los Raptors, eso sí. Veremos si el miedo se propaga o no a los siguientes rivales. Aunque siempre podré decir que eran los Pistons/Sixers, eso sí. Mientras tanto parece ser que a Howard se le ha visto con una tarjetita de golf mejorando su caligrafía.
Ah, apúntenme una por ser el lerdo que dice que ganan los Magic en 5 pero que los cinco euros se los juega a que lo hacen en 4.
Gonzalo Vázquez
La sensación de equipo que vienen dando los Raptors las dos últimas temporadas ha flaqueado demasiado en esta serie. Las fortalezas de los Magic en este curso se cifraban en dos puntos: Dwight Howard y un perímetro felino de altísimo nivel conjunto. Con Howard no se iba a poder. Pero la competición en la línea exterior sí era al menos concebible. No se ha producido. Los Raptors han abusado de concentrar en exceso su juego ofensivo en un sobresaliente Chris Bosh. Pero su soledad ha hecho aguas el presunto concepto colectivo de los de Sam Mitchell, al que por momentos parecía sumarse como segundo hombre Kapono. Mala señal. Parker no ha dado la talla esperada, Ford parecía embebido en sus minutos al rojo, Calderón se mostraba incapaz de trascender lo previsible y el rendimiento defensivo del equipo al completo no pertenece a lo esperado en postemporada. Toronto no puede llegar muy lejos con ese Baloncesto tan ecológico como inocente. Y no nos olvidemos: Mitchell tampoco ha estado a la altura. Ni en las rotaciones ni en las respuestas a parciales desfavorables ni en acciones de crono inmediato. ¿Bosh desde seis metros para empatar la serie? ¿Eso es todo? ¿Igual que el año pasado? Toronto sigue aguardando la puesta en práctica de más recursos. Hasta sin Howard en pista Van Gundy exprimió más variedad y Nelson más agresividad que todos los canadienses juntos.
Xesús Serrano
Una serie con un baloncesto realmente entretenido, rápido, múltiple acierto exterior…, ayudado por las carencias defensivas de ambos equipos. La clave de la eliminatoria ha sido Dwight Howard, como era de esperar. La defensa con ayudas de los primeros momentos de la serie propició multitud de tiros cómodos que los Magic acertaron con facilidad. Cuando se decidió intentar aguantarle la mayor parte del tiempo en defensa individual, pudo verse que los Raptors no tenían argumentos para soportarlo. Bosh intentó castigarlo tal y como Divac hacía con Shaq, a través del ataque, buscando provocar faltas, aunque no lo consiguió.
De entre varios fogonazos de calidad, destaco a Kapono, desaparecido durante una parte de la temporada pese a conseguir ser el primer jugador de la historia de la liga que consigue ser el mejor triplista en porcentaje durante años consecutivos.
Pero, insisto, Howard ha sido el factor diferencial. Condicionando la defensa colectiva de los Raptors, propiciando el dominio en el rebote de los Magic e intimidando a los de Toronto en la pintura (combinados estos factores nos sale el mejor porcentaje de tiro en los de van Gundy). Sin querer restar mérito a algunos partidos muy importantes de los Turkoglu, Lewis y Nelson, Dwight es la razón por la que los años de sequía de los Magic han terminado. Doce cursos después, han vuelto a superar una ronda de playoffs. Desde Shaq a Howard.
Y doy gracias a Sam Mitchell por no utilizar el Hack a Dwight entre las múltiples variantes que se han visto a los Raptors en la serie, motivo suficiente como para no ser cesado. Aunque no sé si Colangelo pensará lo mismo.
Meej
Los Raptors sólo ganaron el partido en el que encajaron menos de 100 puntos, y sólo tuvieron opciones las dos veces que pasaron de 10 triples anotados. Esas cifras son abrumadoras para un equipo que sólo supo defender a Dwight Howard en el tercer partido con Andrea Bargnani haciendo de Ben Wallace, y en el que la brega y el trabajo de Chris Bosh solamente recibieron el apoyo puntual de los triples de Jason Kapono y Calderón. Alguna pincelada de Anthony Parker o T.J. Ford, y pare usted de contar. Enfrente, Dwight Howard se dedicó a coleccionar estadísticas de 20-20 como si fueran merchandaising de los 80, y a su alrededor los Turkoglu, Bogans, Nelson y compañía se dedicaron a aprovechar los incontables agujeros en la defensa de perímetro de unos desarbolados Raptors. Partido tras partido Toronto amagó competir, para terminar hundiéndose estrepitosamente a poco que los de Orlando se aplicaron unos minutillos. Es un 4-1 con sabor a 4-0.
Juan Carlos Serrano
Hace unos meses, en un partido jugado en Salt Lake City, en medio de la racha más difícil del curso para Orlando, hubo una acción para mí muy reveladora más que lo de Superman- del tipo de angelito que es Dwight Howard. Un espécimen espeluznante pero que todavía crea dudas en muchos sobre su dominio real. El caso es que en los momentos finales de ese partido, con el marcador casi decidido pero con los equipos todavía compitiendo, Howard consiguió un rebote ofensivo por encima de Carlos Boozer (10 rechaces de media en su carrera), con la misma insultante facilidad con la que Wilt Chamberlain se divertiría con Bob Cousy. Bueno, Bob Pettit mejor. Una acción que me mostró a lo bestia la gran ventaja que supone tener un pívot así, y que también explica las 52 victorias amasadas por los Magic en un Este no tan sencillo como se piensa. Que LeBron James no ha pasado de 50 todavía.
Y es que es muy grande tener un verdadero jugador franquicia, que si algo hemos visto en estas series es lo difícil que resulta convertirse en uno de ellos. Aunque jueguen españoles, los tiempos en los que se maneja un equipo NBA son muy distintos, y no creo que haya que tener tantas prisas en el análisis del proyecto Raptor, especialmente si pensamos en la reestructuración a la que obliga un fracaso con un Número 1 del Draft. La plantilla no es nada buena y, de momento, con ir resolviendo cuestiones básicas puede que sea suficiente. A pesar de sus lesiones de todo el año, Bosh ha demostrado su compromiso e importancia, tanto por los partidos que faltó como por su actuación en la serie. Ya sólo eso me parece positivo para un equipo necesitado de casi todo, pero en especial defensa e intimidación.