Nunca es positivo ser noticia por el motivo que lo fue Palmer Basket Mallorca el pasado fin de semana: la derrota más abultada de la historia de la Primera FEB. En Mallorca, la temporada está siendo cualquier cosa menos sencilla. Cambios constantes, decisiones a contrarreloj y una búsqueda desesperada de estabilidad marcan el día a día de un proyecto que nació con ilusión y que hoy pelea por sobrevivir. La permanencia en Primera FEB, a estas alturas, parece prácticamente una quimera. Por eso, ante una situación límite, el club prepara una jugada especial.
Palmer Mallorca, un lugar de paso: un estreno esperpéntico en Primera FEB
El curso arrancó en septiembre cargado de optimismo tras el ascenso desde Segunda FEB, logrado con Marco Justo, exentrenador de Palencia. Después de una gran campaña en la tercera categoría nacional, el salto a Primera FEB debía consolidar el crecimiento del proyecto. Sin embargo, el golpe recibido el pasado fin de semana ha dejado ese impulso completamente diluido: mayor derrota histórica de la categoría y destitución inmediata de Lucas Victoriano.
Si se amplía el foco, el panorama resulta aún más preocupante. Hasta 18 jugadores han vestido ya la camiseta azul en apenas cuatro meses de competición, un síntoma evidente de improvisación y falta de rumbo. Tras el cese de Victoriano, el técnico ayudante Juan Ignacio Díez de Acharán asumirá el cargo de forma interina, convirtiéndose en el cuarto entrenador del curso. El balance deportivo es demoledor: solo dos victorias. Aun así, el descenso no es matemático. Melilla y Cartagena presentan registros similares, y el club se aferra a esa mínima rendija de esperanza mientras trabaja en un nombre clave para reactivar a un grupo anímicamente devastado.
Phil Scrubb: de Turquía a intentar salvar una situación límite
Para revertir la dinámica, el nombre que gana fuerza es el de Phil Scrubb. Según informa Xisco Cruz, el el escolta canadiense llega procedente de Petkim Spor, equipo turco con presencia en Eurocup. En la Basketbol Süper Ligi, Scrubb promediaba alrededor de 24 minutos por partido, con 7,7 puntos, 40,5% en tiros de campo, 32% en triples, además de 3 asistencias y 4,5 rebotes por encuentro. Números sólidos en un contexto competitivo exigente.
Más allá de la estadística, su posible incorporación responde a una necesidad mucho más profunda. La llegada de un jugador con experiencia contrastada en ACB y competiciones europeas, acostumbrado a escenarios de presión y a liderar desde el perímetro, puede suponer un punto de inflexión emocional para Palmer Basket. En un vestuario golpeado por resultados y cambios constantes, Scrubb representa referencia, jerarquía y calma. No es solo una apuesta deportiva; es una inversión en credibilidad, en liderazgo y en resiliencia. Y en proyectos al borde del colapso, eso puede ser tan determinante como cualquier sistema táctico.