La trayectoria del ucraniano Alex Len es una historia de talento crudo, adaptación cultural y barreras poco evidentes que se esconden tras los focos de los partidos NBA. Quizás pronto llegue al Real Madrid y lo podamos conocer un poco mejor de primera mano, pero basta repasar su paso por EE.UU. para entender que, muchas veces, la mayor lucha no está en la pista, sino fuera de ella.
Alex Len y su aterrizaje forzoso en EE. UU: sin inglés y bajo la lupa de la NCAA
Cuando Alex Len aterrizó en Estados Unidos para unirse a la Universidad de Maryland, no solo cargaba con la maleta. También arrastraba una montaña de obstáculos invisibles. Venía de Antratsyt, una ciudad minera del este de Ucrania, sin hablar una palabra de inglés, sin conocer el sistema académico estadounidense y con su elegibilidad deportiva en entredicho.
“Len, cuyo inglés es limitado, estuvo presente el miércoles pero no fue puesto a disposición de los periodistas”, publicaba el Washington Post en 2011. Esa frase, breve pero reveladora, resume su situación: un talento europeo con enorme proyección… completamente aislado en lo comunicativo.
Y no era el único hándicap. Su fichaje quedó en el aire durante semanas porque la NCAA investigaba si su pasado en el Dnipro, equipo profesional ucraniano, invalidaba su estatus como jugador amateur. La espera fue agónica. Según el Capital News Service, “Len quedó atrapado en un purgatorio de la NCAA, sin poder entrenar con su equipo, sin saber si podría jugar y sin entender bien por qué”.
Estaba solo, incomunicado y bajo una presión brutal. No podía entrenar con normalidad, no podía dar entrevistas, no entendía lo que se decía a su alrededor y tampoco tenía garantizado el futuro por el que había cambiado de continente… y de vida.
Cuando no entender una jugada puede costarte la carrera
El caso de Alex Len demuestra que las barreras idiomáticas en el deporte de élite no son un obstáculo menor. Son un factor de rendimiento. Invisibles, pero determinantes. Su primer año en Maryland fue tan irregular como comprensible. Según el Washington Examiner, “el joven de 18 años ucraniano está aprendiendo inglés y todavía se está adaptando a cómo se juega aquí”. Una frase suave, pero que escondía una realidad dura: no podía comunicarse con fluidez ni con su entrenador, ni con sus compañeros, ni con sus profesores.
La incomunicación lo empapaba todo. En una liga como la NCAA, donde los sistemas vuelan y las decisiones se toman en segundos, no entender una indicación podía dejarte fuera. En clase, debía seguir el ritmo académico de una universidad americana sin dominar el idioma. Y fuera de la pista, la barrera lingüística lo aislaba. Como explicaba el Testudo Times, su rendimiento irregular tenía mucho que ver con “la dificultad de aprender un idioma nuevo mientras se adaptaba a una cultura completamente distinta y a un baloncesto más físico”.
Debutar, tras semanas sin entrenar por la sanción, fue como salir disparado: 14 puntos, 8 rebotes, 3 tapones… y 5 pérdidas. Una radiografía perfecta: talento sin dudas, pero limitado por todo lo que aún no podía entender.
El reto Real Madrid: por qué Alex Len no viene solo con centímetros
Si finalmente se confirma su llegada al Real Madrid, Alex Len no será solo otro fichaje interior. Llega con años de experiencia en la NBA, pero también con un historial de adaptación que lo hace distinto: sabe lo que es empezar desde cero, sin idioma, sin red, y aún así responder.
Esa resiliencia puede ser oro en un vestuario como el blanco, donde no hay tiempo para excusas. Len aporta físico, defensa y oficio, pero sobre todo, la capacidad de integrarse en contextos nuevos y exigentes. Ya lo hizo una vez. Ahora debe hacerlo en el baloncesto FIBA, donde el ritmo, el contacto y la lectura táctica marcan la diferencia. El Real Madrid ficharía algo más que altura. Ficharía a un jugador que ya superó su propio calvario. Y eso, en este nivel, cuenta.
Más allá de la pista: de no saber inglés a jugar con las palabras
Resulta irónico, pero revelador: aquel chico ucraniano que no entendía una sola indicación en inglés al llegar a Estados Unidos, acabó fundando —junto a su madre— una organización benéfica con un juego de palabras en ese mismo idioma. Len-d A Hand, se llama. Una forma de extender la mano a los demás, justo como él necesitó en su momento.
Más allá de lo que haga en la pintura, Alex Len carga con una historia de superación personal que no se mide en puntos ni rebotes. Y quizá por eso, si acaba vistiendo la camiseta del Real Madrid, no será solo otro pívot con recorrido NBA. Será alguien que ya sabe lo que cuesta abrirse paso cuando todo está en contra. Y eso, en cualquier idioma, es tener carácter.