Tony Parker cruza el centro de la cancha, ordena a Leonard un corte por debajo de la canasta y, con ello, ya se dibuja la jugada que harán los Spurs. LaMarcus Aldridge tiene media pista para él, la parte derecha del ataque, el lado del campo que peor se adapta a las habilidades de un jugador diestro. Ibaka trata de anticiparse para impedir el pase. No lo logra. LaMarcus hace un amago de tiro sin mover los pies, pero el defensor se mantiene firme. Intenta un par de botes que le aproximen al aro, sin conseguirlo, ya que la fortaleza del hispano-congoleño es superior. De momento Ibaka, concentradísimo y con los músculos en tensión, parece que va ganando la partida. De repente, Aldridge extiende el brazo y la pierna izquierda, parece que va a realizar un semigancho con la mano derecha, esa jugada que ha repetido cientos de veces en su carrera. Ibaka recula, se desplaza un poco hacia la izquierda, con la intención de puntear el tiro lo máximo posible, pero el atacante súbitamente vuelve a su posición original y hace un tiro girándose hacia atrás que entrará limpio. Dos puntos para los Spurs.

El juego al poste bajo se ha convertido en un arte en extinción. Existen varias razones para ello, y la mayor parte de ellas tienen que ver con la evolución que ha experimentado el baloncesto, especialmente en la NBA. Si en los años 90, el inicio (y muchas veces el fin) de la jugada en estático comenzaba con un balón dentro, esa tendencia ha ido cayendo hasta verse en ocasiones muy contadas.

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Hay pocas dudas de que la NBA pasa por una buena época. Año tras año, se ven cada vez más puntos, los jugadores son capaces de ocupar varias posiciones y muchos más jugadores son una amenaza desde el triple. De este modo, se produce el espaciado ofensivo, que provoca que todos los defensores tengan que alejarse del aro, lo que abre el campo para las penetraciones. Los sistemas de ataque ya no se basan en las habilidades que debe tener cada jugador en función de su posición, porque ese concepto se va eliminando poco a poco.

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Este nuevo sistema de juego, que provoca grandes dosis de espectáculo, ha basado su juego en el triple y la movilidad de los jugadores. Por ello, los jugadores exteriores son los que mejor se han adaptado a este nuevo sistema, y muchos de ellos han ocupado puestos que antaño se reservaban a jugadores que superaban por varios centímetros los dos metros. El small ball está de moda y los que han tenido que actualizarse han sido especialmente los jugadores interiores. Hoy en día, un interior tosco y pesado, de los de antes, tiene una utilidad escasa, ya que en muchas fases del partido tendrá que defender a otros interiores (si no son falsos aleros) que le superarán por velocidad y además son muy fiables en el tiro de larga distancia. De este modo, dicho jugador es un filón para el equipo rival, ya que les genera ventajas constantes. Un ejemplo lo tuvimos en las Finales de 2015, en las que un ala-pívot de 2,01 reconvertido a pívot como Draymond Green puso en muchísimos problemas a Mozgov, pívot clásico de 2,16.

De este modo, los pívots clásicos lo tienen difícil en esta NBA de hoy en día. Anteriormente, a cualquier jugador interior que llegaba a la liga se le pedía que supiera hacer un par de movimientos en el poste bajo. Hoy en día, la mayoría son tremendamente atléticos, además de respetables tiradores, pero no se les ve realizar un gancho en condiciones. Algunos de los inconvenientes de esta frenética NBA son la pérdida del clásico juego dentro-fuera, las luchas en la zona por obtener un centímetro de espacio y la referencia del pívot ofensivo.

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Si nos fijamos, los mejores jugadores de poste bajo de hoy en día superan la treintena. Pau Gasol, LaMarcus Aldridge o Al Jefferson son una delicia para la vista cuando reciben el balón al poste bajo. Esa cantidad de recursos que tienen en espacios tan reducidos solo se ve ya en un número muy reducido de jugadores. Aun así, hay motivos para la esperanza. Esta temporada, Karl-Anthony Towns y, sobre todo, Jahlil Okafor se han destapado como grandes jugadores al poste, y si continúan pasando muchos ataques por sus manos, podríamos ver una revitalización de un estilo de juego tan bello como en desuso.