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En lo deportivo, su rol se centraba en el apartado defensivo. Su envergadura, unido a un aceptable salto para alguien tan grande, hizo que se convirtiera en un excelso taponador, promediando más de tres bloqueos por encuentro, y en un decente reboteador, aunque su insuficiente peso era un gran hándicap en su contra. Durante toda su carrera se intentó que adquiriera kilos a base de dietas basadas en grasas, pero sólo se consiguió que llegara a los 91 kilos, ya que su organismo le impedía engordar. En ataque nunca fue un jugador importante. Su poco conocimiento del juego debido a su inexperiencia, provocó que en muchas ocasiones no se contara con él para los sistemas de ataque, quedándose aislado de las jugadas en la línea de tres. Por ello, cuando llegó a Golden State Warriors, comenzó a atreverse a lanzar más allá de los 6,75, llegando a tirar más de un triple por partido y consiguiendo porcentajes decentes para un pívot.
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Cómo pudo cambiar su vida en aquella medida de repente es algo que seguro que aún se pregunta. Todo se torció y una nube negra se instaló en la apacible vida del interminable africano. Su altura comenzó a pasarle factura, en forma de artritis, lo que le generaba ocasionalmente fuertes dolores, debido a la práctica del deporte profesional. El calendario de la NBA era ya demasiado exigente para él, por lo que decidió acabar sus días deportivos en ligas menores como Uganda y Qatar. Económicamente, su falta de visión para los negocios (perdió muchísimo dinero entre una mala inversión en un club--restaurante en Washington DC), y ciertos engaños de personas que se aprovecharon de él, unido a sus constantes ayudas a su pueblo, provocaron que el querido Bol viera cómo su fortuna menguaba hasta el punto de tener que malvender sus casas de Egipto, Maryland y Sudán. Los dolores en sus articulaciones se acrecentaban con el paso del tiempo, pero ya no podía permitirse un tratamiento digno, lo que le llevó a apurar su fama mediática participando en la liga de hockey o en exhibiciones de boxeo, pero su economía seguía siendo un problema.
El drama de Manute, sin embargo, no había hecho más que comenzar. Su mujer se divorció de él, dejándole a cargo de sus cuatro hijos, a los que luchaba por mantener como podía, y con los que vivía en los suburbios de Sudán. Con ella protagonizó desagradables incidentes como en una ocasión en la que la policía tuvo que irrumpir en su casa ya que tras una pelea, los dos se agredieron mutuamente. Por si esto fuera poco, en 2004, sufre un grave accidente de coche en un taxi en el que el taxista muere, y en el que el africano se rompe el cuello, un brazo y una pierna, que se tradujo en utilizar un largo bastón de por vida debido a la cojera. Los cuidados que requería la rehabilitación eran demasiado costosos para él, por lo que Bol estaba cayendo en un pozo del que parecía que nunca conseguiría salir, pero en los peores momentos, excompañeros suyos como Tim Hardaway, Mitch Richmond y en especial su inseparable Chris Mullin, no dudaron en ayudar económicamente al que ellos consideraban como un gran amigo. Así consiguió salir adelante el honrado sudanés, aunque eso sí, con grandes dificultades.
Hoy en día, con 48 años, el Dinka vive en Sudán de la pensión que la NBA concede a todos los jugadores retirados que han militado por lo menos tres años en la liga. En su caso le corresponden 48.000 dólares tras ocho años prestando sus servicios. Eso es mucho dinero en su país, pero seguramente no hay muchos jugadores que necesiten tanto esa paga como él. Sin embargo, su artritis ha ido en aumento hasta el punto de tener grandes dificultades para convivir con sus sufridos dolores, especialmente en muñecas y rodillas. La vida de Manute no está en peligro pero sí tiene serios problemas para andar.
Aún así, no se ha olvidado de las dificultades de su pueblo evidenciando que su mejor partido no lo jugó en una cancha de baloncesto, y de una forma u otra, sigue luchando por su país. Allí aún sigue el conflicto y ha provocado que su tribu prácticamente se haya extinguido. Por ejemplo, en 2006 lideró una marcha pacífica que se inició en Nueva York para desembocar en Washington en protesta por los genocidios y la esclavitud actual que vive la población sudanesa, solicitando el apoyo del gobierno de los Estados Unidos. Actualmente trabaja en su país, Sudán, como asesor en una especie de ONG-Organización sin ánimo de lucro llamada SUDAN SUNRISE.
La vida le dio mucho, pero luego, injustamente, le ha quitado demasiado a alguien cuya calidad humana era superior que sus 231 centímetros, cuya simpatía dejó un legado de amigos en la cancha, y todo un ídolo para un país como Sudán, que sin duda estaba necesitado de héroes como él.
Colaboró Miguel Ángel Paniagua
Comentarios
gran articulo. si hubiera sabijo jugar...
Muy buen articulo. Recuerdo que hace años coincidio en la cba en un partido contra darryl "gorila" dawkins (tambien "trueno de chocolate"), siendo los dos muy veteranos. Una vez, en uno de esos partidos, un arbitro le pito falta a manute, y este le espeto un: "perdone, no sabe usted quien soy yo?", llevandose la consiguiente tecnica jeje
Una pequeña puntualización. No estuvo en la Universidad de Connecticut (la de los Emeka Okafor, Richard Hamilton, Rudy Gay, Ben Gordon y compañía), sino en la de Bridgeport, cercana geográficamente (mismo estado) pero muchísimo menor en prestigio y en nivel deportivo (Division II).
Que grandísimo artículo. Gracias
BRAVO!!!
Buen artículo pero otra puntualización: no creo que saliera de una tribu del Sur de África, ya que Sudán está en la mitad norte del continente negro...
Me ha encantado. Muchas gracias
Fenomenal artículo. Muchas gracias y Feliz año a Todos