Como le sucediera a Arvidas Sabonis a su llegada al estado de Oregón (de allí son los Trail Blazers), Fabricio Oberto intenta superar a marchas forzadas su integración a la mejor Liga del mundo. Nadie duda de las virtudes que han llevado al argentino a la NBA, pero a sus casi 31 años no tiene más remedio que llevar de la mejor manera posible su status de rookie, por mucho que su ya dilata carrera esté jalonada de éxitos individuales y colectivos. “Está aprendiendo rápido. Seguro que cada día hará mejor las cosas”, comentaba a la prensa local su entrenador, el exigente Gregg Popovic, sobre nuestro protagonista, consciente de estar obligado a mejorar su tiro a media distancia y su defensa para ganarse según vaya avanzando la competición más minutos sobre el parket. Evidentemente, la mejor fórmula para no verse obligado a ayudar a sus compañeros desde el siempre incómodo banquillo de los reservas. “Quiero ser un poco mejor cada día, por eso estoy aquí”, sentencia.
El tercer pívot de los Spurs, por detrás de Tim Duncan y Nesterovic, comparte vestuario esta temporada con dos veteranos, dos jugadores curtidos en mil batallas, pero que se estrenan con la camiseta de la franquicia texana: Michael Finley y Nick Van Exel. Sin duda, dos buenos ejemplos para el novato más viejo en la historia de San Antonio. Dos espejos en los que Fabricio Oberto está obligado a fijarse, un Oberto que ante Atlanta Hawks firmó sus mejor partido desde forma parte de la cada vez más cosmopolita NBA.