No es nuevo en la historia de la NBA. Jugadores veteranos, que arrastran en sus rodillas decenas de temporadas a un ritmo frenético, que siguen siendo importantes en sus equipos y juegan hasta que el cuerpo dice basta. La lesión de Kobe Bryant abre un debate y el primero en ponerlo sobre la mesa fue el propio jugador en su cuenta de Facebook: “¿Se supone que me recuperaré de esto y volveré a ser el mismo jugador con 35 años? ¿Cómo se supone que voy a conseguirlo?”.
Tras la operación, se confirmaron las peores sospechas: de 6 a 9 meses de baja para un jugador que cumplirá 35 años el próximo 23 de agosto. Los Lakers esperan tenerle para el partido inaugural de la 2013-2014, última temporada en el contrato de Bryant, a razón de 30 millones y medio de dólares. “Volveré a ser el mismo?”
Con esta pregunta nos lanzamos a la hemeroteca para recordar casos similares. Jugadores estrella en sus franquicias, encarando la recta final de exitosas carreras que se ven alteradas por el (mal) azar.
Isiah Thomas sufrió la misma lesión que Kobe Bryant cuando el menudo base de los Bad Boys tenía 32 años. Esa misma temporada había sufrido problemas en la rodilla, costillas rotas, lesiones de cadera e incluso en la mano. Finalmente, tuvo que decir adiós a la práctica profesional del baloncesto tras 979 partidos de temporada regular, dos anillos de campeón, un MVP de las finales, 12 all-stars y por su puesto su inclusión entre los 50 mejores de la historia de la NBA coincidiendo con el 50 aniversario de la liga. En el año 2000 fue incluido en el Hall of Fame de Springfield.
El fallecido Pete Maravich fue otro que jugó sus últimos años con dolores, si bien lo suyo no fue una lesión de las llamadas career-ending. Tras las primeras 7 temporadas en plenitud de facultades, el genio de LSU, donde batió todos los récords universitarios de anotación, se perdió 104 partidos en sus últimos tres años, debido a problemas de rodillas que le obligaron a reducir su peso específico en la liga, terminando sus días como suplente en aquellos Boston Celtics que empezaban a retomar el ciclo de las victorias. Justo al año despés de la retirada de Pistol Pete, a los 33 años, el garden celebraría la consecución del campeonato de la NBA. Un anillo que nunca apareció en el palmarés del bueno de Maravich. Un palmarés que parecerá pequeño al lado de otros, pero que incluye un título de máximo anotador y cinco apariciones en el all-stars. Pese a ello, fue elegido para el Hall of Fame en 1987, un año antes de su muerte.
El caso de Hakeem Olajuwon es distinto, ya que el nigeriano alargó su carrera hasta terminar prácticamente arrastrándose por las canchas. Fueron cinco años de sufrimiento en los que no jugó más de 61 partidos en una temporada, si bien cabe recordar que la temporada del lock-out, la 98-99, la jugó completa. El año antes tuvo una lesión en la rodilla izquierda que le hizo perderse 33 partidos. En la 99-2000 empezó con problemas respiratorios y más adelante tuvo una hernia. Resultado: 38 partidos de baja. Ya muy mermado en su rendimiento, siguió jugando con los Rockets hasta el fin de su contrato, en la 2000-2001, cuando se perdió 24 partidos por problemas en su rodilla derecha y en la circulación en su pierna izquierda. En su último año, con los Raptors de Toronto, ya evidenciaba ser una sombra de sí mismo (7 puntos por partido) y se perdió otros 21 partidos. Finalmente se retiró, dejando atrás un palmarés que incluye dos campeonatos de la NBA (con sendos MVP de las finales), dos veces nombrado mejor defensor, 12 veces all-star, una medalla de oro olímpica y su correspondiente inclusión en aquél honorífico top-50 tras 17 temporadas en la élite. Es hall of famer desde 2008.
Sir Charles Barkley cayó con todo su peso al parqué en Philadelphia, la ciudad que le vio empezar en la NBA, cuando ya defendía la camiseta de los Rockets. Se había roto el tendón del cuadriceps de su rodilla izquierda y tenía que dejar atrás 16 temporadas de éxitos individuales y decepciones colectivas. Sin anillos en su haber, el gordo Barkley se retiró acorde con su temperamento, con declaraciones como “justo lo que América necesita, otro negro en paro” y volviendo a saltar al parqué el 19 de abril del 2000, para capturar un rebote ofensivo, anotar dos puntos, y despedirse de la NBA por su propio pie y no en camilla. Grande. También en el Hall of Fame desde 2006, Barkley completó un currículo nada desdeñable: MVP del año en 1993, 11 veces all star con un MVP, dos medallas de oro olímpicas y su consiguiente aparición en la lista de los 50 mejores jugadores de todos los tiempos.
Shaquille O'Neal se retiró a los 39 tras una temporada con constantes problemas en los pies; Dikembe Mutombo lo dejó a los 42 tras un choque con otro experto en lesiones, Greg Oden, que le rompió el tendón del cuadriceps en su rodilla izquierda…la lista podría ser más larga si incluyéramos a jugadores más jóvenes, con una carrera relativa (o absolutamente) corta, como Penny Hardaway, Yao Ming, Jay Williams o más recientemente Baron Davis…
Pero, en cualquier caso, hablar de ellos no necesariamente es hablar de Kobe Bryant. “Si me ves peleando con un oso, reza por el oso”, dijo en su desahogo social. La “mentalidad Mamba: no abandonamos, no nos achicamos, no corremos. Resistimos y conquistamos". Las puertas quedan abiertas para Kobe. Seis meses, en el mejor de los casos: 180 interminables días en los que tendrá que recuperarse, rehabilitarse de la lesión, probarse, decidir si puede volver al nivel que él mismo se exija, si tendrá que bajar su autoexigencia o si, por el contrario, este fue el final de la carrera de Kobe Bryant. Una carrera que, a día de hoy, suma cinco títulos de la NBA, dos MVPs de las finales y uno de la temporada regular, medalla de oro en los JJOO de Pekín 2008, 12 veces all-star, 3 veces MVP (una compartida)…
Pase lo que pase, nadie le quitará lo bailao.