Jay & Jay, futuro dorado en Boston
- La previa de los Celtics
- Jaylen Brown, 21 años, y Jayston Tatum, 19, quieren escribir páginas de oro en el libro de historia de la NBA
La salida de Pierce y Garnett de los Celtics marcaba el final de una época. Unos días antes huía Doc Rivers rumbo a LA y Ray Allen ya hacía un año que jugaba para el enemigo. El big-3 se había terminado. La base, el cuerpo y el alma del último anillo de los Celtics ya se conjugaban en pasado, como Bill Russell primero, o Larry Bird, McHale, Parish o Ainge más tarde. Pierce y KG salían por el bien común, pero lo hacían rumbo al mega-proyecto de Prokhorov, buscando un anillo junto a Deron Williams, Joe Johnson y Brook Lopez. A cambio, eso sí, los Nets debían hipotecar su futuro.
No fue uno, ni dos, ni tres. Cuatro picks de primera ronda le entregó Billy King a Danny Ainge, junto a Gerald Wallace, Kris Humpries o Marshoon Brooks, además de algunos fillers para cuadrar salarios. En el pack, rumbo a Brooklyn, también salía Jason Terry. Entre Pierce, KG y Terry sumaron 206 partidos; a cambio, habían entregado a James Young (#17 2014), Jaylen Brown (#3 2016), Jayson Tatum (#3 2017) y el pick que permitió a los Celtics conseguir a Kyrie Irving. “Necesitábamos que todo saliera bien. Y todo salió mal, y el plan no estaba previsto para ese caso”, aseguró Bobby Marks, ayudante del GM en aquella época.
Literalmente todo. En el trade para hacerse con D’Angelo Russell, en este pasado draft, mandaron una de las rondas que recibieron de Boston a los Lakers. Habían seleccionado a Kyle Kuzma con esa elección, el que va a ser muy posiblemente el robo del draft.
Un año y medio duró el proyecto, hasta el traspaso de Garnett en febrero de 2015. Pierce, que acabó contrato en junio de 2014, firmó con Washington y KG volvió a casa, a Minnesota. Y entre la temporada 2015/16 y el pasado curso, sumaron solo 41 victorias: un 25% de triunfos. Este año han conseguido ya tres en ocho partidos, un balance esperanzador tras haber ganado a Cleveland, por ejemplo. Pese a la baja de Lin, la mano de Atkinson se nota y la llegada de Crabbe, DeMarre Carroll y sobre todo, un D’Angelo que le da a Brooklyn algo que Billy King y Prokhorov se llevaron: ilusión.
Pero esta no es una balada triste de trompeta, un drama con final feliz al lado este del puente de Manhattan. Esta es la historia de cómo ese traspaso, esa decisión, esa apuesta y el destino, nos permiten disfrutar de las flores que Ainge plantó en el julio de 2013. Jaylen Brown y Jayson Tatum son la gran herencia de un movimiento que marcó la conferencia Este, primero eliminando a los Celtics de la puja, y años más tarde, situándoles como aspirantes a todo. Un todo del que forman parte dos adolescentes, dos imberbes dispuestos a comerse el mundo: Jay & Jay.
DE KOBE A BOSTON PASANDO POR EL #3
Si Jaylen fue la apuesta verde, Jayson es el Vontae Mack de Danny: “Tatum no matter what” que diría Sonny. En el draft de 2016, tras Simmons e Ingram, existía un vacío de dudas y posibilidades, pero Ainge y la gerencia de los Celtics apostaron por Jaylen. En 2017, al contrario, había un objetivo fijo y los Celtics consiguieron, además de a Tatum, un pick extra vía Philadelphia. Dos historias, las de Jay & Jay, que viajan paralelas y se rozan, pero que tienen un origen y un desarrollo muy distinto. El sueño, suyo y de la afición de los Celtics, es que tengan el mismo dulce final.
Jaylen Brown (Marietta, 24 Octubre 1996) tiene tatuadas en la corteza cerebral dos palabras: trabajo y sacrificio. Es la única manera de entender su evolución, su crecimiento. Un personaje especial en un mundo de estrellas y gigantes. Un jugador que se presentó en la NBA sin agente ni representante, que llegó a los workouts de las franquicias vestido de traje y corbata, y que siempre lleva a mano una libreta para apuntar cualquier aprendizaje que pueda recibir a lo largo del día. Un rara-avis.
Jayson Tatum (Saint Louis, 3 Marzo 1998), en cambio, proviene de una estirpe de anotadores compulsivos, impasibles ante la defensa. Nació para jugar al baloncesto: un físico envidiable, unos brazos eternos y una historia de superación. La del niño y su madre viviendo a la intemperie, sufriendo para llegar a fin de mes y luchando por el sueño americano. El de Tatum, jugar en la NBA. Ella es the real MVP, parafraseando a Kevin Durant.
En común, como la mayoría de jugadores de la NBA, los entrenamientos previos a la escuela. Tatum cada mañana, a las 5:30 salía de casa para entrenar durante hora y media antes de entrar en clase. Jaylen Brown igual, con solo un objetivo: “Soy un gran creyente que cuesta 20.000 horas alcanzar la grandeza en cualquiera área”. El ejemplo a seguir, para ambos, Kobe Bryant. “Kobe trabajó esas horas, y yo voy a intentar seguir su modelo”, decía Brown antes del draft. Por eso en la habitación de Jaylen, en California, y en el cuarto de Jayson, en Duke, había un poster con el #24 Laker colgado. El Jordan de su generación.
El destino, con su habitual humor, los puso a ambos en el camino del gran adversario de Kobe Bryant, del enemigo natural de los Lakers en la rivalidad más famosa del baloncesto y del mundo del deporte, si Yankees y Red Sox lo permiten: los Celtics. Y una vez elegidos, convertirse a la religión que se profesa en Boston no es difícil si ves el TD Garden desde dentro, con 17 banners colgados y las camisetas que el techo sostiene; demasiada historia, demasiado peso como para no amarlo. Pero siempre con Kobe como referente, no son incompatibles. Pierce fue laker en su juventud, Isaiah Thomas creció viendo al equipo de Phil Jackson. Pero Boston te abraza.
EL ORGULLO DE VESTIR EL VERDE
Y el bautizo es debutar en el TD Garden. Para Jaylen fue más sencillo: desde el banquillo, entrando por Avery Bradley y ante unos desvalijados Nets, otro guiño del destino. Victoria con 9 puntos, buenas sensaciones. Su primera gran obra, eso sí, fue ante Cleveland, otra franquicia clave en la historia de Jay & Jay, esta, además, rival directa. Sin Crowder ni Horford, Jaylen salió de titular en su sexto partido como profesional: 19 puntos, 50% en tiro y una pista de lo que iba a significar Brown, +15 en pista en una derrota por 6 puntos.
Contra los Cavs, un año más tarde, fue el debut de Tatum. También titular, vio como además a los cinco minutos Hayward decía adiós a la temporada. Con Jaylen al lado, se echó el equipo a la espalda: 14 puntos (12 en la segunda parte), 10 rebotes y la defensa de LeBron. Un debut histórico, solo Bird y Cowens habían estrenado su carrera con doble-doble. Jaylen se fue hasta los 25, otra evidencia de su paso adelante, consiguiendo su máximo de carrera. La suya ya tenía un año de recorrido, pero la de Tatum acababa de empezar.
Desde entonces, 8 ante los Bucks y 14.25 de media en las cinco victorias consecutivas del equipo, siempre como titular y con 50% en triples. De la camada, solo Ball juega más minutos, Markkanen anota más puntos y Collins, junto a Lonzo y Lauri, recogen más rebotes. Pero nadie tira mejor desde más allá del arco ni suma más win-shares. John Collins, segundo, tiene la mitad.
El hype es lícito. Desde su año en Duke, Tatum ha sido comparado con Paul Pierce y la elección de los Celtics solo hizo que intensificar esa odiosa comparativa, a la que el propio Paul Pierce se sumó: “Se parece a una versión veterana de mi cuando era rookie, cuando empecé a hacer el step-back y todo el arsenal en ataque. Como más maduro, un veterano de sexto o séptimo año. Ve la defensa y sabe qué hacer. Y tiene un juego de pies increíble. El cielo es el límite para Jayson”. En lugar de apagar la llama, Pierce lanzó gasolina a una comparación que no resiste ni los números.
“Tiene muy buena actitud, tiene mucho de Jaylen Brown y eso es bueno, no tendrá altibajos tan fuertes como rookie. Tiene los pies en el suelo” decía Brad Stevens de Tatum. “Es un buen jugador, pero puede ser mucho mejor”, añadía. También Horford, tras once años en la liga, reconocía que “está preparado como el que más para la NBA”. Irving, Hayward, Smart, Ainge… todos han hablado bien del forward de Duke. Pero nadie está tan ilusionado como Jaylen, que ya es oficialmente el conductor del tren de Tatum, su mejor amigo en el vestuario y quien incrementa el hype.
UNA PAREJA PARA EL BANNER 18
Cuando Jayson fue elegido, la comunidad de los Celtics en Twitter creó un nuevo nickname para la pareja: 7/11, getting buckets 24h, en honor a la franquicia americana. Jaylen vestía el #7 y Jayson eligió, en un inicio, el #11. Pero tras la salida de Bradley, optó por recuperar el #0 que usó en college, por lo que el mejor mote de la historia de la NBA quedó en desuso. “Traté de disuadirle, al menos un poco, pero lo superaré” decía Brown. “Ya se nos ocurrirá un nuevo nombre para los dos”. Aunque tampoco fue el fin del mundo para Jaylen: “Yo usé el 0 en high-school, lo podía haber cogido, pero me dijeron que se lo dejara a Jayson porque es una princesita y pensé, ‘bueno, está bien’. Pero bastante indiferente”, mientras ríe ante la mirada de Tatum.
Por ahora no ha habido remplazo oficial al nombre, pero Jay & Jay van camino de convertirse en el mejor bromance de la liga, ahora que Kanter y Adams han tenido que romper. Se escriben constantemente, aunque Jaylen "tarde dos horas y media en contestar. Ese es el problema de nuestra relación” explicaba JT mientras sonríe. Esta misma semana publicaban en Improper una entrevista que se hacían el uno al otro. Su año en college, Kobe Bryant y Tracy McGrady como referentes, quién es el mentor de Tatum en el vestuario o la noche que fueron elegidos por los Celtics. “La noche del draft es el día que todos mis sueños se hicieron realidad, la mejor noche de mi vida. Escuchar tu nombre ahí arriba y saber que tus sueños se han cumplido” asegura Tatum.
Más allá de la relación que comparten, Jaylen se deshace en elogios hacia su nuevo compañero: “Su atletismo y versatilidad, siendo capaz de defender a distintas posiciones, son impresionantes. Y su envergadura, cuando llegue playoff, va a ser muy útil”. Y mucho más sin Hayward. “Podemos esperar un gran año de JT, anotar es algo que hace fácil, y lo vamos a necesitar esta temporada”. A día de hoy uno de los máximos anotadres del equipo, por encima de Marcus y al nivel del propio Jaylen o un Horford en estado de gracia. Solo Irving está muy por encima. Y todo, con 19 años.
"Hace 18 meses todavía estaba en high-school. Y ahora lo he conseguido” decía Tatum antes de su primer partido como jugador de los Celtics. Sí, lo ha hecho. Ha cumplido el sueño, y la historia acaba de empezar. La escribe mano a mano con Jaylen Brown, su “alma gemela”. Pero Pierce, el último capitán verde y el espejo en el que mirarse, le dejó deberes por hacer: “Dejé un banner por ganar en Boston, tienes que conseguirlo”. Con Jaylen al lado, claro.
Fuentes: ESPN, NBC Boston, Improper, basketball-reference,
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