La llegada de Joan Peñarroya a Partizan abre múltiples puertas en el club serbio que deberán gestionarse con extrema precisión. La rueda de los entrenadores de Euroliga ha vuelto a ejercer presión y a demostrar su jerarquía, permitiendo al técnico catalán regresar a un banquillo de la máxima competición continental mucho antes de lo que muchos esperaban. Pero ¿qué escenario se va a encontrar Peñarroya? El banquillo de Partizan es, probablemente, la silla más caliente de la mejor liga de Europa. Sentarse en él es, sin lugar a dudas, un reto mayúsculo.

Partizan de Belgrado, donde el baloncesto es religión: Aquí no existen las temporadas de transición

El Stark Arena es, para muchos, la mejor pista donde jugar en Europa. Hay grandes ambientes en la Euroliga, pero ninguno con un vínculo tan profundo entre afición, jugadores y proyecto. En Belgrado, la afición es un actor más. Allí cobra sentido real eso de jugar para la grada. Zeljko Obradovic era un dios. Las imágenes en el aeropuerto tras su renuncia lo evidenciaron de forma incontestable. Por eso, sustituir a alguien a quien la afición nunca quiso ver marchar es el primer gran reto al que se enfrenta Joan Peñarroya.

La parte positiva para el nuevo entrenador es clara: la afición señaló a los jugadores, no al banquillo. Eso dibuja un escenario de máxima exigencia. Peñarroya no tendrá que convencer a la grada, pero sí gestionar una presión constante sobre una plantilla que sabe que no se le perdonará ni una más. Nombres como Sterling Brown o Tyrique Jones quedaron señalados desde el mismo momento en que Obradović anunció su salida. No es precisamente el mar más calmado para intentar extraer el mejor rendimiento individual.

El caso Jabari Parker: un reencuentro… ¿no deseado?

Otro de los jugadores bajo el foco es Jabari Parker. El estadounidense dejó Barcelona en busca de un proyecto que le acercara a mayores cotas europeas. Hoy, el contexto es radicalmente distinto. Su salida del Barça estuvo marcada por actitudes discutibles y un tono percibido como prepotente. Parker justificó entonces su descontento en la falta de competitividad del equipo, que precisamente entrenaba Joan Peñarroya.

Ahora, ambos se reencuentran en un contexto límite, tanto en lo deportivo como en lo extradeportivo. Jabari no disputó el último partido, un gesto que deja entrever que su actitud sigue generando dudas. La posible llegada de Cameron Payne añadiría otro elemento más a un vestuario ya tensionado, otro gallo en un corral permanentemente señalado. La gran incógnita será ver si Peñarroya opta por tomar decisiones drásticas o si, por el contrario, intenta recuperar a todos los jugadores posibles para una causa que no es otra que salvar la temporada en uno de los entornos más exigentes del baloncesto europeo.