El CB Valladolid llegó a Barcelona con el grato recuerdo de la visita de la pasada temporada, en la que dieron la primera sorpresa del año al batir a todo un Barça en el Palau. Se dijo que este golpe de moral fue definitivo para la buena temporada del equipo. Este año el conjunto pucelano llegaba al Palau con una necesidad de incrementar su moral infinitamente superior a la de la pasada campaña. Un único partido ganado de nueve y los peores números de su historia, de los que luego hablaremos. Pero, como todo el mundo sabe, la historia no se repitió…y en ningún sentido, además. El CB Valladolid sufrió una tremenda paliza y el Barça consiguió algunos datos nunca antes logrados en ACB: mayor diferencia a favor (+59), mayor valoración histórica (178) y segunda mejor marca en asistencias.

Además, destaca que hasta 8 jugadores blaugrana consiguieran una valoración igual o superior a la conjunta del CB Valladolid (12). Partido desde luego nefasto para los de Ricard Casas. Pero el problema de los morados no se queda únicamente en la debacle del Palau. Está cerca de convertirse en uno de los peores equipo en la historia de la ACB según algunos datos estadísticos.

El segundo peor ataque y la peor valoración en la historia de la ACB

Este es el peor Valladolid en ataque en su historia ACB (más de dos puntos por debajo de la hasta ahora peor marca en la temporada 99-00 con 68.9) y la segunda peor media en anotación en la historia de la máxima competición española con 65.6 puntos por partido, muy cerca del Assignia Manresa de 2010-2011. Es curioso cuando menos que, en el partido anterior ante el FIATC Joventut, en un sólo cuarto el CB Valladolid anotara casi la mitad de su promedio por partido. Lejos quedan los 90 puntos por partido de la temporada 83-84, cuando el por aquel entonces Fórum Valladolid contaba en sus filas con Steve Trumbo o Alex Bradley. Es evidente que sólo llevamos un cuarto de competición disputada y los hay que tomar estos datos como lo que son: aún algo temporal, ya que hasta que no finalice la liga no podremos establecer una comparativa real.

Por supuesto que la liga Endesa ha cambiado, y lejos quedan los años en los que encontrábamos  promedios anotadores que superaban la centena o la rondaban (por ejemplo el Barça 86-87, con Chicho Sibilio, Epi y Wallace Bryant, que consiguieron una media de 102.4 puntos por partido, o el Real Madrid de Petrovic y Fernando Martín en la temporada 88-89 con 98 puntos por partido). En esta temporada el equipo que más anota es el Madrid de Pablo Laso con 90.2 puntos cuando el promedio anotador de todos los equipos es de 76.65 puntos. Es decir, más de 20 puntos de diferencia entre el máximo anotador y este CB Valladolid, y casi 10 con el promedio de la liga.

Además, el equipo de Ricard Casas es, con diferencia, el equipo con peor valoración de media en la historia de la ACB con 52.5 con el actual sistema estadístico (en las temporadas anteriores no se contabilizaban ni los tapones recibidos ni las faltas recibidas, por lo que no hemos considerado oportuna una comparativa entre sistemas diferentes de recopilación de datos). De hecho, nadie antes había bajado de la frontera de 60 en este apartado estadístico. El que más se había acercado era el Cabitel Gijón de la 99-2000 con 62.5 puntos.

Pero el CB Valladolid no es el último sólo en anotación y valoración. Esta temporada es también la peor defensa con 87.5 puntos recibidos por partido, el equipo que menos asistencias reparte con 10, el equipo con peor porcentaje en tiros de 2 (43.36%, también el peor de su historia) y el peor en rebotes defensivos (20.41) y segundo peor en el total detrás de Fuenlabrada con 30.3 (los madrileños 29.4).

Muchas veces se dice que los datos no quieren decir nada, que son sólo estadísticas, pero en este caso ayudan a entender y mucho la actual situación deportiva que vive el CB Valladolid.

¿Cuáles son las causas?

Aunque hay múltiples factores, para analizar el mal inicio de temporada del CB Valladolid nos basaremos en tres causas fundamentales.

1. La primera puede estar en el banquillo. Ricard Casas no está consiguiendo crear un núcleo fuerte de jugadores, un equipo conjuntado en el que vayan todos a una y que jueguen, precisamente, como un equipo. Demasiado individualismo y demasiado bote para finalizar la jugada con un 1×1 que en muchas ocasiones termina con una pérdida o un mal tiro muy forzado. Puede parecer que cargar parte de las culpas en Ricard Casas es el recurso fácil, sobre todo teniendo en cuenta el equipo del que estamos hablando: un CB Valladolid hecho en un mes, pero en este punto es inevitable establecer comparativas con su inmediato predecesor en el puesto, Roberto González. En una situación semejante (que no igual) consiguió crear un verdadero equipo, más allá de los resultados. En ataque todos sabían a qué jugaban, había una buena circulación de balón y estaban claras las jerarquías y los roles bien definidos. En defensa el equipo era uno, la rotación defensiva funcionaba a la perfección y todos los jugadores se implicaban al máximo. Este Valladolid no juega a nada en ataque y sobre todo en defensa muestra una pasividad y una falta de actitud preocupante. De momento el técnico manresano no ha conseguido dar con la configuración adecuada y no ha sabido manejar un vestuario en el que quizá más que conceptos tácticos hagan falta aspectos psicológicos.

2. Un equipo sin líderesEn el equipo se echa en falta un referente, alguien que tire del carro cuando las cosas se ponen feas y que se erija en el líder de la manada, tanto en la cancha como en el vestuario. Antonio Porta estaba llamado a serlo, pero apenas duró con Casas. Junto a él, Vasilopoulos, por veteranía, llegaba como principal referente en ataque la pista y también en el vestuario, pero también dejó Valladolid. Ahora parece que será Marcos Suka-Umu el que intente tomar el relevo de Nacho Martín y Román Montañez como líder espiritual en Valladolid. Pero aún sigue faltando el referente en cancha. El equipo parece las piezas de un puzle sin encajar, sueltas cada una por la caja buscando la forma de completar la imagen de la portada. Jason Rowe por características parece que puede dar el perfil idóneo, junto a Haritopoulos, pero, al menos de momento, no han asumido ese rol al 100%. Además, falta ese núcleo duro de jugadores nacionales que el año pasado conformaban Nacho Martín, Román Montañez y David Navarro, y en las últimas jornadas incluso Jordi Grimau, que aportaban la estabilidad y la regularidad al equipo. Iván Martínez y Antonio Izquierdo, los llamados junto a Suka-Umu a completar esa tarea no parecen contar con la confianza plena de Ricard Casas.

3. En las apuestas unas veces se gana y otras se pierdeDada la situación del CB Valladolid, los últimos años se han caracterizado por una configuración de plantilla basada en apuestas. Confiar en jugadores de ligas inferiores, jugadores que vuelven a la competición tras lesiones importantes o jugadores que buscan recuperar un prestigio perdido. El año pasado salió cara, y todos los jugadores (salvo el caso Mohammed) superaron las expectativas y rindieron a un nivel muy alto para deleite del aficionado pucelano. Casos como el de Othello Hunter, Álex Renfroe, Ían O'Leary o Nacho Martín no están teniendo continuidad este año. La apuesta de Luther Head quebró antes de iniciarse, Akeem Wright no ha cumplido con lo que se esperaba de él, Vasilopoulos no ha terminado de recuperarse nunca del todo…Los únicos que están rindiendo a un nivel aceptable son Omari Johnson, Haritopoulos y Andjusic, aunque quizá no con demasiada regularidad.

¿Hay solución?

Empieza a no haberla. El club presentó a su nuevo patrocinador, Cuatro Rayas, pero sigue sin llegar el principal, ese tan ansiado en el entorno pucelano y con el que cada vez hay menos optimismo. Acaba de llegar el sustituto de Vasilopoulos, el serbio Nikola Cvetinovic, pero parece improbable que su llegada pueda suponer un cambio drástico en el devenir del club. Viney aún no ha mostrado nada; Andjusic, como lo que es, un tirador, tiene sus rachas; Rowe dio muestras en Manresa de que podía comandar al equipo, pero no ha reforzado esa idea en los partidos posteriores y Omari Johnson se encuentra demasiado sólo.

El otro día, frente al Joventut, se pudieron apreciar algunos de los rasgos que necesita este equipo para salir a flote: una mayor intensidad defensiva e implicación de todos los jugadores y mejorar la circulación exterior del balón y la comunicación entre los integrantes del quinteto en pista. Cuando parecía que quizá el equipo pucelano pudiera empezar a lavar la mala imagen del inicio de liga aferrándose a ese tercer cuarto ante los verdinegros llegó la catástrofe del Palau.

Tal vez este partido histórico (para lo negativo) suponga el punto de inflexión para la plantilla y a partir de aquí el equipo comience a mejorar, al menos en cuanto a juego e imagen. O tal vez sea sólo un partido más en una calamitosa temporada de un club histórico como el CB Valladolid, por el que han pasado mitos de la talla de Arvydas Sabonis u Óscar Schmidt, y que vive en la actualidad sus horas más bajas.