“En la Olimpiada de México del 68 quedamos (la selección española) séptimos. La medalla de oro fue para EEUU que tenía un equipazo. Entre ellos Spencer Haywood que con tan sólo 19 años dominó a todo el mundo jugando continuamente con los codos por encima del aro. Haywood, aunque no acabó sus estudios universitarios, un par de años después firmaría un contrato con los Seattle Supersonics, ya que le ganó un pleito a la NBA y desde entonces se creó una cláusula que permitía, a la gente que venía de familia muy pobre, poder saltar directamente a la NBA desde el instituto“. Relata el gran Clifford Luyk en el libro Historia del Baloncesto en España.
Aquello fue una batalla que creó un gran precedente. Haywood contra la NBA. El chico se aburría en la universidad de Detroit, donde se convirtió en uno de los máximo reboteadores de la historia de la competición promediando 21.5 rebotes por partido. Para mejorar una inmejorable tarjeta de presentación añadió más de 32 puntos de media.
Sabía que estaba preparado para jugar en la NBA y, sobretodo, su familia necesitaba una inmediata salida de la lamentable situación económica en que se encontraba. Sin embargo, eran finalísimos de los 60 y la NBA le cerraba las puertas por tener poco más de 20 años.
“La NBA exigía que un jugador que quisiera jugar en su liga debería de haberse graduado en el instituto cuatro años antes de la fecha de entrada en la NBA. Haywood jugó un año en un JUCO, luego un año en la Universidad de Detroit y al año siguiente fichó en la ABA. Cuando quiso firmar por Seattle (NBA) al año siguiente la Liga NBA se lo impidió argumentando que no habían pasado cuatro años desde su graduación en el instituto” nos ilustra Miguel Ángel Paniagua.
Tras un año paseándose por encima de rivales en la ABA, Mejor debutante y MVP sumando 30 puntos y 19.5 rebotes por encuentro, Spencer Haywood (1949/2.03) decidió forzar su entrada en la NBA en 1970, pero ésta le volvía a prohibir su entrada. Sin embargo, Haywood, esta vez, no estaba solo. Sus intenciones eran mucho más firmes. Sam Schulman, propietario de los Seattle Supersonics, le acogió en su franquicia y paralelamente arropó a Haywood con los mejores abogados para llevar a juicio a la todo poderosa NBA.
“Haywood demandó a la NBA y ganó el juicio en el Supremo. A partir de ahí la LIga NBA instituyó la llamada ‘hardship rule’: es decir, que aquel jugador que probara que él y/o su familia tuviera necesidades económicas, podía saltarse la universidad y jugar directamente en la NBA. El primer jugador en acogerse a esa regla fue, curiosamente, Moses Malone” finaliza Miguel Ángel Paniagua.
Aquella batalla, que se saldó con victoria para Haywood. Fue una gesta del corte legendario de David contra Goliat. No obstante, los años le mostrarían a potente pívot de Mississipi que las drogas en los setenta y una grave enfermedad han sido obstáculos mucho más espinosos de superar: “hace un año que me operé de un cáncer de próstata. Hoy ya no tengo cáncer. Dios es muy bueno conmigo”. Explicó en su Facebook el pasado 25 de julio.
A pesar de su díscolo carácter, en la NBA tuvo una exitosa carrera siendo 4 veces All Star mientras jugó para los Seattle, New York, New Orleans, Lakers y Washington. Los promedios entre todos sus cursos son un escándalo: 20.3 puntos y 10.3 rebotes. Consiguió un anillo de campeón en su última temporada, la 1979-80, en L.A. junto a Kareem Abdul Jabbar y Magic. Dos años antes se había casado con la Top model africana Iman de la que se divorciaría en el 87.
¿Todo felicidad? Nada más lejos de la realidad. El periodista especializado en NBA Gonzalo Vázquez escribió un relato en el que explicaba que Haywood intentó contratar a un sicario para asesinar a Paul Westhead, entonces entrenador suyo en los Lakers.
Luego iría a Italia donde coincidió con el gran Dražen Dalipagić en Venecia. Finalmente volvería a los Estados Unidos para jugar con los Washington Bullets y retirarse de la práctica del baloncesto.