Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales”. Martin Luther King, 28 de Agosto de 1963.
Estas palabras forman parte del discurso que realizó Luther King al finalizar la marcha sobre Washington que supuso un paso definitivo para acabar con la segregación racial en los Estados Unidos. Sin embargo, en el baloncesto, los pasos hacia la igualdad habían comenzado mucho antes y el principal nombre para este camino fue el de Don Barksdale.
Donald Angelo Barksdale nació el 31 de marzo de 1923 en la localidad de Oakland, en California. En el seno de una familia humilde, la genética iba a ser generosa con Don, haciéndole crecer hasta el 1.98 de altura y con unas capacidades atléticas descomunales. Tanto es así, que en su adolescencia, cuando todavía se debatía entre el atletismo y el baloncesto, logró alzarse con el campeonato de triple salto de la AAU (Amateur Athletic Union) y probó también con la jabalina. Sin embargo, poco después acabaría por decantarse, su destino estaba grabado en la beta de la madera, el parqué iba a ser su hábitat natural y el baloncesto su futuro.
Tras realizar un periplo notable en el Marin Junio College, una beca deportiva comenzaría a aclarar su futuro, permitiéndole desembarcar en la afamada UCLA, donde empezaría, sin apenas darse cuenta, a cambiar la historia. Allí, en la Universidad de California daba sus primeros pasos Don Barksdale, el jugador de baloncesto, que lideraría a su equipo, logrando ser el máximo anotador en la temporada 46-47, lo que le serviría para ser el primer negro en formar parte del All-American de la NCAA, después de clasificar a su equipo como campeón de división y alcanzar el playoff de conferencia.
Es había sido su última temporada en la Universidad y el primer paso para hacer del hombre una leyenda. El año siguiente, Don tendría que empezar a ganarse las habichuelas y lo haría, como no, gracias al baloncesto. Firmó por el Oakland Bittners, convirtiéndose así también en el primer negro que participaba en la liga de baloncesto de la AAU. Era su primera temporada, la 47-48, pero Barksdale ya iba a dar buena muestra de su talento, logrando ser el máximo anotador de la liga con 16.7 puntos por partido. En enero de 1948, fue ovacionado por el público blanco que asistía a una exhibición en la que Don fue el primer negro en formar parte de un equipo integrado en el estado de Oklahoma. Por si fuera poco, los Bittners acabarían terceros aquella temporada, volviendo a ser elegido como All-American.
Sin embargo, el gran logro de Barksdale llegó con la zamarra de los USA. En 1948 había sido seleccionado para formar parte del equipo nacional que disputaría los Juegos Olímpicos de Londres de aquel mismo año. Una designación polémica, que le costó no pocos disgustos e incluso amenazas de muerte. Formando parte del combinado nacional fue también el primer negro que jugaría en un equipo combinado en el estado de Kentuky, para después, ya en Londres, promediar 7.7 puntos y alzarse con la medalla de oro. Se convertía así en el primer negro en jugar y ganar unos juegos olímpicos con la selección estadounidense de baloncesto.
En 1949 y 1950 continuaría jugando para los Bittners, logrando un campeonato y un subcampeonato de forma consecutiva, algo que también le valió para ser seleccionado en el primer All-Star de la NIBL, la liga de baloncesto de la AAU. En ese mismo año, 1950, llegarían los dos primeros jugadores negros a la NBA, serían Chuck Cooper, que firmaba por Boston Celtics y Earl Lloyd, que lo haría por Washington Capitols. Un año más tarde y ya con 28, sería el turno para Don Barksdale, que firmaría un contrato con Baltimore Bullets por sesenta mil dólares anuales, convirtiéndose de ese modo en uno de los jugadores mejor pagados de la liga. En total fueron cuatro temporadas en la NBA, las dos primeras, con Baltimore, mostraron al gran anotador que ya se había visto en la NIBL, promediando 12.6 puntos y 9.7 rebotes en el primer año y 13.8 puntos y 9.2 rebotes en el segundo, registro que además sirvió como credencial para ser el primer afroamericano que disputaría un All-Star de la NBA, aunque tan sólo estuviera 11 minutos sobre la cancha, logrando 3 rebotes y 2 asistencias. Después de esto, firmaría por Boston Celtics, dos temporadas en las que pudo volver a demostrar toda la calidad que atesoraba, esta vez en un equipo con aspiraciones, jugando dos playoff consecutivos. Los dos años en Boston serían sus últimos dos años en activo, pues las lesiones de rodilla no le iban a permitir continuar jugando. Así pues, colgó las botas en 1955.
Sin embargo, la historia de Don Barksdale, no es tan sólo una historia de baloncesto, es algo más. Es la historia de una constante superación de barreras y eso es algo que quizás no se entienda sin el contexto que acompaña a unos años convulsos. Precisamente en 1955, poco después de que Barksdale anunciase su retirada, ocurría el famoso suceso protagonizado por Rosa Parks, que se negaba a ceder su asiento a un pasajero blanco, comenzando así un boicot hacia los autobuses de Montgomery, que acabaría con la ley local de segregación entre afroamericanos y blancos. Eran apenas los primeros pasos de una lucha de masas, cuyo punto álgido sería la concentración frente a la Casa Blanca, aquel 28 de Agosto de 1963, en la que Martin Luther King, tras pronunciar su discurso, acabaría reuniéndose con John F. Kennedy. Meses después y tras la muerte de Kennedy, Lyndon B. Johnson aprobaría por fin la ley de derechos civiles.
He ahí la importancia de nuestro protagonista, de Don Barksdale, pues mucho antes de que siquiera se iniciaran los grandes movimientos por la igualdad, él ya competía como uno más, desde el instituto y hasta la NBA, pasando por la Universidad y el baloncesto amateur. Porque el baloncesto, había sido mucho más que un deporte, era un pequeño espacio de igualdad en un país marcado por el racismo. Por suerte, Barksdale que murió en 1993, tuvo la oportunidad de ver como las barreras acababan de romperse, con Bill Russell como primer afroamericano en un banquillo de la NBA o como el Dream Team, el equipo que maravilló al mundo en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, contaba ya no con un jugador negro, sino que eran mayoría, con nombres como Michael Jordan, Scottie Pippen, Magic Johnson, Charles Barkley, David Robinson, Patrick Ewing, Clyde Drexler o Karl Malone.
Un equipo de ensueño, porque los sueños se cumplen si se lucha por ellos, llámese uno Martin Luther King o Don Barksdale.