Nueva York, y más concretamente Manhattan, son lugares de contrastes; se puede observar a un hombre impecablemente trajeado pasear a escasos centímetros de un mendigo mugriento pidiendo para poder cubrir sus necesidades (en el más amplio sentido de la palabra). Tampoco es demasiado extraño que altos ejecutivos, nuevos ricos o simplemente jóvenes prometedores se sumerjan en una espiral de droga y autodestrucción que les lleve a acabar durmiendo en la calle que encuentren más cálida, como otras 1.500 personas en la isla. Manhattan es mucho más que una isla.
Baloncestísticamente, Manhattan es el hogar de los New York Knicks, equipo que le debe una buena parte de su carisma a la propia ciudad que le acoge. A eso, a una historia más que amplia -la franquicia ya existía antes que la propia NBA como tal- y a un carácter singular, basado en la incapacidad para ganar un anillo más allá de la decada de los 70, a pesar de ser uno de los destinos más atractivos de la liga. Lo más preocupante del asunto es que este complejo histórico se vuelve incluso envidiable frente a la situación actual de la franquicia.
Stephon Marbury nació en Brooklyn hace 30 años, en el seno de una clásica familia del ghetto. Creció jugando en Coney Island, inspirando el personaje de Jesus Shuttleworth, a la postre interpretado por Ray Allen, en He Got Game, de Spike Lee. Fue a la universidad de Georgia Tech, donde un gran año freshman y la vitola de ser el próximo gran base neoyorquino Marc Jackson* y Kenny Anderson andaban dando vueltas por la liga por aquel entonces- le valieron una candidatura a las primeras posiciones del draft de 1996. Concretamente, Starbury apareció en la cuarta elección de esa ceremonia, elegido por los Milwaukee Bucks; no le duró mucho su carrera en Milwaukee y esa misma noche se efectuó un traspaso que le mandaba a Minnesota a cambio de, ironías del destino, Ray Allen y una futura elección de primera ronda.
6517_1.jpg_sEn los Timberwolves conoció un proyecto bastante joven, liderado por el mejor Tom Gugliotta que ha conocido el mundo y un bisoño Kevin Garnett. Con Garnett, Stephon tenía bastantes cosas en común: eran jóvenes, talentosos, competitivos y tenían un ego a la altura de su talento. De su relación se ha escrito mucho y en varios sentidos, pero parece claro que se fue tensando conforme el tiempo pasaba por la gélida Minneapolis. Estas diferencias pudieron ser determinantes para la salida de Marbury de la franquicia en 1999, en plena temporada del lockout, mezclando también desavenencias con la directiva de la franquicia, quizá provocadas por la misma relación con KG. Los resultados de la pareja mientras coincidieron allí fueron esperanzadores: 40 y 45 victorias y dos derrotas dignas en primera ronda de Playoffs. Pasados los años, la relación entre Garnett y Marbury parece haberse calmado un poco: pese a que cuatro años después de irse de los Timberwolves seguían lanzándose puñales cuando se enfrentaban (No se le puede comparar con Amare; es como si comparas a Michael Jordan con Mario Elie fue lo que Stephon dijo adivinen si KG era Jordan o Elie-; Me tiene todavía en su cabeza, como una chica respondió el ahora céltico), últimamente Marbury, en plena efervescencia de rumores de traspaso de Garnett, declaró que le encantaría jugar con él en NY. Pero ésta es otra historia, y la de nuestro protagonista nos lleva ahora a New Jersey.
Marbury llegó a los Nets como parte de un traspaso a tres bandas de ilustres bases, que acabó además con Terrell Brandon en Minnesota y Sam Cassell en Milwaukee. El periplo de Stephon en Nueva Jersey le llevó a alcanzar las 70 victorias… en total entre las tres temporadas. En su descargo hay que decir que llegó a un equipo totalmente hundido (3-15) y que no tuvo ninguna fortuna con las lesiones tanto propias como ajenas- en los años venideros. Lo más destacable de su paso por los Nets es el pique a ritmo de triple que protagonizó con Kobe Bryant en el último minuto del All Star Game de 2001. En el verano de ese mismo año pide que le traspasen, pues siente que ya no puede mejorar el equipo; irónicamente, los Nets llegaron a dos Finales de la NBA con Jason Kidd, su moneda de cambio en el nuevo traspaso. Phoenix era el nuevo destino de Stephon, y posiblemente fue la ciudad que asistió a sus mejores minutos en la NBA. Concretamente en la temporada 2002-03, con la incorporación del que sería Rookie del Año, Amare Stoudemire, Marbury llegó al All Star Game y los Suns se acabaron colando en los Playoffs en la octava posición, incluso dándoles un susto a unos Spurs que se proclamarían campeones poco después (les forzaron el sexto partido, incluyendo una victoria con el increíble y archiconocido triple en carrera y a tabla de Marbury en la prórroga en el primer partido de las series). Al año siguiente volvieron las lesiones y a mitad de temporada ya vagaban por el desierto de la NBA, sin opciones de postseason. Mientras tanto, Isiah Thomas ya había llegado a los mandos de los Knicks y se coció el milagro: Marbury era traspasado a los New York Knicks junto con el lesionado Penny Hardaway y el intrascendente Trybanski a cambio de Antonio McDyess, Howard Eisley, Charlie Ward y Maciej Lampe. Marbury, ese niño que creció jugando en los playgrounds de Coney Island, el gran representante en la liga de los bases de Nueva York, volvía a la ciudad que le vio crecer para ser el base que los Knicks llevaban años necesitando. El sueño de aquel chaval parecía hacerse realidad. Y además cobrando casi 20 millones de dólares.
Apartemos por un momento a Marbury y vayámonos hacia el otro protagonista de nuestra historia: Steve dShawn Francis nació también en 1977, pero más lejos de Manhattan; concretamente en Silver Spring, una pequeña ciudad del estado de Maryland. Francis jugó para un junior college en Texas antes de volver a otro junior college de Maryland y de acabar, por fin, en la universidad que lleva el nombre del estado. Su gran temporada junior con los Terrapins hizo que su nombre cotizase mucho de cara al draft de 1999, donde finalmente fue la segunda elección. Los jóvenes y pardillos- Vancouver Grizzlies fueron el equipo que seleccionó a Francis, pero él nunca llegaría a jugar para los Grizzlies: se negó a jugar en Canadá. Los Grizzlies se vieron obligados a traspasarle, y los resultados no fueron exitosos: Francis fue traspasado a Houston, en un movimiento que involucró a tres equipos (Grizzlies, Rockets y Magic) y a una gran cantidad de jugadores mediocres o que ya estaban acabados. Lo más provechoso que llegó a Vancouver fue Michael Dickerson, que sólo pudo dar dos años más de baloncesto y que jugó su último partido con 28 años.
En Houston se empezaba a dibujar un cambio de ciclo. El año anterior a la llegada de Francis fue el último año completo del fallido experimento de Charles Barkley en Houston, el único de Scottie Pippen en la franquicia y el último buen año del gran Hakeem Olajuwon, que empezaría una triste decadencia en esta temporada. Francis, con un gran cartel universitario, pudo asumir el protagonismo ofensivo del equipo desde el principio y protagonizó una interesantísima campaña de novato que le valió el RoY, aunque compartido con Elton Brand. Allí formó una sociedad con Cuttino Mobley, un escolta zurdo, bajito y de gran muñeca que se erigió como el mejor amigo de Steve en la liga. Los Rockets no se metieron en Playoffs durante las tres primeras temporadas de Francis en la liga, pero el joven base causó tan grata impresión que ya le empezaban a llamar Steve Franchise, aludiendo a su talento, tan grande como para ser jugador-franquicia en cualquier proyecto.
En el draft de 2002, a los Rockets se les apareció la virgen en forma de número uno. Con él eligieron a Yao Ming, del que no hace falta decir mucho. Tras un año de adaptación a la liga para el chino en el que decepcionaron perdiendo la última plaza de Playoffs precisamente en favor de los Suns de Marbury-, Tomjanovich decidió abandonar la franquicia. Su sustituto fue Jeff van Gundy, que había pasado un año comentando para la TNT tras unas muy buenas temporadas en… Nueva York. Era la primera vez que la Gran Manzana se cruzaba en la carrera de Francis, y no salió del todo bien parado.
Los Rockets tuvieron una temporada más que aceptable: 45 victorias y por fin a Playoffs, donde pudieron ganarles un partido a los Lakers de Shaq, Kobe, Malone y Payton. No obstante, Francis no estaba contento. Su importancia en el juego se había reducido mucho (ya no era el máximo anotador del equipo), sus porcentajes habían bajado e incluso había protagonizado alguna agria polémica con Van Gundy (la más célebre es la de la Superbowl). Estaba tan descontento con su equipo como Tracy McGrady, que había protagonizado una temporada vergonzosa con los Orlando Magic, sin esforzarse al máximo en la cancha para forzar una salida de la franquicia. Y así fue. Francis se fue a Florida de la mano de su amigo Cuttino Mobley y de Kelvin Cato, mientras que T-Mac llegaba a su nuevo destino en Texas.
En Orlando más de lo mismo que en sus primeros años en Houston: protagonismo ofensivo, bastante anotación y equipo sobre las treintaytantas victorias. Es destacable el episodio de berrinche que protagonizó cuando Cuttino Mobley fue traspasado a Sacramento, en febrero de su primera temporada. En la capital de California se ganaría fama de reventar vestuarios, pero eso no viene al caso. Francis sólo duró un año y medio allí, y a mediados de la temporada 2005-06 fue traspasado a los Knicks a cambio de Trevor Ariza y Penny Hardaway, que estaba hecho todo un exjugador.
Y allí se encontraron nuestros dos hombres: en Manhattan. Marbury ya llevaba dos años en la ciudad cuando llegó Steve, y sus primeros meses no habían estado mal: ilusión en el Madison, Playoffs (barridos por los vecinos Nets, pero Playoffs) y un proyecto que ofendía a la inteligencia por sus términos económicos pero que podía ser interesante; el resto de su estancia fue es- un completo desastre. Francis llegó como otro absurdo intento más de Isiah Thomas de salvar un barco que parecía ya naufragado y que, curiosamente, en su naufragio iba llevándose jugadores consigo e iba reflotando otros barcos a la deriva (en Phoenix y Chicago recuerdan entre lágrimas de emoción el día que recibieron la llamada de Thomas).
Marbury y Francis son jugadores paralelos y sufren el mismo mal: no valen para ser líderes de un equipo un equipo con aspiraciones, se entiende- pero tampoco valen para ser jugadores simplemente secundarios; tienen demasiado ego. Ese ego fue alimentándose de su juventud, de la época en la que uno era el próximo gran base neoyorquino y era tan bueno que no quería ser eclipsado por Kevin Garnett (Im the best point guard in the NBA dijo años después) y el otro era Stevie Franchise, el hombre que se negó a jugar en Vancouver. Es una historia que, en el fondo, uno se puede imaginar perfectamente en Manhattan: chico joven despunta en ghetto, chico joven es adulado por su entorno, chico joven se hace mayor, la gente se da cuenta de que el chico joven no es tan bueno como creían, chico joven se pierde.
[[{“type”:”media”,”view_mode”:”media_large”,”fid”:”42354″,”attributes”:{“alt”:””,”title”:””,”class”:”media-image”,”typeof”:”foaf:Image”,”wysiwyg”:1}}]]En ello andan Steve y Stephon. El primero ya ha huído de los Knicks hacia Houston, buscando reencontrar su vida deportiva de hace ocho años, cuando llegó allí por primera vez, sin ningún éxito: ha jugado 23 minutos en lo que va de temporada; el segundo no ha huído formalmente todavía- de la ciudad, aunque sí ha amagado con hacerlo, y tengan claro que no será la última noticia que tengan de ello. Hay que ser justos con Francis y alegar que, aunque su cabeza no fuera impecable, no estaba tan llena de pájaros como la de Starbury, y un proceso de declive físico gradual cuando llegó a la liga hacía verdaderas acrobacias aéreas, pero nunca consiguió hacer evolucionar su juego hacia su inconsistente (y feo) tiro exterior- ha ayudado bastante a convertirle en casi un exjugador.
Manhattan es una ciudad peligrosa para vivir. Si estás preparado para soportarla, te convertirás en alguien importante; si no lo estás, acabarás mendigando por sus calles, soñando con lo que antes eras. Y es que Manhattan es mucho más que una isla.
*Fe de erratas: Marc Jackson es el pívot que jugó en Cantabria, Golden State o New Orleans y que ahora pertenece a Olympiacos. Mark Jackson es el base mencionado.