La mayoría de los aficionados de la NBA consideraban que los Brooklyn Nets eran uno de los equipos candidatos a ocupar una de las últimas posiciones de la clasificación. No en vano, habían sido el peor equipo de la NBA durante la temporada pasada, en la que ganaron solamente 20 partidos. Además, su peculiar situación no les permitía una mejora radical del equipo. Brooklyn tuvo que ceder el número 1 del draft a Boston y hará lo propio con su pick del año que viene. Así las cosas, Brooklyn es el equipo de la NBA con un peor futuro por delante.
El traspaso con el que Brooklyn se hizo con Garnett y Pierce no consiguió catapultar a la franquicia neoyorquina a los puestos de honor de la competición y en los dos años siguientes el equipo dio un rendimiento decreciente que les llevó al fondo de la liga. Con este panorama, la franquicia hizo lo que muchas otras, inspirarse en el modelo que lleva funcionando durante dos décadas en la NBA: San Antonio Spurs.
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Sean Marks aceptó el puesto de general manager en el verano de 2016. El neozelandés había jugado durante 3 años en los Spurs y fue ayudante de Popovich durante otras tres temporadas. Su primer movimiento fue la contratación de Kenny Atkinson como entrenador. Atkinson era considerado uno de los mejores asistentes de la liga, no en vano había sido el principal apoyo de Mike Budenholzer durante 4 temporadas en los Atlanta Haws. Bajo el mando del citado Budenholzer, exayudante de Popovich durante 17 años, los Hawks realizaron un juego coral que sorprendió a la NBA. Marks dejaba claro cuáles querían que fueran las señas de indentidad de los neoyorquinos.
Marks y Atkinson parecían los hombres adecuados para llevar a los Nets a buen puerto, pero la plantilla era la peor de la NBA. Con estas expectativas, Marks solo consiguió atraer a Jeremy Lin, que fichó como agente libre. Así, con el liderazgo de Brook Lopez, los Nets fueron el peor equipo de la pasada temporada, pero parecía que algo estaba cambiando.
Atkinson no se conformó con un juego rácano, sino que los partidos de los Nets se convirtieron en todo un espectáculo de velocidad y puntos. Brooklyn fue el equipo con mayor ritmo (posesiones por partido) de la liga, con 103,6, pero la falta de talento en la plantilla les llevó a estar en las últimas posiciones en cuanto a eficiencia ofensiva (101,9, los 28.º). En defensa, el equipo mostró demasiadas carencias, lo que les llevó a recibir 112,5 puntos por partido, el peor de la liga, solo superados por los Suns.
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Una vuelta de tuerca al estilo de juego
Este año, sin ningún motivo para tankear, Marks decidió reforzar el equipo de la única manera que podía: asumiendo contratos de jugadores sobrepagados. Así, consiguió fichar a D’Angelo Russell, quien vino a cambio de Brook Lopez, que se convertirá en agente libre el verano que viene. Con él vino Mozgov, uno de los mayores contratos tóxicos de la liga, a quien le quedan por cobrar 48 millones de dólares en tres temporadas. También llegaron Allen Crabbe y DeMarre Carroll (junto con el pick del draft de Toronto). Con estos jugadores y la ayuda de jóvenes apuestas como Caris LeVert o Spencer Dinwiddie, el juego exterior de los Nets estaba completo. El juego interior era más pobre. Mozgov formará pareja interior con Rondae Hollis-Jefferson, que tendrán la ayuda de Trevor Booker, Quicy Acy y el rookie Jarret Allen. Como pueden ver, aunque la plantilla haya mejorado, los Nets no se pueden considerar un equipo que aspire a ganar muchos partidos durante esta temporada.
Sin embargo, el equipo ha empezado imitando el agresivo estilo del pasado año. Los Nets vuelven a ser el equipo con mayor ritmo de la NBA (107,4) y el tercero que más anota (114,7 puntos por partido). Además, la eficiencia en ataque ha mejorado (ya son el décimo de la liga, con 105,8). El equipo es de los que más anota al contraataque, con 12,7 puntos por partido, lo que explica su alta anotación. Sin embargo, cuando hay que resolver en estático, Brooklyn lo pasa peor. La circulación de balón es buena, pero debería mejorar para dar un salto de calidad. El equipo es el 12.º de la liga en asistencias con 22,3 y el 24.º en pérdidas con 16,6. Sin duda la juventud de la plantilla y el deseo de destacar de forma individual está perjudicando en ese sentido, un factor en el que tendrá que trabajar Atkinson.
En defensa las cosas deben mejorar. Con una serie de jugadores que nunca han destacado en esa faceta, como Russell o Crabbe, es el aspecto del juego en el que Atkinson debe hacer más hincapié. Los Nets sufren desconexiones en diversos tramos del partido y la intensidad no siempre es la idónea. Eso les hace ser el equipo que más puntos recibe de la liga (118,3 por partido) y el tercero que permite un porcentaje de tiro más alto (51%).
La franquicia está siendo liderada por D’Angelo Russell, que está promediando 19,8 puntos y 5,2 asistencias en tan solo 26 minutos por partido. Sin duda que el base del equipo aumentará su participación en pista. Se le ve motivado y tiene la confianza del entrenador, algo de lo que carecía en los Lakers. A pesar de sus desconexiones defensivas, puede ser la temporada en que Russell pase de promesa a estrella.
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Otro aspecto que podemos destacar de Brooklyn es el rendimiento por encima de lo esperado de algunos jugadores. DeMarre Carroll está motivadísimo, ha vuelto a coincidir con un entrenador que le conoce y está respondiendo. Con 14,2 puntos y 6,3 rebotes por partido está haciendo la mejor temporada de su carrera. Además, en esta plantilla tan joven, está ejerciendo de líder y motivador para sus jóvenes compañeros. Otros jugadores que están destacando son Caris LeVert, Trevor Booker o Spencer Dinwiddie. Son limitados en el aspecto técnico, pero su despliegue físico y su garra proporcionan a Brooklyn un alto nivel de intensidad siempre que ellos están en cancha.
A pesar de las carencias de la plantilla, sorprende que a día 30 de octubre Brooklyn haya ganado 3 partidos y perdido 4, lo que le hace mantenerse en la 9.º posición de la Conferencia Este. Además, debemos tener en cuenta que Jeremy Lin se perderá toda la temporada, un serio percance para las aspiraciones de los Nets. Con una debilitada Conferencia Este, no es descartable pensar que los Nets puedan aspirar a playoffs. Si lo consiguen, sería una recompensa inesperada para un equipo que hace un lustro lo apostó todo por el presente y tuvo como consecuencia un futuro inmediato tan negro como su camiseta.
Un futuro con ilusión
Si los Nets continúan con las buenas sensaciones que están dejando esta temporada, pueden ser optimistas de cara al mercado del verano de 2018. Tienen 86 millones comprometidos para la temporada que viene, lo que les deja margen para atraer a algún agente libre que pueda reforzar la plantilla. Es difícil pensar que los caramelos del mercado fichen por Brooklyn, pero algún jugador joven de gran progresión podría apuntalar un proyecto que no tiene tan mala pinta como muchos analistas habían pronosticado.