Da igual por dónde se quiera mirar. Allen Iverson y Tracy McGrady fueron dos de las estrellas más emblemáticas de la NBA en ese oscuro periodo que siguió a la segunda retirada de Michael Jordan en 1998. Es por ello que, tras la retirada de ambos jugadores en estos últimos días, resulta natural remontarse al pasado para recordarlos en su época de esplendor –de 2000 a 2006 aproximadamente– y al hacerlo se pueden constatar dos hechos. El primero, que la NBA ha evolucionado muchísimo desde esa época hasta la orgía de juego colectivo que tuvo lugar en las últimas Finales. Y el segundo, que dicha evolución ha sido en gran parte guiada por la determinación de la liga en acabar con el tipo de juego que llevó a Iverson y T-Mac a la fama.

La oscuridad del periodo post-Jordan arriba referida está bien documentada. En 2001 David Stern pidió a Jerry Colangelo, manager general de los Phoenix Suns, que dirigiese un comité destinado a proponer una reforma en el reglamento NBA que generase un juego más vistoso. La iniciativa se convirtió en toda una cruzada para acabar con el entonces papel predominante del aclarado como acción ofensiva; una acción esta en la que dos jugaban mientras ocho miraban. El propio Colangelo expresaba el problema en estos demoledores términos: “Simple y llanamente, no estamos satisfechos con la pinta que tiene nuestro juego ahora mismo. […] No existe ninguna fluidez en el juego a día de hoy. Hay menos movimiento de balón y de jugadores que nunca”.

Dos meses después la NBA aprobaba lo que Colangelo describió como “uno de los cambios más significativos desde la instauración del reloj de 24 segundos en 1954”. El cambio de reglamento contenía dos propuestas radicales. Una, la eliminación de la entonces vigente “defensa ilegal”, una norma que permitía a los atacantes jugar aclarados contra su defensor con relativa comodidad, pues restringía muchísimo el modo en que el resto del equipo podía ayudar al defensor principal. Para contrarrestar este cambio, el comité de Colangelo propuso la “regla de los tres segundos defensivos”, según la cual un defensor sólo puede estar en la zona sin defender activamente a nadie por un máximo de tres segundos. Dos años después, el comité Colangelo complementaba las normas anteriores al minimizar el contacto permitido al defensor cuando el atacante tiene el balón lejos del aro (“hand-checking rule”).

Las nuevas reglas no gustaron a todos. El propio Michael Jordan se opuso a ellas, llamando al aclarado “el buque insignia de la creatividad en baloncesto”. Pat Riley calificaba de error el cambio, diciendo que “a los fans les gusta ver a Vince Carter jugar uno contra uno lejos del aro”. Shaquille O'Neal estuvo resentido durante muchos años con la nueva norma, al entender que el cambio estaba destinado a minimizar su por entonces brutal dominio en la zona.

No obstante es difícil negar que el cambio ha acabado dando resultado cuando uno mira las estadísticas de los tiradores de mayor volumen entonces y ahora. Por ejemplo:

  • Entre 2000 y 2005 había alrededor de 35 jugadores NBA que promediaban más de 15 tiros por partido. En la temporada pasada sólo 23 jugadores promediaron dicha cantidad, y el número es menor cada año.

  • En la temporada 2002-03 hasta 17 jugadores promediaron 18 tiros o más por partido. En 2013 sólo 4 jugadores lo hicieron (Melo, Kobe, Westbrook, Irving), todos ellos con porcentajes superiores al 43%.

  • Los únicos jugadores que han lanzado más de 24 tiros por partido durante una temporada en la última década son T-Mac, Iverson y Kobe. La última vez que esto ocurrió fue en 2006.

Más aún. Estas medidas fueron el germen del fantástico juego visto en las últimas Finales NBA, donde el sueño de Stern y Colangelo al iniciar el cambio se vio realizado: movimiento constante del balón, jugadores cortando a canasta desde ángulos diversos, los equipos saliendo en transición rápida tras cada rebote, pocas faltas y muchos protagonistas distintos a lo largo de una serie de 7 partidos.

El cambio hacia esquemas ofensivos más corales se ha acelerado debido a la actual perspectiva analítica que inunda la liga. Dicho enfoque ha diseñado nuevas formas de optimizar la efectividad ofensiva del equipo, y como resultado ha creado un nuevo paradigma de estrella NBA. El mejor jugador del mundo –LeBron James– lo es entre otras cosas por su enorme capacidad de encontrar al compañero abierto, así como por su voluntad para hacerlo. El segundo mejor jugador del mundo –Kevin Durant– está explorando sus límites como distribuidor más allá de su casi ilimitada capacidad anotadora. Kobe Bryant nunca había dado asistencias con tanta frecuencia como en 2013. Y la lista sigue.

Al mismo tiempo, las estrellas NBA seleccionan mejor sus lanzamientos a día de hoy. El porcentaje de tiro efectivo de LeBron, Durant y Kobe ha sido mayor en 2013 que en cualquier otra temporada de sus respectivas carreras. LeBron es el primer jugador en la historia de la NBA que logra un acierto superior al 56% en tiros de campo lanzando más de 3 triples por partido. Kevin Durant es el segundo jugador en la historia de la NBA –junto a Charles Barkley en 1988– en lograr 28 puntos por partido en menos de 18 tiros de campo, y el único junto a Larry Bird en anotar esos 28 puntos por partido con porcentajes del 50%, 40% y 90% en tiros de campo, triples y libres respectivamente (el famoso Club 50-40-90).

El contraste con los jugadores exteriores de la época post-Jordan es brutal. En la temporada 2000-01 Allen Iverson fue el MVP de la liga tirando 25,5 veces por partido con un porcentaje de 42%. Unos números que pulverizó en Playoffs (30 lanzamientos por partido con un horrendo 39% en tiros de campo) en unos Sixers que se plantaron en las Finales NBA a base de defender a cuchillo y dejar que The Answer propusiese todas las respuestas en ataque.

La actual perspectiva analítica de la NBA ha reducido los aclarados, ha situado el pick-and-roll como la herramienta ofensiva básica y ha erradicado las estrategias de inicios de los años 2000 similares a aquellos Sixers de Iverson.

Video killed the playground star.

En realidad la adopción de los tres segundos defensivos no mató el juego de Iverson y McGrady. A fin de cuentas la aclimatación de los equipos a las nuevas reglas fue bastante paulatina, y es razonable pensar que un T-Mac sano hubiese mutado su juego actual hacia una vertiente más efectiva y menos efectista a semejanza del camino seguido por Kobe. Lo que sí hizo dicho cambio fue matar la posibilidad de que el modelo se replicase. Jugadores actuales como Monta Ellis, Rudy Gay, Brandon Jennings, Michael Beasley o Eric Gordon probablemente hubiesen brillado más de haber nacido 10 años antes, en una liga más orientada a dar el balón al mejor atacante del equipo y quitarse de enmedio.

La NBA actual ya no es caldo de cultivo para nuevos Iversons o McGradys. Algo que, en términos generales de baloncesto colectivo y fluidez en el juego, parece una buena idea.

A fin de cuentas, nunca supimos la respuesta a la pregunta de por qué McGrady era tan bueno.