Blanco o negro. Bueno o malo. Arriba o abajo. El mundo, cada vez más constreñido por las prisas del día a día, ha olvidado la existencia de la escala de grises. Lo que evita que una mala racha, un mal momento, enturbie un buen legado, una buena carrera. Aunque cada vez sea más y más difícil. Carmelo Anthony, sin equipo y expectante, puede dar buena muestra de ello. Un año y medio malo ha hecho que todo el mundo olvide una carrera anotadora pocas veces vista, y que prometía una gloriosa entrada en el Hall of Fame cuando se retire. Algo que no puede ser puesto en duda.
Y lo mismo le sucede, o le puede empezar a suceder, a Draymond Green. En menor medida, evidentemente, porque tiene mucha carrera por delante para revertir la situación, pero la gente que siempre ha dudado de su valía está aprovechando este primer bajón en su carrera para reforzar sus argumentos. Bajón en lo deportivo, y en lo respectivo a la rumorología. Porque si 2016 fue un verano histórico en Golden State, 2019 puede volver a serlo, pero por motivos diferentes.

Pero antes de tratar esta cuestión, vayamos por partes. Porque las estadísticas no están de su parte, y las sensaciones tampoco.
¿Es el tiro el mayor de sus problemas?
Si uno piensa en el esteticismo, en el estilo, en la forma de jugar de Draymond Green, las imágenes que se vienen a la cabeza son claras y precisas. Lanzamiento exterior poco ortodoxo, gran IQ y visión de juego, el “trashtalk” por bandera y trabajo sucio como característica. Hasta ahí todo bien. Pero también aporta desequilibrio, velocidad en la transición de uno de los equipos con mayor ritmo de la competición, y personalidad. Y esto, que se basa en la dimensión ajena a la estadística, también se puede catalogar, comparar, y comprender. Porque el Dray de hace 1 año no es el de ahora.
Pero primero vayamos a su problema más evidente. El tiro. Siempre se ha criticado su técnica, por ser lenta y poco eficiente, pero hasta el momento aportaba muchas posibilidades a los de Steve Kerr, al abrir la zona, facilitar el movimiento de balón, suponer una amenaza más y permitir las penetraciones de Durant o los cortes hacia canasta de Klay o los pívots. Y aunque en el mejor equipo “tirador” de la historia -dos de los cinco mejores juegan en él- no ha destacado nunca en esta faceta, siempre se había mantenido en el 30% o más, llegando a promediar en alguna ocasión en PlayOffs más del 40%. Y este año está en menos de un 25%. Y si comparamos el año pasado con este no parece que haya tales diferencias como se está comentando los últimos meses. O al menos a primera vista.
Comparando ambas Regular Seasons, no encontramos en el cuadro de tiro (sacado de Swish 2.0) una gran distinción en el acierto desde fuera, pues da la sensación de que en ambos casos es bajo y/o limitado, y que es un problema que no parte de esta temporada. Y aunque esto lleva su parte de razón, hay otro hecho mayor y que es incluso más conflictivo; la cantidad. El número de lanzamientos está muy descompensado y aunque este curso se ha perdido encuentros por lesión, una sencilla regla de tres nos ayuda a establecer que, habiendo jugado 44 partidos y lanzado 110 veces desde el triple, de llegar a los 82 partidos se acercaría a la figura de los 200. El año pasado, en 70 jornadas, tiró 256 veces de 3. Y aquí está el verdadero quid de la cuestión.

Y yendo posición por posición el dato asusta más si cabe. La frontal siempre ha sido la posición predilecta de Green a la hora de lanzar. Ya fuera tras un pick&pop, un cambio del sentido de balón hacia el lado débil, un extra-pass o un tiro tras bote, la mayoría de sus lanzamientos venían desde este lugar en concreto. El curso pasado efectuó 134 lanzamientos desde esta localización, con un 33% de acierto en los mismos. Este curso lleva 27 tiros lanzados con un 26%. Una diferencia muy preocupante que resulta alarmante conforme se siguen comparando el resto de posiciones. Desde los 45º de la izquierda ha pasado de 64 a 20 (y de 28% a 25%), desde la derecha la bajada está siendo de 41 a 6 (y de 32% a 17%), y desde las esquinas el bajón ha sido más cuantitativo (de 17 a 8) que cualitativo (del 11% al 25%).
Dejando de lado este aspecto, el que quizá salta antes a la luz, hay otros que también deben ser comentados, siendo el primero de ellos su capacidad de organización. Si alguien decide observar sus estadísticas de forma superficial, puede pensar que no hay un empeoramiento en este aspecto de su juego, pero no es así. Pues ha bajado en cantidad de pérdidas, pero no en % (un 4% más que el año pasado), hay una mayor proporción de balones perdidos en bote por el total de sus pérdidas, además de tener el mayor ratio de pérdida de su carrera y de encajar en el mes de febrero 12 puntos tras pérdida, su segundo peor mes del curso, seguido por los 14 de noviembre. Y para poner en contexto este último dato, añadir que Westbrook, Lowry o CP3, que suman más asistencias que él y cometen más pérdidas, no han tenido meses tan negativos.
Y lo último es la defensa. El aspecto por el que más reconocimiento, galardones, piropos y prestigio ha recibido está siendo otro de los puntos débiles de la temporada del 23 de los de la Bahía. Este año le anotan un tiro más que el pasado, realizan ante él 1.5 tiros más desde el perímetro, y aunque esta diferencia se compensa con los tiros de dos, donde le tiran uno menos, el rival anota los mismos igualmente. Continuando con los tiros de 2, dentro de la zona efectúan el 60% de sus tiros, anotando los jugadores de los otros equipos un 62% en este aspecto. Y esto se debe destacar porque el año pasado la frecuencia de lanzamiento a menos de 6 pies del aro era del 37% y este año ha bajado al 34%, mientras el acierto y la cantidad de tiros ha subido.
La ingeniería económica de los warriors… ¿green como detonante?
Kevin Durant, Klay Thompson y DeMarcus Cousins serán agentes libres este próximo verano, y con toda certeza los 3 buscarán un máximo -o el mayor dinero posible que les ofrezcan-, sin seguridad de que vaya a ser en Oakland. Klay es el “Splash Bro” de Steph, Durant es la segunda parte de una de las mejores parejas de toda la historia, y DeMarcus es, sano, el mejor pívot de toda la competición. Y alguno de ellos abandonará los Warriors. Y si “Boogie” es el que abandona el barco, KD o Klay probablemente le sigan, lo que puede propiciar una situación preocupante para Myers y Lacob. A la que se puede unir la de Draymond Green.
Dray tiene contrato hasta 2020, y ya. La renovación contractual del ala-pívot -igual que la de Thompson- no salió adelante, y ya está pensando en la posibilidad de salir al mercado. Y aunque ha reiterado en numerosas ocasiones su deseo de continuar en San Francisco, ya ha asegurado que su objetivo es recibir el dinero que merece -en el anterior contrato perdonó 12 millones- y es por eso que no ha querido aceptar la extensión de su contrato. Y el motivo por el que Rich Paul ha vuelto a aparecer en escena.
Draymond Green’s move to Klutch Sports is ahead of two big upcoming contract decisions:
– Nike shoe deal expires Oct 2019
– Warriors contract expires July 2020[Agent switch to Rich Paul first reported by @ChrisBHaynes.]
— Nick DePaula (@NickDePaula) 23 de febrero de 2019
El agente sería, si ocupara el lugar de algún personaje en una película, al que le encargan revolucionar la situación para que el espectador no pueda perder de vista la pantalla, o el que, desde la sombra, urde un plan que solamente se observa con absoluta perspectiva una vez es llevado a cabo y completado. Porque siempre está ahí.
Ha logrado que los Wizards hayan endeudado su futuro deportivo y económico extendiéndole a Wall el contrato por valor de 170 millones en los próximos cuatro años. Anthony Davis -¿o LeBron?- le contrató para ayudarle a salir de New Orleans y acabar en un equipo ganador. Y ahora Draymond ha adquirido sus servicios para no perder dinero en sus futuras transacciones. Aunque… ¿puede haber algo detrás de esto?
De primeras, y sin entrar en ningún tipo de teoría conspiranoica, a Dray le queda, además del año ya comentado con los Warriors, unos meses para que tenga que cerrar un nuevo contrato de patrocinio, ya sea renovando con Nike o abandonándola, existiendo la posibilidad de unirse a la compañía “de” su compañero Stephen Curry. Y aunque parece una decisión que probablemente será sencilla –Nike es Nike-, la compañía no debería perder de vista lo que le sucedió a Adidas hace unos meses cuando Joel Embiid se decidió unir a Under Armour, lo que le convirtió en el pívot mejor pagado de la liga y le permitía continuar ayudando en Philadelphia y en Camerún.
Precisamente esto, y ya para finalizar, puede indicar que la cabeza de Green se encuentra más fuera de la cancha que dentro, o que su gran problema es una falta de confianza que cada vez va a más (la baja cantidad de lanzamientos así lo demuestra) y que comenzó en los PlayOffs del pasado curso. De todas formas, ya ha dicho en más de una ocasión que su mayor rival son ellos mismos, que su juego se normalizará y recuperará el nivel cuando lleguen los PlayOffs, y que en ese territorio los Warriors son los mejores. Y aunque así ha sido hasta ahora, Golden State necesita un Draymond Green a pleno rendimiento para continuar dominando la NBA al llegar a junio.