Pero quizás lo que más sorprende es la capacidad de Parker de convivir en dos mundos bastante incompatibles. La cancha y el envoltorio de las estrellas de Hollywood, con sus fiestas, su parafernalia. Lo hace por amor. Para estar con su novia, la actriz Eva Longoria, a la que conoció en un descanso de un partido en 2004. Aquella noche ya quedaron para cenar. El 7 de julio se casarán en París.
“Tony es el más tímido de la tierra”, dice Longoria. En una pista de baloncesto Parker se transforma. Es rápido, tanto para correr como para actuar, y su tiro desde cerca o media distancia ronda el 50%. Le sobre autoconfianza -“soy un líder, un puesto clave porque te ocupas de todo. La victoria y la derrota dependen de tus decisiones”-. Tampoco empequeñece nunca -“me gusta la presión, incluso la de los medios de comunicación”.
Excelente estuvo el base francés ante los Cavaliers. Mejoró su anotación (de 18’80 a 24’50) y su contundencia en el rebote (de 3’15 a 5). Sus números, su golpe de autoridad, incluso restaron importancia a dos cracks como Tim Duncan y Manu Ginóbili. Otros dos extranjeros. Otras dos elecciones del draft. Así ha nacido la leyenda de los Spurs.
Duncan, el ala-pívot infranqueable, MVP de tres finales, fue elegido el número 1 el 1997 -suerte, porque al conjunto texano le benefició su mala clasificación de la temporada anterior-. Ginóbili tardó más en llegar: fue escogido el ¡57! en segunda ronda en 1999, pero no jugaría en el conjunto texano hasta 2002. En ese tiempo triunfó en Italia y ganó, con la Kinder de Bolonia, una Euroliga (2001), en la que fue MVP.
Su padrino
Si alguien tiene culpa de que Parker lleve una camiseta sin mangas y meta canastas ése es su padre, Tony, ex jugador de la Liga holandesa, belga y francesa. Él condicionó su vida (viajes constantes) y le hizo amar el baloncesto. Tanto como su padrino, Jean-Pierre Staelens. Cien veces internacional con Francia, Staelens siguió los progresos de aquel prodigio descaro, hasta que el 31 de diciembre de 1999 murió de una parada cardíaca. Fue un duro golpe para Parker, que siempre tiene presente a su mentor.
Cuando el joven base francés ya tenía destino (George Tech, NCAA), Ron Azafata, el nuevo entrenador de su equipo de entonces, el Racing de París, le transmitió una oferta irrempazable. La aceptó, pero no logró sobresalir en Francia. Meses después llegaría su elección en el draft. Y, en 2003, su primer anillo, tras ningunear en la final ante los Nets a un tal Jason Kidd. Empezaba a ser un icono, la estrella poco convencional que es hoy en día.
Artículo publicado en el blog Cronómetro de récords