Jalen Rose: Walking with a ghost.
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I'm just walking with a ghost
And he's walking by my side
My soul is dancing on my cheek
I don't know where the exit is
Every day is still the same
And I don't know what to do
I'm carrying my tears in a plastic bag
And it's the only thing I got from you
Kadebostany – Walking With a Ghost.
Era el tres de mayo de 1967. El comisionado Walter Kennedy estaba preparado para nombrar al que sería número uno del Draft de dicho año. Un joven de la universidad de Providence, que había asombrado al país entero desde una cancha de baloncesto, iba a ser la elección de los Detroit Pistons. Jimmy Walker, la leyenda de Providence, máximo anotador de la temporada NCAA, dos veces All American, e infinidad de récords. El Madison como lugar fetiche. Salvo por aquel lanzamiento ante Marquette.
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Jimmy Walker nunca fue el mismo. No lideró la NBA, no llevó a los Pistons al anillo. Le bastó para ser dos veces All Star, para anotar más de 11.000 puntos, mas nunca fue aquel jugador que prometía ser. Nueve años después, dejaba las canchas, tras pasar por Rockets y Kansas City.
Walker no dejó huella en la NBA. No fue uno de esos jugadores que salen en las listas cuando mencionamos a aquellos que consideramos los mejores de la historia. Ni tan siquiera es uno de esos “what if…” que tanto admiramos. Pero Walker marcó la vida de un pequeño, nacido sólo seis años después de que entrara en la NBA, coincidiendo con su cambio de Detroit a Houston. Y allí, en la Detroit que dejaba Walker, Jeanne Rose dio a luz a Jalen Anthony, el pequeño de otros tres hermanos, Bill, Kevin y Tammy. Un nombre que, ya de por sí, marcaría su vida: era la combinación del nombre de su tío, Leonard, y de su padre, Jimmy. Así daba comienzo su historia.
No fue tarea sencilla para Jeanne. Tuvo que cuidar de Jalen y sus hermanos, y tenía que hacerlo lo mejor posible. No tenían agua caliente, ni electricidad, y mucho menos calefacción. Jalen y sus hermanos se acostaban abrigados por el frío de la vieja casa, vistiendo incluso guantes. Jeanne Rose le pidió a Jimmy Walker que, si no iba a poner un plato sobre la mesa, que al menos fuese el padre de su hijo.
Jeanne quiso lo mejor para su pequeño Jalen. Y pronto hubo una salida: el baloncesto. Pero tampoco fue sencillo, pues las canastas a las que solía acudir el joven Jalen Rose se encontraban en un callejón peligroso cerca de casa. Y no era la mejor ciudad para que un niño caminara solo. De hecho, unos años después, su amigo Hamilton fue asesinado en ese mismo callejón.
El pequeño Jalen creció con dos pilares: música y baloncesto. Tanto como dedicó tiempo a estudiar música, se dedicó a estudiar el baloncesto. Admiró a Larry, a Magic, al Dr. J o Gervin. Pero, sobre todos, admiró a Isiah Thomas. Era el ídolo en Detroit, el referente de unos Bad Boys que marcaron un antes y un después en la historia de la NBA. Un equipo duro, llevando el baloncesto al límite permitido. Incluso superándolo.
Y su música. Si de una mano colgaban los vídeos de sus ídolos, de la otra colgaba su colección de hip-hop. Desde Slick Rick hasta Father MC. Un Father MC que debutó con un disco de título cruel para la historia del joven Jalen Rose: “Father's Day”.
Nunca hubo día del padre para Jalen. Si bien conocía quién era él, y sabía la leyenda que lo acompañaba, no tuvo la posibilidad de contactar con él hasta llegada la universidad. Sus días de gloria llegaron en el baloncesto universitario, al igual que su padre. Aunque Jimmy Walker pasó a la historia siendo máximo referente de su equipo en Providence, Jalen Rose tuvo la suerte de ser parte de uno de los mejores equipos que se han podido formar.
Tras ser el referente en High School, en el Southwestern High School de Detroit, con otros compañeros que también alcanzarían la NBA, como Voshon Lenard o Howard Eisley, la Universidad de Michigan le abría sus puertas. Allí, los Wolverines brillarían con luz propia. Con sólo 18 años, Rose comenzaría a hacer historia. De la mano de Steve Fisher, la Universidad de Michigan formaba uno de esos quintetos que se repiten de memoria en el mundo del baloncesto: los Fab Five, formado por Chris Webber, Juwan Howard, Jimmy King, Ray Jackson y el propio Jalen Rose.
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Pero el destino quiso ser caprichoso, y aunque alcanzaron dos finales NCAA consecutivas (1992 y 1993), no consiguieron alzarse con el título. En 1992, antes del primer partido del March Madness, Mitch Albom, un reconocido periodista de Detroit, se acercó al joven Rose, y le hizo entrega de un sobre que poseía en su interior una dirección en Atlanta. Escrito en el sobre, un nombre. Directo y claro: Jimmy Walker.
Jalen tenía en sus manos la posibilidad de conocer a su padre. Pero los nervios por el torneo y la necesidad de concentración superaron las ganas de conocer a su padre, y optó por no abrir el sobre hasta el día siguiente, después de que jugaran su primer encuentro. Se saldó con victoria sobre la universidad de Temple por 73 a 66, con 19 puntos y 8 asistencias de Jalen.
Rose tampoco abrió la carta al día siguiente. Ni dos días después. De hecho, la carta lo acompañó durante el resto de su estancia en la universidad. En su año rookie en Denver. Hasta el día que fue traspasado a Indiana Pacers.
No era una decisión fácil. Jalen Rose no estaba preparado para conocer a su padre, Jimmy Walker, aunque era su gran anhelo.
La carrera de Jalen continuó al margen del suceso de la carta con el nombre de su padre. Alcanzó otra final NCAA en 1993, donde Chris Webber pidió un tiempo muerto sin tener, lo que significó una técnica y un partido perdido. El que significaba el título universitario ante North Carolina. Al año siguiente, perdían la final regional ante Arkansas, a pesar de los 30 puntos de Juwan Howard y los 13 de Jalen Rose. Los Fab Five se despedían de la competición, y lo hacían sin lograr levantar el título de la NCAA.
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Unos meses después, Jalen Rose acudía al draft de la NBA. Después de una exitosa carrera en la NCAA, su elección estaba asegurada. Y así fue: en la elección 13, los Denver Nuggets elegían al jugador formado en Michigan. Poco duraría Jalen en Denver. Le costó arrancar su carrera, firmando 8.2 y 10 puntos por partido en sus dos primeras temporadas. El verano de 1996, los Nuggets perderían la paciencia, enviando a Rose a Indiana Pacers, a cambio de Mark Jackson, Ricky Pierce y una futura primera ronda (que terminaría sirviendo para elegir a Efthimios Rentzias).
Tardó en encontrar su sitio. En su primera temporada, sus números volvieron a bajar, aunque es cierto que compartía posición con la estrella local, Reggie Miller. Y ese verano de 1997, volvería a encontrarse cara a cara con su fantasma del pasado. Indiana Pacers seleccionaba en el draft de 1997 a Austin Croshere, formado en Providence. La misma universidad en la que triunfó su padre.
“Te pareces a tu padre”, le dijo el joven Croshere. “Todo allí tiene el nombre de tu padre. Incluso yo mismo tengo un par de trofeos con su nombre grabado”. Croshere había sido nombrado MVP de la universidad ese mismo año, un trofeo que tenía el nombre de Jimmy Walker MVP Award. La presencia de Croshere sirvió como aditivo en la vida de Jalen, pues le permitió conocer más acerca de la leyenda de Jimmy Walker.
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Dos años después, Austin, que tenía una gran relación con Jalen, le pasó un papel. En él, había escrito un número de teléfono. El de su padre. Una nueva oportunidad se cruzaba en su camino. Su fantasma reaparecía, y se hacía más fuerte. Estaba tan cerca. Podría hablar con él. Pero Jalen Rose volvió a esperar.
Y esperó…
Un año. Jalen Rose esperó un año. Se encontraba haciendo la maleta para ponerse rumbo a Miami, donde jugaría con sus Pacers. En ese instante, dio con la carta que, ocho años antes, le habían entregado. Y se sintió preparado. En el autobús, de camino al hotel que los alojaría en Miami, Jalen Rose abrió la carta.
En la carta, Jimmy Walker se presentaba, y le hacía llegar a aquel joven Jalen lo orgulloso que estaba por lo que había logrado en la NCAA. Ocho años después, Rose sintió el calor de su padre, el cariño y el orgullo. Veintisiete años después, Jalen Rose leyó las primeras palabras de su padre.
En ese mismo instante, Rose intentó contactar con su padre, gracias al número que le facilitó un año antes Austin Croshere. Sin embargo, dio con un amigo de Walker en lugar del propio Jimmy, y este, a su vez, le facilitó un nuevo teléfono. El de su hermana, la hija de Jimmy Walker. Contactaron varias veces, hasta que, por fin, un día logró el número de Walker.
Estaba de pie frente al teléfono, con el auricular cogido, la otra mano preparada para marcar. 27 años habían pasado desde que naciera. E iba a escuchar por primera vez la voz de su padre.
Can I speak to Jimmy?
Al otro lado, una voz entrecortada que dijo ser Jimmy Walker. Mantuvieron una larga conversación. Rose le aseguró no guardarle rencor, y Jimmy Walker se mostró orgulloso de lo que había logrado, y que había seguido toda su carrera. Hablaron varias veces por teléfono. De ahí, mantuvieron también contacto por email. Prometieron verse varias veces. Pero las llamadas, cada vez fueron menos frecuentes. Al igual que los correos. Y así, después de 27 años esperando hablar con su padre, la relación se perdió en menos de dos años.
Unos años después, Jalen Rose coincidió con Mike D'Antoni en un partido ante Phoenix Suns. D'Antoni, que fue compañero de Walker en Kansas City, y entrenador de los Suns en aquel momento, le recordó a Jalen su parecido con Jimmy Walker. El fantasma de Jimmy seguía persiguiendo la carrera de Jalen Rose. La marca nunca desaparecería.
Walker fue una leyenda desaparecida. Su carrera universitaria nunca se tradujo en grandes actuaciones en la NBA. Nadie sabía por qué, nadie conocía los motivos. Cuando se retiró, Jimmy Walker pasó a ser un fantasma en vida. Algunos compañeros lo habían visto, pero cualquier forma de contactar con él se convertía en un imposible. Después de pasar tiempo en su ciudad natal, Amherst, y en Atlanta, volvió a Kansas City con su hija en 1994, pues fue diagnosticada de cáncer. Su hija Jamesa sobrevivió, gracias, en gran parte, al apoyo de su padre, que la mantuvo siempre con fuerzas para luchar.
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Pero nadie supo más de él. Sam Lacey, compañero de equipo, quiso buscarlo, mas no logró su propósito. Unos años después de lo sucedido con Jamesa, en 2001, reapareció cuando la universidad de Providence le dedicó un homenaje. Después de aquel fin de semana, volvió a desaparecer. Cuatro años después, cuando Ryan Gomes superó su registro anotador de la universidad, en 2005, se intentó volver a contactar con él, sin éxito alguno. Todo el mundo se preguntaba lo mismo: ¿dónde estará Jimmy Walker?
Fue Sam Lacey quien dio con él. En Kansas City, en junio de 2007, Lacey acudió para realizar el saque de honor de un partido de fútbol. Durante el partido, alguien se acercó a él, y le llevó un mensaje que lo puso en alerta: “Tienes que ir a ver a Walk”. Por fin había dado con Jimmy Walker. O eso parecía.
Sam Lacey acudió al Highland Nursing and Rehabilitation Center, donde se encontraba Jimmy Walker en la habitación 317. Walker fue diagnosticado de cáncer de pulmón, y su estado era muy delicado. Bromearon durante horas, y cuando Lacey se iba a marchar, el propio Walker escribió en un papel cinco letras. Walker sabía que su hora estaba llegando. En aquel papel podía leerse “Dead”, y el propio Lacey reconoció el estado de su amigo. Dos días después, volvió a visitarlo, encontrando a Jimmy Walker muy emocionado: su familia iba a ir a visitarlo. Y no sólo su familia: Jalen Rose iría unos días después.
Después de 34 años, Jalen Rose se disponía a conocer a su padre, Jimmy Walker, aunque en un contexto muy distinto al que Jalen quiso. Walker nunca negó que Jalen Rose fuera su hijo. Era algo conocido por todos. Un viejo amigo suyo, Sam Dowdy, fue de los pocos que vio a Walker hablar abiertamente sobre ello, tras salir de un partido de tenis. Entonces, Walker rompió a llorar, y reconoció que estaba deseando poder ver a su hijo.
Walker y Rose estaban cerca de encontrarse. Era 29 de junio de 2007. Su familia llegó, pero Jalen Rose se retrasaría unos días. Sin embargo, el estado de Jimmy Walker empeoró. Y el 2 de julio de 2007 fallecía a causa del cáncer de pulmón. Jalen Rose no llegó a tiempo. Jamás pudo conocer a su padre.
La prensa nacional acudió para dar un último adiós a Jimmy Walker, una leyenda que nunca ejerció como tal, pero que permanecía en la memoria de aquellos que lo vieron jugar. Jalen Rose se encontraba sentado en un banco, con las manos tapando su rostro, el cual se intuía cubierto de lágrimas. Fue entrevistado, y respondió de forma sincera:
“I was hurt saddened, and selfishly dissapointed that we never got a chance to meet. You want to know something? We were supposed to meet this month, we were supposed to meet this month”.
[Estoy dolido, y siendo egoísta, decepcionado por no haber podido conocerlo. ¿Sabéis algo? Se suponía que nos íbamos a conocer este mes, se suponía que nos íbamos a conocer este mes].
Rose rompió a llorar. La rabia dibujaba su rostro, que volvía a ocultar tras sus manos.
Por un instante, Jalen Rose revisitó su infancia en Detroit. Aquella infancia dura en la peor zona de la Motown, aquella en la que no tenía agua caliente para poder ducharse y tenía que lavarse con agua que calentaban en una pequeña olla. Recordó aquellas tardes con sus amigos, como Hamilton, al que mataron en aquel callejón donde él lanzaba a canasta. Rememoró a aquellos niños que hicieron su infancia más fácil, y le hicieron creer que merecía la pena luchar por lo que querían. Algunos, médicos. Otros, bomberos. Policías, veterinarios. ¿Él? Él quería ser jugador de baloncesto. Por su padre, Jimmy. Por rendir honor a aquello que su padre había dejado en él de sí mismo: el talento innato para el baloncesto.
Jalen Rose nunca conoció a Jimmy Walker. Su vida quedó marcada para siempre, por lo que pudo ser y no fue. Por la carta que no abrió quince años antes. Por la llamada que tardó tanto en hacer. Por aquel papel que entregó Croshere. Por su leyenda en la NCAA con los Fab Five, que recordaba a los grandes momentos de su padre. Y por aquella canasta cerca de casa, en aquel callejón donde vivió la crueldad del mundo, donde le arrebataron de un disparo a su amigo. Jalen Rose vivió con el fantasma de su pasado, el que se marchó con su propio padre, Jimmy Walker.
He just was walking with a ghost. And he was walking by his side.