En los últimos años la tendencia en la NBA es de pagar contratos muy altos a jugadores que todavía no han demostrado ser merecedores de tales sueldos con la esperanza que exploten las cualidades que insinúan. El pasado verano, tras una temporada de lockout, las franquicias pujaron fuerte en el mercado de agentes libres o se rascaron los bolsillos para retener a sus estrellas. Algunas apuestas han funcionado bien hasta el momento (Batum en Portland o Deron Williams en Brooklyn) pero otras no están dando el rendimiento que se esperaba. Repasamos los casos de jugadores que este verano han firmado un gran contrato por encima de sus prestaciones actuales.

Primer caso, el max contract: Roy Hibbet recibió el primer día de la free agency del verano una llamada de los Blazers: 58 millones en 4 años. Los Pacers decidieron igualar la oferta y retener a su All-Star seguros que el pívot seguiría su progresión y jugaría al nivel que los acostumbró durante la temporada. Pero a Hibbert no le están saliendo las cosas: 9.5 puntos y 8 rebotes por partido, con un 40% de acierto en tiros de campo y un 50% en tiros libres (los porcentajes más bajos de su carrera) no son estadísticas aceptables para un jugador que gana lo que gana. Lo peor de todo es que Indiana se resiente de este bajón en el rendimiento de su pívot, que ante la baja de Granger no está sabiendo coger las riendas del equipo y jugar bajo presión.
Otro que recibió el máximo contrato fue Eric Gordon. Los Hornets igualaron la oferta de los Suns en una operación arriesgadísima. El escolta solo jugó nueve partidos de la temporada pasada debido a sus problemas con la rodilla derecha, por lo que los Hornets se fiaron de los informes médicos y de los que les decía el jugador. De momento no ha ni debutado esta campaña, y se espera que lo haga a mediados de diciembre. Las malas lenguas dicen que Gordon podría estar exagerando su lesión para forzar un traspaso de New Orleans, donde ha afirmado varias veces que no quiere estar.

Segundo caso, el affaire Nash: El culebrón del verano (con permiso de Howard) fue ver donde recalaba el que posiblemente ha sido el mejor base de la última década. Steve Nash firmaba un contrato de 3 años a razón de 27 millones con Los Angeles Lakers. El canadiense se lesionó antes de la llegada de Mike D’Antoni y su rendimiento hasta entonces fue como el de los angelinos: muy pobre, aunque tratándose de Nash y a las órdenes de su técnico predilecto, es de esperar que el base aporte el máximo a los de oro y púrpura.
Pero otros equipos se vieron afectados por la elección de Nash. Toronto, el equipo que en un principio parecía que se haría con la estrella nacional, firmó a Landry Fields por 19 millones en 3 años para impedir que el otro equipo que estaba interesado, New York, pudiera hacer un sign and trade con Phoenix. La jugada no le salió bien a los Raptors y la cruda realidad ha abofeteado al equipo de Calderón en la cara. Fields no es un jugador merecedor de tanto dinero y sus promedios son ridículos.
Relacionado con esta operación, los Rockets pujaron muy fuerte por Jeremy Lin en medio del culebrón Nash y los Knicks decidieron no igualar la oferta. 20 millones en 3 años para un jugador que apenas había jugado 20 partidos a un buen nivel. De momento, el chino es un valor seguro en el mercado y toda una incógnita en la pista.

Tercer caso, los Nuggets: Denver finalizó la temporada pasada como está acostumbrado últimamente, con la sensación que se pudo hacer más en los playoffs. Han sabido sobrevivir a la era post-Anthony y este verano decidieron renovar a tres jugadores jóvenes y con proyección. Danilo Gallinari, Ty Lawson y Javalee McGee suman entre todos 132 millones de dólares en los próximos 4 años, y ninguno de ellos está dando lo que se espera. El pívot no tiene la confianza de Karl y sale desde el banquillo, el alero italiano está negado de cara al aro esta temporada y toma malas decisiones a menudo y Ty Lawson ha dado un paso atrás en su juego. El récord de los Nuggets es de 6 victorias y 6 derrotas, pero la plantilla que tiene es para estar mucho más arriba. Del rendimiento de este trío de jugadores dependerá la campaña que realicen los de Colorado.

Cuarto caso, las incógnitas: En la NBA es muy importante la figura del director técnico o General Manager. Tienen un poder total sobre las operaciones deportivas del equipo y a menudo se arriesgan para obtener el reconocimiento de la liga, pero a veces fracasan estrepitosamente. Es muy pronto para decirlo, pero el gran contrato que le dio Danny Ainge a Jeff Green, 36 millones en 3 años, no le está saliendo nada a cuenta a los Celtics. El ala-pívot se perdió toda la temporada pasada por un problema cardíaco, pero Boston decidió confiar en el jugador que deslumbró en OKC y apostó por él para rejuvenecer a la plantilla de los verdes. Aún se espera que Green aparezca en el Garden. La otra incógnita del verano a nivel de fichajes fue Michael Beasley. El controvertido alero firmó un buen contrato (no excesivo) con Phoenix, 18 millones en 3 años, y de momento no ha explotado el talento innato que tiene para jugar al baloncesto. Esta operación es más arriesgada por el personaje que por el dinero que le han dado.
Un movimiento que parecía un valor seguro por su gran rendimiento en la campaña anterior fue el que protagonizó Milwakee para retener a Ersan Ilyasova. El turco mostró su mejor nivel en el último año de contrato y los Bucks decidieron renovarle por 36 millones en 4 años. Operación segura si no fuera porque se trata de Ilyasova, un jugador muy irregular deportivamente y emocionalmente que de momento no ha justificado para nada los billetes que le pagan.