Los 2.08 de fibra, potencia y agresividad son indicios suficientes para pensar que McCoy es un fichaje de repesca más que tapado. La solidez con la que dota el centro de la zona es muy importante.

Su falta de centímetros, como center puro, y su especialización defensiva no le han valido para labrarse una buena carrera en la NBA, no obstante su estampa parece decisiva atrás y bajo los tableros.

En el 95, jugando en una histórica UCLA post campeona y sin talentos, (Edney, Zidek y O’Bannon en la NBA) Jim Harrick, su entrenador entonces alucinaba con su pupilo tras machacar a la Maryland de Jasikevicius y compañía a tapón limpio. El resultado fue 15 puntos, 10 rebotes y 11 tapones. Las palabras de Harrick fueron: “la última vez que alguien consiguió un triple-doble en mi equipo fue hace 31 años. McCoy fue un mostruo y dominó el juego interior”. Esa temporada acabó con 3.2 por noche.

En su último partido ACB, metió dos chapas e hizo 5 mates en poco más de 20 minutos. Lo dicho, un monstruo.