Los Ángeles Lakers 75 – 87 Detroit Pistons

La ciudad de la Motown, conocida por ser sede de las mayores factorías del automóvil del mundo (y de toda la historia) impuso su ley sobre la megalomanía de la ciudad del cine y el glamour. Si alguien dudaba de la competitividad de estos Pistons, supongo que ya no les cabrá ninguna duda. Mucho se ha hablado del bajo nivel general del Este, y del espectáculo del Oeste. Pero no es menos cierto que Indiana y Detroit han ganado una mayoría de partidos a los mejores de la otra conferencia, y siempre a base de mejor defensa. Los Pistons sí conocían lo que se iban a encontrar: a Jack Nicholson y al gobernador de California, un tal Arnold Schwarzenegger, a pie de pista. Los Lakers… se supone que no han visto un solo vídeo de Detroit, de cómo pasan por encima de sus víctimas robando bolas y forzando malos tiros.

La rémora habitual de los Lakers, esta vez con estrellas estrelladas

No hizo falta esperar mucho tiempo, apenas un partido, y Detroit ya ha dejado huella -literalmente- en todo Los Ángeles. Ahora ha cambiado la dinámica de la serie, los pronósticos de 4-0, las estadísticas de cuántos anillos ganarán, la impresión de que la temporada ya había terminado. Los Pistons jugaron como lobos hambrientos; los Lakers, como si la defensa visitante fuera de broma. Tanto que, a no ser que en 46 horas Phil Jackson haga un trabajo exhaustivo de concentración y esfuerzo, los Pistons podrían llegar a un 0-2 absolutamente increíble. Bueno, increíble para todo aquel que piense que el baloncesto sólo se juega en un lado de la cancha.

Y no, no es que Shaquille O’Neal no anotara sus puntos: 34. ¿Kobe Bryant? Por supuesto, 25 en una discreta serie de 9/21 de dos, y algo peor en triples: 1/6. La respuesta es fácil: el resto de Lakers hizo mutis por el foro y un récord: nada menos que 6 (seis) canastas en 48 minutos de juego entre todos los demás. Con Karl Malone (4pt, 2/9), Gary Payton (3pt) y Derek Fisher (2pt, 1/9) incluidos. Manteniendo igualadas las pérdidas, los tapones y los rebotes, la diferencia vino de los porcentajes de tiro: 40% los Lakers, 46% los Pistons. Suficiente para decantar un partido con cierta claridad.

Cinco contra dos: ¿es esto baloncesto?

Durante mucho tiempo, fue un partido de cinco contra dos: los cinco Pistons que estuvieran en cancha, cualesquiera que fuesen, contra Kobe y Shaq. La agresividad de Chauncey Billups lanzó a los suyos, y con 22 puntos no se demuestra su superioridad sobre el ambiente y el encuentro. Simplemente hizo lo que quiso con el tempo, y nunca se dejó impresionar. Por su parte, su equipo necesitaba puntos (ya se ha demostrado que al baloncesto se juega con dos canastas, dos mitades de pista), así que Tayshaun Prince (11pt) dio un paso al frente. Un tiro suyo sobre la bocina de posesión dio un 48-56 a Detroit mediado el tercer cuarto; la olla del Staples Center perdió gas. Para un equipo tan frío y confiado, los Lakers parecieron zarandearse al borde del abismo cuando Lindsey Hunter (5pt en 13′) anotó un triple a 9:47 del final, para poner un 58-71 en el marcador.

Y es que hay un detalle que por lo visto pasa desapercibido para los grandes analistas (del show-time): Shaq es probablemente el jugador imparable por antonomasia. Vale, pero a este juego no se gana con uno (o dos), por muy buenos que sean. Pongamos encima de Shaq a Rasheed Wallace (14pt con sólo un tiro fallado), después a Ben Wallace (9pt, ¡nueve!), más tarde a Elden Campbell (6pt), y todavía podemos añadir a Mehmet Okur. Claro, Shaq los superó a todos, pero todos superaron a los dos Lakers. Sin embargo, la estrella de los Pistons, a mi juicio, es Richard Hamilton: 12pt en 5/16. Vale, falló bastante, pero es él quien se juega -con permiso habitual y tácito de Billups- los tiros decisivos, él es la primera referencia en ataque. ¿Dije cinco contra dos? Pues ya he nombrado a ocho Pistons. Por los Lakers, el mejor aparte de la pareja principal fue… Devean George, 5pt. Cerca del final, se podía oír perfectamente a Brown dar voces, mientras su oponente Jackson se sentía derrotado, en la pista y en el banco.

Comentarios tras el partido

Larry Brown: "No sé si podemos jugar mejor en defensa que hoy. Mentalmente, estuvimos dentro del partido, mientras que los Lakers tardaron un poco en meterse en él." Rasheed Wallace: "No puedes llegar y pensar: oooohhhhh, es la Final de la liga. Estamos contentos porque es la primera final para la mayoría de nosotros, pero todavía hay que jugar, no nos conformamos con estar aquí. Todo el mundo en el vestuario está hambriento de victorias." Shaquille O’Neal: "Nos supone mucha presión para el siguiente partido. Ellos lo buscaron un poco más que nosotros. Jugamos un poco fuera del partido, demasiado distraídos."