Joan Canals falleció ayer a la edad de 89 años. Joan nació en la Badalona de 1928, como en muchos otros casos, seguramente empezó dándole patadas al balón para acabar en 1943 lanzando a canasta, en su caso, en las del histórico Sant Josep. Nueve años más tarde fichaba por el Joventut de Badalona, aquel mismo curso ganaba la Copa a un todopoderoso Real Madrid que la había coronado los dos cursos anteriores. El 55 volvería a ganársela de nuevo a los blancos. Se enfundaría la elástica verdinegra hasta 1956. A pesar de los títulos, la puntería y anotar puntos no eran su mayor virtud. Lo suyo era defender… tanto que acabaría ganándose la confianza del seleccionador español Jacinto Ardevínez, a contra pronóstico, y fue elegido para estar entre los 12 héroes que acabarían copando los Juegos del Mediterráneo de 1955 en Barcelona. Y es que, aunque ni él lo sabía, Canals era el mejor defensor de España. Recuerdo que en una ocasión, el jugador con más talento en el país de los años 40 y un pedacito de los 50, Marcel.lí Maneja, me decía que “Carlos, era uno de los pocos jugadores que no me permitía hacer mi juego. Cuando jugabas contra él sabías que te tocaba sufrir. No te dejaba ni recibir la pelota”. Estuve en casa de Joan un par de veces y cuando hablamos de aquel valiosísimo oro me comentaba que “no estaba previsto que yo fuera seleccionado ni de lejos. Recuerdo que antes de los Juegos nos concentramos en Mataró. Yo no tenía ni chándal así que fíjate si estaba claro que yo no iría pero jugamos contra el equipo de Mataró un par de amistosos y su estrella no pudo hacer casi puntos”. Después el bueno de ‘Juanito’, cómo no, seguiría trabajando para seguir siendo internacional y hasta 24 veces vestiría la camiseta roja gracias a “Eduardo Kucharski, que me enseñó a tirar” me reconocía el propio Canals mostrando un especial sentido meritocrático.

Sé que hay tendencia es realzar la figura de aquellos personajes que fallecen pero en el caso de Canals es justo decir que fue un héroe en la sombra. Sencillo, encantador, sacrificado y un hombre de palabra. En 1956 fichó por el FC Barcelona, formando parte de un  equipo que ser el único que podía haber compartido la hegemonía del Real Real Madrid en los años 50 y 60. Aquel que, junto a Nino Buscató, Jordi Bonareu y los hermanos Martínez ganaron el primer doblete de la historia del club, Liga y Copa, en 1959. Aquel que siguió en el equipo cuando en 1961, el entonces presidente azulgrana Enric Llaudet, decidiera disolver la sección de baloncesto de la primera categoría.

A principio de los 60, entrenó al primer equipo del Joventut de Badalona pero no acabó la temporada. Su camino era el de la formación siendo, a mediados de los 70, impulsor y primer director de la primera Escola de Bàsquet de la Penya donde uno de los primeros niños que participaron fue Ferran López, ex jugador ACB y ahora director deportivo del Montakit Fuenlabrada.

Canals, participó en el libro Historia del Baloncesto en España (Ed. Círculo Rojo, 2016. 2ª Edición) del que hemos recogido el siguiente fragmento de su testimonio: “me gané estar con la selección en los Juegos del Mediterráneo del 55 por mi defensa en los partidos de preparación. Éramos catorce en la convocatoria y tenían que descartar a dos. Trajeron solo trece chándales y ¿saben quién se quedó sin uno en un principio? Un servidor. Nos concentraron durante un mes en Mataró; allí jugamos contra el equipo de la ciudad. Tenían un tal Soro, que era una máquina de anotar. Nadie podía pararlo hasta que el seleccionador Jacinto Ardevínez, muy enfadado, me sacó a la pista. Lo sequé. No solo me quedé entre los seleccionados, sino que además jugué bastantes minutos en los Juegos, defendiendo a las estrellas internacionales de los equipos contrarios. Tras la competición, Ardevínez me aconsejó practicar el tiro porque no lo hacía nada bien. Aprendí con veintisiete años y no me enseñó ningún entrenador de los que tuve, sino un rival, Eduardo Kucharski. Fue, técnicamente, quien me enseñó a lanzar a canasta con eficiencia. «Tienes que tirar con la yema de los dedos», me decía el competitivo de Kuchi. Así lo hice siempre y así lo enseñé después a las siguientes generaciones cuando fui entrenador”.