La historia de Vin Baker es una de ésas que, por desgracia, se dan con cierta frecuencia en la NBA. El alcohol y las depresiones mermaron por completo las cualidades de un jugador que ha sido, entre otras cosas, medalla de oro con los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000.

El cuatro veces All-Star de la NBA ha tenido una carrera de éxito, pasando por franquicias como los Milwaukee Bucks o Seattle Supersonics para pasar a emprender una travesía por el desierto durante las últimas 4 temporadas. Pasó de ser un jugador clave en sus dos primeros equipos, con promedios por encima de los 20 puntos y los 40 minutos de juego en algunas de ellas, a convertirse en un nómada de las últimas posiciones de los banquillos en franquicias a las que siempre agradecía que le diesen “su última oportunidad”. Knicks, Celtics o Rockets fueron algunas de ellas.

Ahora, tras haber estado en los campus de pretemporada con los Timberwolves, el jugador se ganó un contrato no garantizado que le permitió volver a sentirse jugador. Sin embargo, los Wolves han decidido cortarle tras no haberle hecho disputar ni un solo minuto durante toda la temporada. Eso sí, su entrenador Dwane Casey aseguró que la decisión es puramente deportiva y que nada tiene que ver con el alcohol ni su vida personal. Aseguró que “ha hecho un gran trabajo y que no ha tenido ningún problema con el alcohol estando con nosotros”. Así pues, a sus 35 años, su extenso currículo no seguirá ampliándose, al menos de momento.