Cuarta jornada del Eurobasket, crece la tensión por lograr una plaza a la siguiente fase; y mientras España ya ha asegurado su billete al vencer sufriendo a Croacia, Montenegro empieza a creer en la remontada tras su varapalo inicial, y gracias a su juego interior se ha impuesto a República Checa, Hungría aún cree en sus opciones, pese a que su último partido es frente a los españoles, y se ha impuesto al anfitrión que, aunque se sabe eliminado, ha vendido cara su piel en el intento de regalar una victoria a los suyos. 

REPUBLICA CHECA 75-88 MONTENEGRO, por Ruben Alcaide

Poderío interior Una de las mayores ventajas que poseía Montenegro frente a la República Checa era su supuesta superioridad en las zonas, donde un jugador como Vucevic iba a poder utilizar sus centímetros y excelsos conocimientos a su antojo. Más si cabe si su apoyo en la pintura es un Bojan Dubljevic que saca petróleo hasta de un pozo de agua. El pívot de los Magic no defraudó y fue el primero en golpear al inicio del partido: antes del minuto cinco contaba ya con 7 puntos y 5 rebotes. Finalmente se fue a los 17+14, y ahuyentando con su intimidación a Auda, Peterka y Kriz, pívots checos, que juntos obtuvieron un 37% de tiros de campo, anotando 27 puntos y capturando tan solo 5 rebotes entre los tres.

Compañía, ¡firmes! Otro de los rasgos que deben caracterizar a la selección montenegrina es su sacrificio defensivo. El comandante Tanjevic no permite un minuto de relajación, y son famosas sus broncas y miradas asesinas a pie de banquillo hacia sus soldados. Frente a los checos no fue una excepción, y hasta que llegaron los minutos finales con el partido más que sentenciado, no permitieron ni una sola canasta fácil a sus enemigos. Seguro que antes de dar la enhorabuena a los suyos les leyó la cartilla por tomarse ese lujo antes del bocinazo final, pero no podrá quejarse de los 36 minutos anteriores.

Concurso de triples. El partido se rompió al inicio del tercer cuarto, período que los jugadores se tomaron como si de un All Star se tratase, organizando su propio concurso desde 6’75. Antes de llegar el minuto 5’ el resultado del show era 3-6 para Montenegro, y con la ventaja de 13 que traía del paso por vestuarios ésta se convirtió en definitiva, al superar los +24 de diferencia. Como muestra un botón, porque otra de las claves para el resultado final fue el porcentaje de tiros: los checos tuvieron un 38% en TC por un 50% de los montenegrinos. En triples, Sehovic firmó un 4 de 4, Ivanovic y Pavlicevic 3 de 5, y Rice se sumó a la fiesta con 3 de 6. Palyza, con 3 de 7, fue el mejor de los checos.

ESPAÑA 73-79 CROACIA

Aquí puedes leer la crónica de nuestro compañero Irlentz Quiñones 

RUMANIA 71-80 HUNGRÍA, por Iñigo Doñabeitia

David Vojvoda, el catalizador de la intensidad húngara: Hungría comenzó un tanto dubitativa el partido, con un Hanga menos inspirado que en la jornada anterior, hasta que Vojvoda tomó las riendas y empezó a desatar su energía. Todos los parciales positivos de los húngaros llegaron de la mano del escolta, que además contagiaba a sus compañeros y conseguía despertar el mejor baloncesto de los de Stojan Ivkovic. Terminó el encuentro como el máximo anotador, y siendo una de las claves del encuentro.

Mandache comanda la resistencia rumana. Las Águilas querían regalar una victoria a la fidelidad de su público, Andrei Mandache se vestía de héroe y aceptaba el reto de David Vojvoda para liderar a los suyos y comandar la resistencia. El escolta zurdo generaba puntos cuando más los necesitaba su equipo, su movimiento sin balón era excelso, y se mostraba desatado impidiendo que Hungría se alejase en el marcador. Sus compañeros le buscaban, y él, con 24 puntos, respondía a su confianza.

¡Hay que romper la telaraña! En el baloncesto actual, lo normal es ver equipos que requieren de su tiro exterior para generar espacios y obligar a abrirse a las defensas. Así comenzó el partido entre Hungría y Rumanía, defensas que colapsaban la zona y obligaban a lanzar desde fuera a sus rivales; sin embargo, ninguno de los dos conjuntos se mostraba acertado, de manera que comenzaron a buscar otras opciones, y el partido se convirtió en una guerra por romper la telaraña defensiva del rival, de la que los húngaros salieron victoriosos.