Los Golden State Warriors han alcanzado las Finales por cuarto año consecutivo y son los favoritos para hacerse con el anillo, que sería el 3.º en 4 temporadas. Unos números que describen a un equipo de leyenda, pero la realidad es que la serie contra los Rockets ha sido todo un sufrimiento para un equipo que ha estado lejos de su pico de rendimiento y que deberá aumentarlo para no sufrir más de lo que les gustaría contra los Cavaliers.
Al contrario que en años anteriores, los Warriors han hecho una Liga Regular en la que han sesteado más de lo aconsejable y eso se paga en los playoffs. En las tres temporadas anteriores, Golden State no había bajado de las 67 victorias, mientras que en esta temporada se ha quedado en 58. En ello ha influido las dos lesiones que apenas dejaron jugar a Stephen Curry en los últimos partidos de liga regular y que propiciaron un balance de 7-10 en los últimos 17 partidos de liga regular. El récord no solo se debía a la ausencia del dos veces MVP, sino a una desidia general que provocó relajación en defensa y falta de movimiento del balón en ataque en favor del uno contra uno. Cuando suceden estos dos factores, los Warriors son vencibles, y los Rockets supieron jugar con eso.
Mike D’Antoni tuvo una premisa en la serie contra los Warriors: tenía que hacer jugar a los Warriors de la misma manera en la que juegan los Rockets. Houston lleva toda la temporada utilizando el uno contra uno, mientras que los Warriors destacan por el corte, el bloqueo y el pase. Para tratar de desactivar ese juego, el veterano entrenador del equipo texano implementó una táctica muy arriesgada, aunque posible debido al permanente small ball que tiene en pista: cambiar en todos y cada uno de los bloqueos. Con ello, consiguió reducir el efecto en los cortes y en las situaciones en la que un jugador de los Warriors quedaba abierto para un tiro. Con ello, los Warriors no obtenían ventajas de forma habitual y en muchas ocasiones se veían reducidos a la isolation para sus ataques, una estrategia que con Curry y Durant siempre va a dar sus frutos, pero en una menor medida que su tradicional ataque.
Los números respaldan esa teoría. Los Warriors han tenido un ratio ofensivo (puntos por cada 100 posesiones) en la liga regular de 112,3 y en las Finales de Conferencia de 111,8, aunque las sensaciones en pista no han sido las mismas. En Liga Regular el 68,5% de sus tiros de campo venían precedidos de asistencia, pero en la serie contra Houston esa cifra ha bajado a un 53,2%. Esto se explica por una mayor utilización de las isolations (6,4% de frecuencia en la Liga Regular por un 11,2% en playoffs) y una menor utilización de los pases (301 por partido en Liga Regular por 269,3 en la serie contra Houston). Los Warriors deben volver a su atractivo juego de pase para ser lo más efectivos posible.
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En defensa también han tenido problemas. Del mismo modo que hacían los Rockets se forma voluntaria, Houston buscaba el cambio en las asignaciones para poder atacar a los defensores más débiles de los Warriors: Stephen Curry y, sobre todo, Kevon Looney. Steve Kerr no ha sabido dar con la tecla para cambiar en los bloqueos y tapar esa vía de agua que se creaba en esos emparejamientos. Para los Rockets, emparejar a Harden con Curry ha sido un chollo, puesto que en las 12,4 posesiones por partido en las que se han emparejado (sin que necesariamente haya tirado Harden) la Barba ha promediado 7,3 puntos y un diferencial de puntos de 23,1 favorable a Houston por cada 100 posesiones. Es probable que los Cavs hayan aprendido la lección y busquen el emparejamiento de LeBron James con estos jugadores (u otros jugadores como Nick Young o David West) para explotar este recurso que Steve Kerr no ha sabido parar.
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Los Warriors se plantan como favoritos en una final en la que ambos contendientes han llegado tras sufrir los indecible en unas eliminatorias en las que no partían como favoritos. Las claves de estas Finales para los Warriors pueden pasar por la vuelta al tradicional movimiento de balón y la minimización de la producción en cancha de un cansado LeBron James, algo que se dificulta con los problemas físicos que está sufriendo Iguodala.
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