Harold Miner se prometió a sí mismo ser el mejor. Muchos grandes entrenadores así lo sentenciaban. Saltaba más a pies juntos (más de un metro) que en carrera, así que se permitía, de tanto en tanto, encestar en la pintura ante hombres mucho más altos. Poseía una explosividad alienígena en sus movimientos y evidentes destrezas técnicas envidiables para cualquier profesional.

Como viene siendo habitual Miner fue ya un hombre rico sin romperse la cara como baloncestista profesional. Así se lo hizo saber Nike que blindó al que proclamaron como el nuevo Michael Jordan ¿La oferta? La de SIEMPRE: montones de dólares ¿la sentencia? La de CASI SIEMPRE: una cláusula que impedía a ‘Babby Jordan’ competir fuera del marco NBA. La joven promesa empezaba a sentir en el cogote la presión de las comparaciones de uno de sus mitos, Michael Jordan, y para singularizarse decidió cambiarse su número de siempre, el 23, por el 32.

En Miami también se desvivieron por hacerse con el próximo Jordan para conjugar una línea de fuego demoledora desde el perímetro en compañía de Steve Smith y Glen Rice. Sin embargo Kevin Loughery naufragó en un draft donde era casi imposible no hacerlo. Los colegiales expuestos en 1992 eran de lo más prometedores pero resultaron derivar en un sin fin de decepciones así como de clones fallidos: Walt Williams (nº7) desde Maryland como el nuevo Magic Johnson. Williams la pasada temporada ocupó un papel marginal en los Dallas. Laphonso Ellis (nº5), Tom Gugliotta (nº6), Todd Day (nº8), Clarence Weatherspoon (nº9), Adam Keefe (nº10) eran otras de las estrellas estrelladas a corto y medio plazo.

TRAYECTORIA

1992-93: En su primera temporada ganó sobradito el concurso de mates y realizó una buena campaña como debutante en la NBA promediando 10.6 puntos con un porcentaje de campo del 47.5%.

1993-94: los Miami se convirtieron en un equipo más competitivo a pesar de mantener el bloque y alcanzaron los Playoff donde sucumbieron ante los Atlanta Hawks de Danny Manning por un ajustado 3-2. Miner gozó de un mayor protagonismo pero el cansino ritmo de partidos NBA le produjo alguna que otra lesión privándole de subir su nivel en la liga.

1994-95: la llegada al equipo del rookie Khalid Reeves (otro sonoro chasco) y los ya experimentados Kevin Gamble y Billy Owens presagiaban que Riley, que llegaba como nuevo técnico y otras ocupaciones en los despachos, no tendría confianza en Miner. El escolta bajó sus porcentajes y realizó una temporada para olvidar con tan sólo 45 partidos disputados. Como pequeño aperitivo vuelve a ganar el concurso de mates superando ni más ni menos que a Isiah Rider.

1995-96:A ‘Baby Jordan’ no se le ofreció continuar en la franquicia y fichó por los Cleveland Cavaliers de Mike Fratello, un equipo 100% defensivo en el que nuestro protagonista no pegaba ni con cola. 3.2 puntos en 19 choques fueron el punto y final de una carrera llena de especulaciones y fantasmas.

Las siguientes temporadas varios equipos europeos se interesaron por él pero Nike USA, marca con la que firmó de por vida, imposibilitó cualquier opción de ver a Miner matar la pelota en las canastas del viejo continente. Allí las cámaras norteamericanas no llegarían, con lo cual, no era un producto interesante para la imperiosa marca deportiva. Miner, impotente, se vio obligado a colgar las botas a los 25 años.

¿PERO QUÉ PASÓ CON HAROLD MINER?

Harold Miner ha sido el ‘Jugador Perdido’ más mediático de todos nuestros foros y mensajes en buzón. Todo el mundo quería saber dónde diablos estaba aquel jugador tan espectacular que desapareció sin dejar rastro en un periodo muy corto de tiempo. De hecho, Miner ni siquiera es nombrado en la historia de los Miami Heat que es expuesta en su web (http://www.nba.com/heat/history/history.html).

A nuestro correo han llegado toda clase de rumores y preguntas sobre Harold Miner, convirtiéndose en un ex jugador de culto para los más curiosos. Incluso, recuerdo, a todo un subcampeón de la liga ACB, como es Fede Kammerichs, interesarse por el paradero de nuestro matador desaparecido. Sobre los rumores le desvelaremos que varios usuarios se dirigieron a esta revista digital para asegurar que Miner estaba un tanto perdido por los parques fumando crack. Otros que su frustrada carrera deportiva hizo mella en el terreno personal y el jugador rechaza cualquier aproximación al mundo de la canasta.

Finalmente los resultados de nuestra investigación destapan que Miner tiene un mal sabor de boca con nuestro deporte favorito y que posee negocios afincados en las Vegas y en su área metropolitana, con lo que el ex escolta no tiene problemas para seguir adelante con su vida con una cuenta corriente apetecible.

NOTA: agradecimientos a Paul Goldberg, Gilien silsby y Miguel Ángel Paniagua