El mundo estaba en tiempos de cólera, de ira, de guerra y de muerte, pero Estados Unidos no lo sabía. O no lo quería saber. Les había costado sangre, sudor y lágrimas, como se suele decir, recuperarse del “crack” del 29, de cuando todo lo que no debía fallar falló, y estaban entrando en un momento de prosperidad. La vida había vuelto a asentarse después de los tristes años 30, de la Gran Depresión, y la felicidad estaba volviendo a crecer en la primavera de un país que ya había pasado lo peor… hasta el momento. Mientras tanto, al otro lado del Océano Atlántico, y del Pacífico también, pensar en esto era una quimera y un oasis en un desierto vacío de vida. Al menos, de vida próspera e inestable. España entraba en la década del hambre, Alemania sufría a Hitler, al igual que el resto de Europa, que padecía al ritmo de Los Ramones y su Blitzkrieg Bop, y el mundo tal y como se conocía se descomponía.
Pero entonces, sucede lo inimaginable. Japón decide dar un paso al frente, y ataca la base naval estadounidense de Pearl Harbor, en las costas del arquipiélago hawaiano, y el Congreso de Estados Unidos declara al país nipón como enemigo, entrando así en la contienda internacional. Ha pasado de ser espectador a principal protagonista, y necesita gente que se aliste en el ejército y tome partido por su patria, para poder vengar lo sucedido y derrotar a aquellos que van en contra de USA.
Y los mejores soldados son aquellos que mejor estaban preparados para aguantar las condiciones físicas, climáticas, alimenticias, y sanitarias de las diferentes partes del mundo, y solían ser atletas que oscilaban entre los 20 y los 25 años. Atletas que, obviamente, estaban todavía en la Universidad, y si se dedicaban a un deporte era de forma Amateur. Pero esto cambiaba cuando se les reclutaba.
falsificaciones de identidad
Y es que entonces pasaban a ser profesionales, perdiendo así su “virginidad” amateur y no pudiendo volver a la Universidad a cumplir su ciclo formativo como jugadores. Es en este momento cuando sucede algo fascinantemente sorprendente, aunque acorde a la época en la que nos encontramos. Estamos en los años 40, y el censo y el registro de personas está a la altura de los años que son, pero no de la dificultad de cambiar datos al antojo de tus propios intereses. Es por eso que, de forma sencilla, comenzara un movimiento de “falsificación” de la identidad por parte de algunas estrellas del baloncesto universitario que querían disputar encuentros como profesionales, pero al mismo tiempo mantener intactas sus posibilidades de volver al “college” y seguir con su propia Universidad. Y no es un caso aislado, si no es algo que se fue propagando a medida que la guerra avanzaba.

Bruce Hale, estrella de la Universidad de Santa Clara, empleó el nombre de Bob -o William, la historiografía no es totalmente clara sobre esto- McNeill en el campeonato que disputó en Chicago en 1945, el World Pro Tournament, con los Dayton Acmes. Scotty Hamilton, que fue menos directo e imaginativo, optó por cambiar únicamente su apellido, pasando a ser nominado como Scotty McDonald, y jugó para Wilmington en la ABL en 1944, al igual que lo hizo Jack Ramsey, que posteriormente pasaría a ser una leyenda en St. Joseph’s College.
Muchos más ejemplos se han perdido a lo largo de la historia, entre archivos y archivos de la armada y el ejército estadounidense, y otros no pudieron regresar o tuvieron que hacer vida en el “viejo continente” pues así lo requería la Guerra Fría y el nuevo orden mundial.
Pero esto no fue lo único que aconteció mientras la Segunda Guerra Mundial acumulaba familias divididas y separadas. Al igual que cuando la población estaba comenzando a recuperarse de lo sucedido. No. También continuaron apareciendo y desapareciendo competiciones, y la NBL y la ABL empezaron a crecer. Al igual que lo hizo la NCAA, tras un pequeño parón debido al inicio del conflicto armado, al menos para los intereses de los norteamericanos. Pero vayamos paso por paso.
la abl, la baa, la NBL y la PBLA
Estamos en 1944, y Maurice White, empresario oriundo de Chicago, entra con los Chicago Gears en la NBL, y entonces comienzan a dominar. Chicago había sido un mercado atractivo para la Liga pero que no había llegado a ser explotado adecuadamente, hasta que White lo consiga. En los siguientes años, empezarán a acomodarse en las zonas altas de la tabla y en el curso 1946-47, primer año de un tal George Mikan en la competición, dan un golpe sobre la mesa y se declaran campeones.
Y White decide que debe ser presidente de la competición. Pero Frank Kautsky, propietario de los Indianapolis Kautskies, evitó que esto sucediera. Y Maurice se llevó a su equipo a una nueva competición, llamada Profesional Basketball League of America, la PBLA. Una competición que tendría 16 equipos, 72 partidos… y que sólo duró 3 semanas.

Pero para entonces, la BAA acababa de aparecer, y el rumbo del baloncesto cambiaría para siempre. Y es que tras sólo 2 años, en 1949, la NBL y la BAA se fusionarían creando una competición conocida entonces y ahora como la NBA, que aunaría a los mejores jugadores del universo baloncestístico, hasta que la ABA supusiera una competencia feroz y acabara también siendo absorbida en los 70.
El baloncesto, por tanto, sufrió reveses inimaginables a lo largo de la guerra, ya que quien dominaba una temporada podía pasar a ser el peor conjunto en el siguiente curso, y a veces un equipo tenía que abandonar la competición porque se quedaba sin jugadores que poner en liza. Pero también hubo cambios, mejoras, a favor. Y es que entre la temporada 1940-41 y la 1945-46, tanto la NBL como la ABL evolucionaron en su forma de jugar, y en el talento de sus jugadores.
Cuando los 40 entraban, la media de anotación de ambas ligas era de 30 y de 36 puntos respectivamente. Cuando el infierno armamentístico finalizó, la media se encontraba en 51 y 56 puntos. Una mejora en 20 tantos durante apenas 5 años, que además había ayudado a evolucionar la forma de jugar de sus integrantes, y gente como Kenny Sailors, leyenda en Wyoming, empezaba a transformar el baloncesto a base de tiros desde lejos del aro, a base de “jump-shots” fulminantes y decisivos.