Isaiah Rider ha sido uno de los jugadores sobre los que más se ha hablado y escrito en la década de los noventa. Su innegable talento se mantuvo unido a una fuerte y conflictiva personalidad durante toda su carrera, algo que nos ha impedido comprobar las verdaderas cotas que habría alcanzado este superclase de haber permanecido centrado en su trabajo y en el juego.

Formado en UNLV, tras pasar sus dos primeros años colegiales en sendos Junior College, tan sólo coincidiría una temporada (91/92) a las órdenes de una leyenda de los banquillos como Jerry Tarkanian. Tiempo suficiente para que “The Shark” tuviese bien claro que tipo de jugador y personaje era el bueno de Rider. “Probablemente fue el jugador de más talento que yo haya tenido. Él podía tirar. Él podía saltar. Él era rápido y atlético. Su problema estaba en que no era tan entregado y comprometido como otros chicos a los que he entrenado. Recuerdo que solía volver loco a Tim Grgurich” (entrenador asistente) .

Elegido por Minnesota Timberwolves en el draft de 1993 (pick 5), también jugaría como profesional con los Blazers, Hawks, Lakers y Nuggets.

En Minneapolis y Portland demostró la gran capacidad ofensiva de la que estaba dotado, a la par que acumulaba multas por indisciplina o diversos altercados públicos, herencia directa de algún suceso protagonizado anteriormente en su etapa universitaria. Varios de ellos bastante curiosos.

Sin ir más lejos, tras firmar su primer contrato como profesional, llegaba varias horas tarde a la primera sesión de entrenamientos. Durante la temporada 1994/95 sumó más de 100.000$ entre multas y suspensiones por no presentarse a vuelos o entrenos. Incluso su madre tuvo que abandonar la grada en un partido frente a Utah Jazz en 1995 para acompañarlo a los vestuarios tras ser expulsado por uno de los árbitros. Y estando en los Blazers fue suspendido con tres partidos por escupir a un aficionado en Detroit. El listado se podría prolongar hasta el infinito.

Su traspaso a Atlanta Hawks en el verano de 1999 supuso algo más que un simple cambio de aires, ya que se traduciría en el principio del fin. Atlanta fue lugar al que acudió a disgusto como se comprobó desde el primer momento, cuando ni compareció a la rueda de prensa de su presentación. En el Estado de Georgia los incidentes se sucedieron a todos los niveles. Las relaciones con los diferentes estamentos de la franquicia, empezando por sus compañeros de equipo, no eran las más adecuadas, y allí nadie parecía soportarle. Isaiah se despacharía agusto: “No es divertido formar parte de un equipo que no te quiere y está buscando un motivo para deshacerse de tí. Todo el mundo se extrañaba de que estuviese malhumorado a veces. He tenido que relacionarme con jugadores que acudían a la liga con acusaciones que no podían demostrar” (esta última frase en alusión al supuesto consumo de marihuana, con la que años atrás también había estado relacionado).

Todo aquello terminaría con su despido siete meses después, concretamente el 20 de Marzo del 2000. En palabras de Pete Babcock (General Manager de los Hawks aquellos años): “Él puede ir hacia canasta, puede anotar desde el perímetro. Pero con Isaiah… , siempre hay un `pero´. El talento natural que tiene para el baloncesto a veces está acompañado de esfuerzo y entrega. Algunos días esa entrega no aparece”.

Sin embargo, la calidad que atesoraba como jugador le posibilitaría el gozar de dos nuevas oportunidades dentro de la NBA.

La primera de ellas vendría de la mano de Phil Jackson, quien lo incorporaría a Los Angeles Lakers de la temporada 2000/01 confiando en sus “dotes terapéuticas”. En su California natal logaría terminar toda la temporada y así lograr el anillo de campeón, sin embargo su participación en el equipo fue escasa y ni tan siquiera formó parte de los doce elegidos para disputar las eliminatorias por el título. Su nivel de juego no se parecía en nada al exhibido antaño y todo indicaba que con su facilidad para aglutinar problemas, aquella había sido su última experiencia dentro de la mejor liga del mundo.

Denver Nuggets evitaría que en la práctica se llegase a cumplir dicha premisa, aunque no lo suficiente para que muchos pensemos que sí haya sucedido teóricamente; puesto que diez partidos jugados en un mes y medio no parece bagaje a tener en cuenta.

Virtualmente retirado, muchas han sido las informaciones que han aparecido sobre Rider. Tras algunas conversaciones y contactos infructíferos con franquicias como Wolves o Pacers, la liga Filipina llegó a aparecer en el mapa de posibles destinos.

Alejado del deporte de la canasta, sus ocupaciones estos últimos años han girado alrededor de su productora musical RiderRecords, a la par que formaba parte en algún que otro proyecto. De hecho, invirtió más de un millón de dólares para la realización y producción de la película “Black August”, estrenada hace algo más de un año y que narra la vida de George Jackson, uno de los líderes de los Black Panthers.

“Fui afortunado al poder jugar nueve años en la NBA. Mi primer contrato era de seis millones de dólares al que sumé otros cinco millones de mi acuerdo con Converse. Estoy consiguiendo que mi dinero logre proporcionarme más dinero. Ahora no necesito un trabajo. He hecho suficiente dinero”.

Nuestro protagonista es consciente de la imagen que ha dado a lo largo de su carrera. “Me siento mal con mi reputación. Desearía poder cambiar algunas cosas, me he hecho daño a mi mismo. Sólo puedo decir eso”. Sin embargo y pese a que en un principio la tranquilidad había hecho acto de presencia con su retirada, “hay jugadores que desde están fuera de la liga han hecho cosas peores”, sus intenciones se han visto truncadas hace dos semanas, pues ha sido actor principal de otro lamentable incidente.

JR Rider fue detenido y encarcelado en Marin (California), por retener forzosamente a una joven conocida tras haber discutido. Según las informaciones publicadas, se llevó a la mujer (una ex-novia) en un Mercedes negro contra su voluntad. Después de pasar varias horas en prisión y retrasarse alguna de las primeras vistas por incomparecencia de sus abogados, Rider se encuentra en libertad tras pagar los dos millones de dólares estipulados como fianza, a la espera de lo que este proceso judicial traiga consigo.

A sus 36 años parece difícil que pueda cambiar. Baloncesto y controversia, dos palabras que quedarán ligadas para siempre a Isaiah Rider.

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