Kevin Durant era uno de los principales atractivos del mercado veraniego de la NBA, el alero de Washington es uno de los mejores jugadores del mundo y la decisión en torno a su futuro iba a ser determinante.
La polémica tardaría en surgir, Kevin Durant tomaba una controvertida decisión y dirigía sus pasos hacia la Bahía de San Francisco para formar parte de uno de los mejores equipos del planeta: los Golden State Warriors.
Los Warriors, desde la llegada de Steve Kerr a su banquillo, han asombrado al mundo con un baloncesto de ineludible atractivo ofensivo y admirable capacidad destructiva. Tras ganar un campeonato, y firmar la mejor temporada regular de la historia parecía complicado poder adquirir la pieza más cotizada del mercado, sin embargo Bob Myers y su equipo lo han vuelto a hacer.
LOS SACRIFICIOS DE CONTAR CON DURANT
Pero, como es obvio, para conseguir contar con los servicios de Kevin Durant los Warriors han tenido que sacrificar piezas elementales de los esquemas de Steve Kerr. El espacio salarial que requería el fichaje del mejor anotador de la liga (al menos bajo la opinión de quien os escribe), suponía quebrar la hegemonía de un equipo construido minuciosamente para ganar.
Quizás la mayor pérdida para los Guerreros de la Bahía sea la de su ancla, y protector interior, Andrew Bogut. El australiano era una pieza elemental para la pizarra de Steve Kerr, tanto por su enorme calibre defensivo, como por su infravalorado valor ofensivo. Bogut era el ancla de los Warriors, el elemento diferenciador que permitía a los de Kerr ser enormemente agresivos lejos del aro. Pero es que, además, el aussie cumplía con un papel infravalorado pero esencial en la fluidez ofensiva que ha maravillado al mundo, con Bogut los Warriors contaban con un center capaz de generar juego gracias a su excelente capacidad de pase y visión de juego.
A la salida de Bogut, dirección Dallas, se unía Harrison Barnes; el “Halcón Negro” ha sido titular indiscutible del equipo campeón, y pese a que no ha terminado de explotar todas las virtudes que se le adivinan, es un sólido jugador de grupo, capaz de aportar de todo en la cancha y que cumplía un papel de pegamento que hacía posibles éstos Warriors. Es cierto que su posición es la que queda cubierta de manera más natural, y reforzada de hecho, con la llegada de Durant. Pero no deja de haber sido una pieza importante del engranaje de un equipo campeón.
Una de las facetas que más escamoteadas salen del sacrificio por Durant es la segunda unidad, gente como Leandrinho Barbosa, Festus Ezeli, Brandon Rush o Marreese Speights han tomado diversos caminos, y han resquebrajado la integridad de la segunda unidad de Steve Kerr.
Para paliar todas estas salidas los Warriors han hecho un gran trabajo éste verano, conscientes de la necesidad de reforzar al equipo más allá de la llegada de Durant. Así han conseguido atraer a piezas como Zaza Pachulia o David West que prometen hacer olvidar a los que se fueron.
Aquí, una vez más, Steve Kerr deberá demostrar su maestría y acoplar de manera eficiente y rápida todas las nuevas piezas.
LA ADAPTACIÓN DEFENSIVA
Uno de los cambios más grandes que deben producirse en los Warriors de Durant, debe ser a nivel defensivo. Cambiar una pieza como Harrison Barnes por otra como Kevin Durant, a nivel ofensivo es sencillo imaginar la enorme cantidad de ventajas que genera, pero a nivel defensivo requiere muchos cambios.
El primero, y el más importante, depende del propio Kevin: sabe que le han pedido un esfuerzo extra a nivel defensivo y que tendrá que trabajar mucho más en la fase oscura del juego. Harrison Barnes era una pieza muy importante en éste área por lo que el nuevo alero de los Warriors deberá dar un paso adelante. Steve Kerr sabe lo que quiere de él, y le ha mostrado la necesidad de contar con el Durant que se vio en las Finales de Conferencia la pasada campaña.
Por otro lado, el cambio en Golden State debe ser más global, y pese a la confianza que existe en el papel que vaya a cumplir Zaza Pachulia es complejo que pueda rendir al nivel que requiere del sustituto de Bogut. Si los Warriors no tienen la seguridad de un protector interior no podrán ejercer su agresiva y arriesgada defensa exterior.
LA TRANSFORMACIÓN OFENSIVA
Si a nivel defensivo Durant debe tomar responsabilidades y trabajar para sumar, en el aspecto ofensivo está obligado a transformarse por completo. Hasta ahora, en Oklahoma, ha dispuesto de toda la permisividad del mundo para amasar balón, y generar a partir de sus capacidades ofensivas con el balón en la mano. Sin embargo en Golden State esto deberá cambiar.
Los Warriors son uno de los equipos que mejor se pasa el balón de la NBA y uno de los que genera mayor cantidad de espacios, y ambos son elementos que requieren de un excelso trabajo sin balón por parte de todo el conjunto. Hasta ahora Curry y Thompson han demostrado ser capaces de ser una amenaza constante alejados del balón, y permitiendo a otros compañeros que generasen con él.
Así pues, Durant pasará de un extremo al otro del juego. Su peso en el uso ofensivo deberá cambiar drásticamente, por lógica reducido. Los balones le llegarán, y de sus virtudes ofensivas poca duda existe, pero de su buen trabajo sin balón dependerán muchas de las aspiraciones del equipo de la Bahía de San Francisco.
Pero si vamos un poco más allá, una de las armas más poderosas de Steve Kerr es su “Death Lineup”, es decir, su quinteto de la muerte; aquel con el que pone sobre la pista cinco jugadores que dominan el arte del bote-pase-tiro, la pasada campaña eran los: Curry-Thompson-Iguodala-Barnes-Green. Ésta temporada multiplicará exponencialmente el potencial de éste arma cambiando a Barnes por Durant, pero deberá exigir a Kevin un esfuerzo grande.
LA QUÍMICA DE UN EQUIPO CAMPEÓN
Puede que sea uno de los aspectos más infravalorados de los Golden State Warriors de Steve Kerr, y sin embargo es un elemento fundamental para entender sus éxitos. La llegada de Durant hace cuestionarse las cosas de nuevo, son muchos cambios los que se han producido, muchas las caras nuevas y muy grandes los cambios. Y todo ello afecta.
Afecta, esencialmente, a una parte fundamental de cualquier equipo y cualquier disciplina deportiva de grupo: los roles. Hasta ahora en la Bahía de San Francisco todo el mundo conocía su rol y lo ejecutaba a la perfección, lo que directamente influye a la buena química grupal. Los Warriors producían dos efectos a todo enamorado del mundo de la pelotita naranja: te pegaban directamente a la pantalla y te hacían sonreír. Y ésta segunda capacidad se producía por simple y pura empatía, los de Kerr se divertían, reían, y nosotros lo hacíamos con ellos.
Ahora, con todos los cambios que han asumido éste verano, el reto es mayúsculo. Es cierto que la esencia está ahí, que pilares como Draymond Green, Klay Thompson o Stephen Curry se mantienen, pero la duda existe; ¿serán capaces los nuevos Warriors, con Durant, de hacernos sonreír de nuevo?