“El valor de un jugador puede medirse por la cantidad de balones que recibe. Pero aún más por el número de ellos que ni espera” (Gonzalo Vázquez, Psicobasket XLV).

 
Replanteando esta afirmación pueden surgir dos nuevas preguntas, ¿cuál es el valor de un jugador cuando es el único conocedor del lugar a donde va a llegar el balón un instante después? ¿Cómo se mide la inteligencia de un jugador y su imprevisibilidad a la hora de atacar el aro?
Son pocos los elegidos por el balón naranja para disfrutar de él de esta manera y que por tanto, son capaces de responder al menos a la primera pregunta. Estos jugadores trascienden más allá del juego y se instalan en la memoria colectiva traspasando épocas y generaciones. Claros ejemplos son Pete Maravich, Magic Johnson o Steve Nash. Pero este pequeño homenaje va enfocado en la figura de Jason Williams que forma parte de nuestro serial de “Qué fue de aquellos jugadores NBA por donde han pasado Latrell Sprewell, Brandon Roy o Gheorghe Muresan“.
 
En el diminuto pueblo de Belle, West Virginia, se crió en un trailer junto al DuPont High School, del que su padre, militar, era guarda de seguridad. Antes de su llegada al instituto, el pequeño Jason disponía ya de las llaves del gimnasio dónde pasaba largas tardes jugando sin ningún tipo de presión. Agradecido por esos años cuenta que “mi padre nunca me incitaba a jugar, lo hacía yo conmigo mismo. Cuando tenía once años, amaba el baloncesto. Más que la mitad de los jugadores de la liga”
No fue hasta sus quince años, en 1990, cuando empezó a jugar baloncesto organizado. Rápidamente, lejos de ser un capricho del destino, se convirtió en la estrella del instituto al lado de la leyenda de fútbol americano Randy Moss, que llegaría dos años más tarde. Ambos probaron tanto un deporte como el otro, con Williams siempre de organizador como quarterback y base, algo que estrechó una relación que se veía reflejada en los múltiples alley-oops que enviaba el joven base por correo certificado a la futura estrella de la NFL. 
Fue en esos dos cursos, 1992/93 y 1993/94, en los que “Chocolate Blanco” -siendo junior y senior- llevaría al equipo hasta altas rondas del campeonato estatal. Alcanzaba su pico en su temporada senior en la que promedió 18 puntos y 10 asistencias, números que llevó a su equipo a la final estatal donde no pudo hacerse con el primer lugar. Se marchó como el máximo anotador de la historia del instituto con más de 1000 puntos además de 500 asistencias durante esos cuatro años.
 
youtube://v/ePOVZVttdV4
 
Su llegada al college no fue especialmente llamativa pues en la época previa a la llegada de internet solo llamó la atención a los scouts más cercanos que se acercaban a la minúscula Belle. Tuvo ofertas de varias universidades, la que más le atraía en un principio fue St. John’s University en New York, a su padre Providence. Así pues, emprendieron un viaje por la Costa Este visitando ambas universidades. Años después, la estrella de DuPont reveló la respuesta de su progenitor tras su paso por New York: “No, tú no vas a estudiar en St. John’s, de ninguna manera”.
Quedaba Providence y su entrenador, Rick Barnes, con él que había conectado rápidamente pero que le dejaba en la estacada marchándose a Clemson. Finalmente, con una incursión de tres días en la Fork Union Military Academy de Virginia, se decidía por una universidad más pequeña de la Division-II, se marchaba no muy lejos de su casa, a Marshall University. 
La razón fue un jovencísimo desconocido por aquel entonces: Billy Donovan.
 
Pasaría cuatro años consecutivos dirigido por su gran valedor en los que tan solo jugaría cuarenta y ocho partidos. Demasiados obstáculos y algunos problemas. 
La primera temporada la pasaría como redshirting- podía entrenar pero no podía jugar ningún partido- por lo que el año siguiente sería freshman aconsejado por Donovan. Finalizaba el curso 1995/96 con 13 puntos, 6 asistencias y con la noticia de que el joven entrenador, de 30 años por aquel entonces, se marchaba a entrenar a los Gators de Florida, ya en la Division-I. “J-Will” seguía sus pasos, algo que le acarrearía una temporada de suspensión al transferirse a otra universidad. No le importaba mientras pudiera seguir aprendiendo de Billy Donovan.
Volvería de vuelta en la 97/98. Una temporada extraña, con el recorrido de una montaña rusa, alternando espléndidas actuaciones tales como sus 24 puntos en una destacada victoria ante Kentucky o sus 17 asistencias (récord del programa) ante Duquesne con tres suspensiones por consumo de marihuana con las que sería excluido del equipo para el resto de la temporada. Y aún estábamos en febrero. Jason siguió trabajando duro durante esos meses apartado con el fin de ser escogido en el Draft de la NBA. Además, sus 17 puntos y casi 7 asistencias le avalaban. 
 
Quizás estas declaraciones de Billy Donovan nos muestra de una manera metafórica aquella temporada en Florida y, por qué no, su carrera deportiva: “Él es un artista . Yo siempre contaré esta historia sobre Jason. Él se perdió una clase, le pillé y le obligué a correr en el gimnasio. Un par de días después hice lo mismo después de llegar tarde a una tutoría. Él tuvo otro problema y, de nuevo, volví a hacer lo mismo. Así que una semana después vino a mi oficina y me dijo, ¿entrenador, qué tal si no vuelvo a ir a clase y me levanto a las 6 de la mañana para salir a correr? Jason fue un chaval complicado porque no era un fan de las clases y amaba el baloncesto más que nadie, tras entrenar se iba a las pistas de la universidad a jugar con el resto de estudiantes durante tres horas más. Todo lo que quería era jugar”.
 
El 24 de junio de 1998, David Stern saldría por séptima vez al estrado para anunciar el nombre del de West Virginia. Literalmente pasaba de ser casi un desconocido a ser la primera elección de Sacramento Kings en aquel draft previo a la temporada del lockout, la de los 50 partidos. Más tarde diría que “no esperaba salir tan alto, aunque fui a esos entrenamientos y estaba en la mejor forma de mi vida”.
Paralelamente, cogía las riendas del equipo Rick Adelman que afrontaba un equipo plagado de jóvenes liderado por Vlade Divac y Chris Webber. Desde que pisara Sacramento por primera vez, su integración en la ciudad fue excelente, tanto con los fans como con la plantilla y los entrenadores. Se formó un gran equipo, aquel que desembocaría en las famosas eliminatorias contra los Lakers de Kobe y Shaq.
 
 
En su temporada de novato tuvo plena libertad para desarrollar su juego. “Chocolate blanco” copaba los podios de las mejores jugadas cada noche con pases que se escapaban al instinto y hacían levantar del asiento al espectador. Adelman apostó por un juego vistoso y divertido y le salió bien, también tenía piezas para ello. Recuerda Jason Williams la confianza que recibió desde el cuerpo técnico cuando en su primer partido el entrenador le dijo “si sales ahí, das un pase por la espalda y acaba fuera de banda, no te preocupes, la próxima vez haz el pase con la mano izquierda”. Esto último quizás le pueda sonar a un tal Ricky Rubio. Para deleite del espectador, ese año dejaría jugadas de una calidad insuperable que han quedado en la memoria de los que lo pudieron ver aquel año y también de los que hemos disfrutado años más tarde gracias a Youtube. La finta a Bibby, el crossover a Gary Payton o el mitificado “elbow-pass” durante el partido de Rookies son algunas de ellas.
La corta 98/99 se saldaría con un balance de 27-23 y su designación en el mejor quinteto de rookies de la temporada. El mejor ataque de la liga -fueron los únicos que alcanzaron los 100 puntos por noche- alegraba y resurgía a la NBA de su etapa post-Jordan a la vez que conseguía reducir el protagonismo de los sistemas defensivos de aquellos días. Acababa la temporada perdiendo en 5 partidos (3-2) ante Utah Jazz después de desaprovechar una ventaja de 2-1.
 
El comienzo de la temporada 1999/2000 arrancaba con la noticia de que la camiseta de los Kings con el 55 a la espalda era la quinta más vendida en el último año. De hecho, en la tienda oficial de Sacramento se vendía a 130$, el doble que la camisa de cualquier otro “King”. 
Sin quererlo estaba construyendo el puente junto a Iverson, protagonistas ambos de trasladar el baloncesto underground a las canchas más exigentes del mundo, entre la retirada de Jordan y la reaparición de Los Angeles Lakers como nueva pequeña dinastía
 
Continuaba la tónica de su temporada rookie estableciendo una conexión aún mayor con los estandartes del equipo, Webber y Divac que les hacía ganar 44 partidos. Nada cambiaba, a pesar de los intentos fallidos de Adelman por controlar a aquel caballo desbocado atacando la canasta rival, tenía claro que sus 3,7 pérdidas por noche eran un lastre con el que el técnico no iba a cargar. Noche tras noche dejaba algo con lo que el aficionado se volvía a casa con una sonrisa en la cara o con un gesto de incredulidad ante una jugada que pocas veces volvería a presenciar. En playoffs naufragaban ante aquel huracán que eran los Lakers de esos años en 5 partidos, de nuevo 3-2, en lo que sería la primera serie de una lucha que finalizaría dos años más tarde con ese séptimo partido en Sacramento.
 
En julio de ese año 2000, Williams sería sancionado con cinco partidos sin jugar por dar positivo en un test antidrogas. Desde luego la temporada no empezaba bien, algo que se sumaba a la fría relación con el cuerpo técnico después de que se quedara sentado en los últimos cuartos de todos y cada uno de los cinco partidos de playoffs. Gozaría progresivamente de menos protagonismo conforme pasaba la temporada. Sin embargo, se irían a 55 victorias aquel año 2001 siendo, una vez más, el conjunto más productivo de la liga que añadía a jugadores como Bobby Jackson, un gran defensor como Doug Christie o Hedo Turkoglu. Derrotarían a los Suns de Jason Kidd en cuatro partido aunque a la postre serían barridos por el conjunto angelino dirigido por Phil Jackson.
 
Williams jugó tan solo 55 minutos en los últimos tres partidos de post-temporada por decisión técnica. Algo que se explica fácilmente a través de estas declaraciones de Rick Adelman tras el primer partido ante los Suns: “En el juego hay algo más que hacer las cosas tan rápido como puedas y esperar que algo pase en ataque. Tienes que pensar en la situación de partido pero no creo que llegue a ese punto hasta que no trabaje en su juego. Creo que es lo que tiene que hacer, no solo salir ahí fuera y tirar”. El resultado fue su traspaso a Memphis a cambio de Mike Bibby en el verano de 2001 y con ello vendría la “estandarización” en la dirección de juego de “Chocolate blanco” siendo este mucho más ordenado y ralentizado.
 
 
En Memphis se encontraría con un novato Pau Gasol y con un Sidney Lowe que sería despedido la temporada siguiente para que cogiera las riendas del equipo Hubie Brown. Viviría sus años más completos como director de juego y anotador en una franquicia en plena reconstrucción que no alcanzaría los playoffs hasta la 2003-04. Entre la 2001/02 y la 2002/03 promediaría 13 puntos y 8 asistencias por noche pero obteniendo una pírrica marca de 51 victorias en dos temporadas
Llegados a este punto, es necesario contar la fría relación que había entre Jason Williams y Hubie Brown debido a las críticas del técnico al jugador en su primer periodo en Sacramento, mientras Brown era analista de televisión. Por si no fuera poco, el hijo de Brown, que ejercía de asistente se enfrentó en varias ocasiones con el base de West Virginia. El GM por aquel entonces, Jerry West, intentó buscarle acomodo en otra franquicia para cortar de raíz el ambiente tóxico que predominaba. 
En el traspaso más grande de la historia de la liga -hasta once jugadores implicados- la magia del base volvía a Florida a jugar en los Heat junto a Wade y O`Neal en el verano de 2005. El balance que dejaba en Memphis consta de dos clasificaciones a playoffs sin ninguna victoria y la primera temporada de los Grizzlies con 50 victorias.
 
Deseo expreso del propio Shaq que ya le quería en su tiempo en Los Angeles, le pidió a Pat Riley que fuera uno de los bases de la franquicia junto a Gary Payton. Dicho y hecho, porque desde 1998 se había fraguado una gran amistad entre Shaquille y Jason hasta el punto de llegar a ser vecinos en Orlando. Muchos recordarán la temporada 2005/06 por la vuelta de Riley a las finales NBA con Wade como principal estandarte de ese equipo. Vencerían en seis partidos a Dallas Mavericks con Williams jugando 30 minutos de media en las Finales y se harían con el anillo de campeones.
Tras llegar a su techo deportivo, el año siguiente Chicago infligiría una derrota dolorosa en primera ronda barriendo a los Heat en cuatro partidos. “Chocolate blanco” veía como sus números iban en declive por culpa del paso de los años mientras las lesiones arreciaban. Anunciaba su retiro al término de la temporada 2007/08 en la que no consiguió entrar en playoffs
 
Sin embargo, incapaz de abandonar una pista de juego, volvería en 2009 de la mano de Orlando Magic. Jugó los 82 partidos con un rol secundario. Casi 20 minutos por noche que ayudarían al conjunto capitaneado por Dwight Howard a alcanzar las Finales de la Conferencia Este. Caerían en seis partidos ante los Celtics del “Big three”.
Una temporada más tarde y con 35 años alternaría el año entre Orlando y un breve regreso a Memphis donde su presencia era casi testimonial. 
Finalmente pondría fin a su carrera en abril de 2011.
 
youtube://v/HV2SWh_nOEA
 

¿DÓNDE ESTÁ? ¿QUÉ HACE AHORA?

Tras su retirada, el mítico número 55 se dedicó a su familia llevando una vida alejada de los medios de comunicación, rara vez dio alguna declaración o entrevista durante sus primeros años de retiro. Recordemos que Williams había tenido multitud de discusiones con periodistas mientras era profesional o incluso sus polémicas declaraciones tras hacer uno de los pases más inverosímiles en la historia de la liga: “Lo hice, así que no vengáis todos a preguntarme cuando lo voy a hacer de nuevo”.
En esos años se instaló en Orlando jugando en la liga ProAm de la ciudad además de hacer una gira por China con su equipo. Cuenta que desde que se retiró ha estado jugando a baloncesto entre dos y tres días a la semana además de ejercitarse en el gimnasio prácticamente de forma diaria. 
 
En los últimos años se ha mostrado mucho más abierto a conceder declaraciones y conceder entrevistas a medios de comunicación. En una de ellas destaca su gusto por el golf además de admitir, con determinación, que “soy demasiado irresponsable para ser entrenador. Si tengo que estar entrenando mañana a las 3 y un amigo me ofrece ir a Augusta a jugar al golf, yo iría antes a Augusta”.
 
En 2016, salió de nuevo a la palestra por unas polémicas declaraciones atacando a Charles Barkley. Williams calificó al “gordo” Barkley como “un perdedor que nadie quería tener en su equipo” cuando le preguntaron sobre la decisión de Kevin Durant de firmar con los Golden State Warriors. 
Sus últimas apariciones han sido en el partido de los famosos del All-Star de 2017 en el que repitió su famoso pase con el codo además de su fichaje por uno de los equipos de la liga “BIG 3” creada por Ice Cube. Iba a compartir equipo con Rashard Lewis, Kwahme Brown y Mahmoud Abdul-Rauf cuando se lesionó en el primer partido de liga.
 
Hasta aquí el repaso a una trayectoria marcada por la diversión, la generosidad hacia el aficionado y la espectacularidad de un jugador irregular durante su carrera pero inolvidable en la memoria de casi cualquier aficionado de la NBA.