Tras ya seis días de intenso campeonato, llega el momento de poner el termómetro en marcha y medir cuáles han sido las mejores actuaciones, sensaciones y revelaciones y también quiénes no recordarán de forma muy grata su paso por el Eurobasket 2013. Recordar a la imbatida Italia de un absoluto líder en la figura de Belinelli, los cincuenta apasionantes minutos de los de Koponen ante Rusia, el sueño ucraniano y finés o el descaro belga o al descubrimiento de Tsintsadze, Myles Hesson o Afik Nissim, ¡esta es nuesta misión!

Marco Belinelli, líder de una renovada y peligrosa Italia

El reciente fichaje de los San Antonio Spurs ha recuperado su mejor versión para convertirse en líder, santo y seña de la única selección del Eurobasket que ha finalizado la primera fase invicta. Belinelli ha dejado atrás ese jugador egoísta que seleccionaba de forma incorrecta muchas de las opciones para convertirse en un verdadero líder que anota, asiste y dirige de forma magistral la orquesta de Pianigiani. De su mano, Italia ha completado una primera fase perfecta, con cinco victorias en cinco partidos y se presume como una de las serias candidatas al título final. Mucha culpa tiene el excelente nivel mostrado por otras piezas de menor rango como Pietro Aradori o Alessandro Gentile, que se han convertido en la mano izquierda y derecha de Belinelli. Impagable también es el papel de un Luigi Datome que, desde la posición de falso cuatro, rompe por velocidad, técnica y demuestra toda esa calidad que le ha merecido dar el salto a la NBA. Y no podemos olvidar el trabajo de intendencia de Marco Cusin, el único pívot puro, la reconversión de un talentoso Nicolò Melli a cinco de circunstancias o la magnífica dupla directora con un descarado Andrea Cinciarini y un Travis Diener volcado en ayudar atrás. Pieza tras pieza para construir un magnífico rompecabezas… ¿perfecto? El oro debe ser su gran objetivo. Partirán en segunda fase como una de las tres grandes candidatas.  

Ucrania y Finlandia: la recompensa a muchos años de arduo trabajo de base

Para el espectador en general, ver a dos selecciones como Ucrania o Finlandia en la segunda fase es realmente sorprendente. Pero si miramos atrás, esto es simplemente el orden lógico de una progresión constante de ambas selecciones. La Ucrania de Fratello se ha convertido en un equipo muy sólido, con armas muy diferentes en ataque pero con un completo líder en la figura de Pooh Jeter. El contrastado base, con experiencia en la Liga Endesa, se ha convertido en la referencia absoluta de un engranaje muy bien perfilado en la que todos suman. Desde hombres más ofensivos como Gladyr hasta piezas de auténtico trabajo interior más desconocidas como el exNCAA Kyryl Natyazkho. Y con una apuesta constante por el talento futuro, con la presencia de Oleksandr Lypovyy y Olexandr Mishula, las dos últimas perlas del baloncesto ucraniano. Muchos hombres, pocos nombres. Y mucho trabajo. Su último partido, contra Gran Bretaña, es su mejor muestra de ello, con hasta cuatro jugadores llegando a los dobles dígitos

La misma fórmula es la que ha funcionado en Finlandia. De la mano de un asentado Petteri Koponen, los de Henrik Dettmann han funcionado como un perfecto reloj. Jugando agresivo en líneas de pase en defensa y demostrando un descaro único para jugar sin miedo en ataque. El base del Khimki ha sido no únicamente la gran referencia ofensiva (con partidazo contra Grecia con 29 puntos incluído) si no el gran director de una máquina perfectamente preparada. La figura de Shawn Huff ha sido también esencial para la gesta finesa, especialmente con su exhibición ante Rusia (20 puntos), pero no ha sido el único. Los puntos de Sasu Salin desde el perímetro, el trabajo interior de Gerald Lee, la experiencia de Möttola (a sus 37 años, el jugador más veterano del campeonato) o el tiro exterior de Muurinen y Haanpaa también forman parte de esta bonita historia. Y sin olvidar a la veterana voz, palabra y mando del vestuario: Teemu Rannikko. ¿Alguien se atreve a concederles el papel de cenicienta en la segunda fase a un equipo que ha dejado fuera del campeonato a la Rusia de Shved o a la Turquía de Turkoglu?  

Tabu-Hervelle-Van Rossom: ¡viva el absoluto descaro!

Prácticamente, ni entraban en posibles quinielas y han acabado siendo una de las grandes sensaciones de la primera fase, especialmente en su faceta ofensiva, y quedándose a un mal parcial de llegar a la segunda con una victoria de postín ante Francia, una de las grandes candidatas al título. Y todo tirando de un descaro que ha llegado al punto de serles contraproducente en muchas acciones del juego. Así de “fácil” juega Bélgica, esta ha sido la frase. Liderados por la dupla con sabor zaragozano Van Rossom (pasado)-Tabu (futuro), Bélgica ha imprimido un ritmo rápido, con mucho tiro exterior y atacando el aro con insultante agresividad. Pero si alguna figura ha ejercido como líder esa ha sido Axel Hervelle. El experimentado ala-pívot ha sido quién ha sabido tomar la manija del equipo en los momentos más complicados para llevarlos al objetivo buscado, sabiendo tomar el control del vestuario de la forma más adecuada. Sólo así se explica el excelente rendimiento de todos y cada uno de los diez efectivos con los que Eddy Casteels ha contado de forma habitual (Driesen y Serron, los más jóvenes del grupo, tan sólo han participado en tres y dos partidos). El dúo Massot-Beghin se ha impuesto en larga y corta distancia y las cuatro M (Mukubu, Mwema, Moors, Muya) han ido alternándose para sumar atrás y delante en el perímetro. Con el absoluto descaro por bandera, Bélgica se prepara para ser juez de una divertida segunda fase.

La bendita locura de un frenético y apasionante Grupo B

¿Alguien puede dudar de que no ha habido grupo más divertido y emocionante que el que se ha disputado en Jesenice? Serbia, Letonia, Lituania, Bosnia, Montenegro y Macedonia han llevado la palabra competición a otro nivel. Nadie era favorita, nadie partía como “eliminada” y todo podía pasar… y pasó. Desde ver a McCalebb destrozar a Serbia con 27 puntos a acabar como último del grupo tras “una noche loca” que les dejó ¿sin fuerzas? para superar a una Letonia que acabó ganando una de las tres privilegiadas plazas. Desde los triples desde Sarajevo de un Mirza Teletovic que quedó a un tiro de eliminar a Lituania hasta la resurrección en el momento más necesario de un Linas Kleiza al que celebramos volver a saludar en su mejor versión. Un grupo en el que UN PUNTO ha separado en dos ocasiones a Montenegro del triunfo y ha acabado dejando a los de Dubljevic, Vucevic y compañía fuera del campeonato. Y un grupo en el que ni tan sólo Serbia, con sólidas piezas como Nenad Krstic y que ha finalizado como líder, ha salido tambaleando en dos ocasiones… ¡contra los dos eliminados! Benditas locuras las de Teletovic, McCalebb, Antic, Tyrese Rice, Kleiza, Kalnietis, Janicenoks, Strelnieks… Bálticos contra balcánicos. ¿Existía otra fórmula mejor de entretenimiento máximo? 

De los shows de Taylor al descubrimiento de Tsintsadze: magníficas presentaciones y confirmaciones

Este Eurobasket será recordado, posteriormente, también por el descubrimiento (como en cada campeonato) de nuevos nombres que, o pueden ganarse un contrato interesante tras su participación en el torneo, o se presentan en sociedad con su primera (o segunda) participación en su selección. Nombres como los de Jeffery Taylor (máximo anotador de la primera fase con 21.2 puntos de media), la confirmación de Nihad Djedovic como uno de los exteriores más fiables del panorama europeo (17.8 tantos, sacándose la etiqueta de “eterna promesa”), la explosión de un Robin Benzing (17ppp) que vuelve al camino del Benzing inicial que incluso apuntaba a la NBA como “el siguiente Nowitzki” o las sensaciones georgianas de Viktor Sanikidze (¡qué partidazo se marcó el primer día) o el desconocidísimo Giorgi Tsintsadze (14.4 puntos y 5.7 asistencias de promedio, ¡que alguien en la Liga Endesa le fiche!) merecen su espacio. Incluso la confirmación de un Sandro Gentile (impagables 14.4 puntos italianos desde el banco) que dejó atrás su enorme ego y desplegó toda su también enorme calidad… o ¿por qué no? hablar de Afik Nissim o Myles Hesson (11.8 puntos), sensaciones de una Israel y una Gran Bretaña que se van de Eslovenia con sensación agridulce. O el descaro de Andrew Lawrence y la experiencia y trabajo de Rasko Katic. Incluso,  ese triple de Mirza Teletovic desde su Mostar natal… Aquí van todos ellos. Protagonistas de sonrisas, felicidad y espectáculo. Siempre bienvenidos. 

El número trece como número mágico

Porque este ha sido el número de partidos que se han ganado o perdido por cuatro puntos o menos. Una primera fase apasionante en la que los tiros en los últimos minutos han valido oro. En el que los palmeos a falta de un segundo se han salido de dentro (Montenegro-Macedonia) no sin polémica. O se ha robado un balón decisivo de la mano del gran líder al más puro estilo Andrew Sullivan (Israel-Gran Bretaña). Dónde Mwema tuvo un tiro para hacer historia, pero encontró el aro (Bélgica-Ucrania). O cómo Barton perdía un balón decisivo cometiendo pasos buscando un último tiro para derrotar a la anfitriona (Rep. Checa-Eslovenia) para un día más tarde clavar el triple decisivo (Polonia-Rep. Checa). Cómo Janicenoks clavaba una suspensión letal para hundir a una Montenegro que se quedó con la miel en los labios (Montenegro-Letonia). Incluso Tsintsadze tuvo su posibilidad de historia para poner a su Georgia con 2-0 (Croacia-Georgia). O para ver desesperarse a doce jugadores triple tras triple apurando sus pocas opciones (Croacia-Polonia). O ver a Markoishvili levantar un balón que dejaba en silencio todo un pabellón esloveno… hasta que tocó el aro y salió (Georgia-Polonia). Y si los cuarenta minutos no eran suficientes, siempre estaba un Zoran Dragic para intentar forzar otro tiempo extra ante una Croacia que asaltó Celje (Eslovenia-Croacia) o un Schaffartzik que permitía respirar a Bélgica con sus fallos desde el triple (Alemania-Bélgica) e incluso para un partido de cincuenta minutos… en el que Finlandia pasó a la historia doblegando a la Rusia de Shved y consiguiendo su billete para la segunda fase. Trece momentos inolvidables que ya son historia. ¡Que pasen los trece siguientes!