Posiblemente este ni tan siquiera sea el mejor partido de la carrera de Ben Simmons. La presente temporada ha servido para ver una versión muy mejorada del base de los 76ers: centrado en defensa, generando más juego para sus compañeros, y logrando tapar buena parte de sus carencias en la pista. Además, ha logrado ser el líder indiscutible de la plantilla, tanto por actitud como por momento de forma.
No obstante, el 6 de abril de 2018 viviría una de esas noches que definen a los grandes jugadores. Philadelphia vs Cleveland, un partido con aroma a playoffs y que tenía un interesante premio: quien ganase obtendría la 3ª plaza del Este. Mientras que LeBron llegaba con unos Cavaliers que iban adaptando a los recién llegados, los 76ers pulieron su rotación con añadidos como Belinelli o Ilyasova. Todo listo para dar un entretenido choque en el que sucedería de todo.
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La primera parte de Philadelphia fue una absoluta locura, mostrando su mejor nivel, y barriendo 78-55 a Cleveland. ¿La clave? Un Simmons absolutamente inspirado al que le salía todo y apenas cometió errores. Desde pases milimétricos, a lanzarse sin miedo contra Jeff Green o LeBron. Ben estuvo en todas partes, y dejó diferentes gestos técnicos de muchísimo nivel.
Sin Joel Embiid (lesionado ese tramo final de temporada) Simmons se vio obligado a erigirse como cara de la franquicia y director total de juego. Con una plantilla repleta de tiradores, su labor consistía en aprovechar los espacios que Redick, Ilyasova, Saric, o Covington producían, y al mismo tiempo hacerles llegar el balón cuando fuese necesario.
Por otro lado, en defensa no bajó el nivel, y pese a estar todavía lejos del actual, ya dejó muestras claras: intimidar a LeBron, cortar varios pases, y ser un rival difícil de superar tanto en el exterior como cerca del aro. Tenía margen de mejora, sí, pero no era precisamente un mal defensor.
Uno de los partidos que más he disfrutado, no voy a mentir pic.twitter.com/EBS4HTc9iZ
— David (@DavidCasas34) April 10, 2020
La segunda parte sería otra historia. El resto del equipo no acompañaría tanto a Ben, y LeBron daría el máximo para acercar a los suyos. Así, anotó 21 tantos en el tercer cuarto para reducir la ventaja al mínimo. James se quedó en 44 puntos, 11 rebotes, y 11 asistencias, logrando muchas de estas estadísticas en la segunda parte. Fue una muestra más de lo que pocas semanas después se vería en Playoffs: pese al talento bastante regular del equipo, si alguien podía protagonizar remontadas inverosímiles y decantar partidos era él.
Sin embargo, Ben no iba a dejar que la 3º plaza se escapase. Llegando a acumular 36 minutos en pista, sería el único jugador que no perdiese de vista el marcador y el que, a base de empujones y penetraciones algo más forzadas de la cuenta, mantuviese al equipo vivo. Cerró el partido con un 70% en tiros de campo (12/17) y apenas 3 pérdidas, buscando siempre situaciones seguras para actuar.
A la gran anotación añadió 15 rebotes y 13 asistencias. JJ Redick (4/11 T3) y Belinelli (6/12 desde el perímetro) fueron los grandes beneficiados de la fantástica actuación del australiano. Todo el equipo funcionó a su ritmo, pero los dos tiradores comprendían perfectamente su papel, y aquella noche pasaron los 20 puntos gracias al efecto que tuvo Simmons en la defensa rival.
Pero lo mejor llegaría unas horas más tarde. Mientras que Simmons alabó a James en rueda de prensa, diciendo que sentía un gran respeto por él, y que “probablemente es uno de los mejores jugadores de la historia, si no el mejor”, la estrella de por aquel entonces Cleveland le devolvió el guiño y se deshizo en elogios
“Fue genial, lo ha hecho genial. Creo que el mejor maestro para la vida es la experiencia. Están entrenando sus puntos fuertes, y él es un jugador que estudia y comprende el juego. Conozco estas cosas más que vosotros. He estado cerca de él… y él quiere ser grande, importante, y definitivamente lo ha demostrado con este partido”
Además, le dedicó un post en Instagram con varias imágenes.