El pasado 31 de agosto falleció John Thompson a los 78 años de edad. El mítico entrenador de los Hoyas de Georgetown deja tras de si un legado inmenso y difícil de cuantificar. Probablemente lo primero que viene a la cabeza es que fue la persona gracias a la cual pudimos disfrutar de Allen Iverson o para los veteranos que fue el formador de varios de los grandes pívots que dominaron la liga antaño como Patrick Ewing, Alonzo Mourning o Dikembe Mutombo. Pero probablemente el hecho más relevante de su historia es que fue el primer entrenador de raza negra en ganar la NCAA.  Aunque como el mismo decía reivindicando los derechos de los afroamericanos “podría haber sido la primera persona negra a la que se le dio la oportunidad de competir por ese premio”.

Thompson fue siempre un luchador y una figura clave en el baloncesto universitario y en el avance de los atletas negros, ejerciendo de padre y mentor, como demuestra la importancia que daba al aspecto académico y presumiendo casí más de los muchos de sus jugadores que conseguían el título académico que de ganar el de la NCAA. Lucho contra normas del torneo universitario que consideraba injustas o que afectaban a los deportistas que venías de situaciones más precarias, mientras convertía al programa de Georgetown en un modelo ganador y formador de estrellas NBA.

Su palmarés deportivo confirma que su importancia en el baloncesto universitario está a la altura de los más grandes:

  • Campeón NCAA en 1984
  • Tres Final Four
  • Seis campeonatos del Big East
  • Miembro de los Hall of Fame de NCAA y NBA
  • 596 victorias por 239 derrotas
  • Récord de 24 apariciones seguidas en postemporada
  • 3 veces ganador del premio a entrenador del año

EL GRAN FORMADOR DE PÍVOTS FUE EL “PADRE” DEL MEJOR JUGADOR LIBRA POR LIBRA

John Thompson fue una figura totalmente relevante por si sola e influyó en múltiples vidas, no solo a efectos del baloncesto profesional, pero siempre que se habla de un entrenador NCAA es inevitable hablar de los jugadores a los que formó y que tienen la base de su triunfo en la etapa formativa que pasaron por sus manos. En ese aspecto también Thompson podía presumir de un legado difícil de igualar.

Como jugador, Thompson disputó sus dos temporadas NBA siendo suplente de Bill Russell y entrenado por Red Auerbach en aquellos Boston Celtics dominadores y gracias a los cuales lució dos anillos de la NBA. Con ese historial y habiendo sido el mismo un jugador interior, parecía claro que una de sus virtudes fuera la formación de pívots y así fue. Por sus manos pasaron varios de los pívots que dominaron la NBA en los 80, 90 y los 2000. Patrick Ewing fue su discípulo más aventajado y con el que ganó la NCAA. Atrajo hacia el baloncesto a Dikembe Mutombo y lo convirtió en un cuatro veces mejor defensor de la NBA, quitándole el premio la mayoría de las veces al que fue su compañero universitario Alonzo Mourning. En total Thompsom podía presumir de haber formado a tres pívots que acabaron formando parte del Hall of Fame.

Por eso uno de sus mayores éxitos tanto profesionales como personales está en la figura de Allen Iverson. El formador de pívots fue el que posibilitó que disfrutásemos del que muchos consideran “el mejor jugador libra por libra” de la historia, haciendo referencia a la capacidad de “The Answer” de estar a la altura de los más grandes con su escaso tamaño. Como todo en la vida de Thompson, su historia con Iverson trasciende el ambito del baloncesto, ya que el joven Allen era un jugador problemático y venía de un incidente en una pelea de bar que pudo acabar con su carrera antes que empezara. Thompson lo acogió en su seno y ejerció de figura paterna en todos los ambitos de la vida de Iverson. Nunca sabremos que habría pasado con el prolífico anotador de no ser por Thompson, pero no parece disparatado asegurar que sin el mítico entrenador de los Hoyas se podría haber quedado en otro juguete roto dentro de una sociedad que John se esforzaba en cambiar.