Sydney’2000: el final de un mito llamado Dream Team

Baloncesto: (traducción de la expresión basketball; de basket, cesto, y ball, balón) Juego de pelota en el que intervienen dos equipos de cinco jugadores cada uno. La esencia del juego consiste en marcar el mayor número de tantos posibles haciendo pasar el balón por el aro y la red.

Esta es la definición que podemos encontrar en una enciclopedia o diccionario sobre la palabra baloncesto. Sin embargo, el juego del Dream Team que participó en Barcelona’92 ultrapasa con creces tal descripción. Se necesitaría una acepción sobre baloncesto, para poder definir el tipo de basket desarrollado por los norteamericanos en la Ciudad Condal.

Más adelante compararé a los diferentes Dream Team que compitieron en los tres últimos Juegos Olímpicos. A continuación, me centraré en otros aspectos más generales acerca del baloncesto en los EE.UU., pero no por ello, menos interesantes. Considero que la siguiente reflexión ayudará a entender mejor el análisis más técnico y específico de la segunda parte de esta reseña.

En primer lugar, quiero comentar el calificativo dado al combinado masculino de basket de los EE.UU.: DREAM TEAM. Dream Team significa Equipo de Ensueño. Realmente, nadie podrá discutir que aquél equipo del 92 era un conjunto de jugadores increíble. Hasta el momento, ningún deporte ha logrado reunir en una misma cancha a estrellas de la talla de Michael Jordan, Earvin “Magic” Johnson, Larry Bird o Charles Barkley. Por tanto, no entiendo la fiebre que se desató entre los medios de comunicación tras aquél lejano mes de julio de hace 9 años. Una fiebre que consistía en calificar como Dream Team a cualquier equipo que sumara victorias con relativa facilidad y que, además, diera espectáculo a los aficionados.

La cuestión es ¿Las selecciones americanas posteriores a la de Barcelona’92 se merecen la denominación de Dream Team? Personalmente, creo que no. Dream Team sólo ha habido uno hasta el momento, y pasarán unos cuántos años hasta que se pueda bautizar a otro. El apelativo de Dream Team no se debería utilizar alegremente, puesto que la repetición de un nombre acaba por rebajar el propio valor de la expresión. Si a todas las personas las llamamos “guapas”, acabaremos por no saber distinguir entre el concepto de belleza y el de fealdad. El paso del tiempo y la repetición desgastan. Además, pienso que los equipos que reciben el apodo de Dream Team no deben estar demasiado contentos, ya que si se les compara con aquellas megaestrellas de EE.UU. tienen todas las de perder.

El verdadero Dream Team del deporte hasta la fecha lo componían jugadores que lo habían conseguido todo en la NBA. Jugadores dignos del Hall of Fame o del Museo de Cera de Madame Tussaud. Jugadores con un talento innato para el baloncesto. Y por encima de todo, jugadores que se caracterizaban por su brillantez y su clase en la pista.

Quizás alguien se preguntará ¿por qué la mayoría de los jugadores del Dream Team son de raza negra? ¿Es que los blancos no la saben meter, como titulaba la película “Whites can’t jump” ? La respuesta es sencilla. En Estados Unidos, la comunidad negra siempre ha estado marginada por los blancos. Los chicos negros se pasaban, y se pasan todavía, horas y horas en la calle jugando a basket e intentando imitar a sus ídolos. Para la mayoría de ellos, la práctica del deporte no supone una simple forma de divertirse con sus amigos. Se convierte en una obsesión por alcanzar cuanto antes la cima: jugar como profesional en la NBA. Si para Calderón de la Barca la vida era un sueño, para los miles de chicos que cada día juegan en los playground de sus marginales barrios, el sueño es dejar atrás una vida cotidiana llena de problemas y de carencias, tanto económicas como afectivas.

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