Ningún aficionado en Cleveland podrá tener la más mínima queja de que los Cavaliers no están haciendo todo lo posible para intentar conseguir los dos objetivos que seguro marcarán el futuro próximo de la franquicia: conseguir el Anillo de la NBA y retener a su megaestrella LeBron James. Dos objetivos que nadie duda que van íntimamente unidos y que se han convertido en una necesidad en el equipo de Ohio.

Danny Ferry (serio aspirante a Ejecutivo del Año a poco que salgan bien las cosas en Regular Season) está echando el resto para que los Cavs aspiren a todo a partir del mes de abril. Primero fue, el pasado verano, la contratación de Shaquille O’Neal, el pívot más dominante de la Liga en los últimos tres lustros y que ya fuera escudero de lujo de Dwyane Wade en el título de los Miami Heat en 2006. El impacto de Diesel en Cleveland es todavía más mediático que deportivo (12 puntos y 7 rebotes por partido), pero no se debe dejar de tener en cuenta algunos factores. El primero, la dosificación de minutos que Mike Brown está haciendo con el veterano center, que va camino de los 38 años. Shaq disputa apenas 23 minutos por noche (lo que disminuye el riesgo de lesiones), por lo que si proyectaramos su estadística a 36 minutos por partido el resultado sería de 18 puntos y 11 rebotes, cifra nada desdeñable. El segundo factor a subrayar es que la importancia de O’Neal irá en aumento conforme avance la temporada, y tendrá su punto álgido en los Playoffs por el título. A nadie se le escapa que una de las principales causas de la decepcionante eliminación en la final de conferencia del año pasado fue el dominio que ejerció Dwight Howard en la pintura. Así que, ¿quién mejor para parar a Superman que su propio "modelo"?

Con Shaquille como (provisional) comparsa, el juego de los Cavaliers está siendo más que nunca un one man show a cargo de LeBron James. King ha puesto la directa hacia su segundo MVP consecutivo (30 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias por encuentro), mejorando día a día en cada una de las facetas de su juego. Por mucho que el baloncesto de Cleveland sea previsible (balones a James y a ver qué inventa), lo cierto es que los Cavs llevan a día de hoy un cuerpo de ventaja sobre Los Angeles Lakers para conseguir el mejor récord de la temporada regular y por tanto el factor cancha durante todas las eliminatorias por el título, además de liderar con mucha comodidad la Conferencia Este. Por si fuera poco, los de Ohio han llegado al parón del All-Star en su momento más dulce (43-12), encadenando 13 victorias consecutivas (la racha finalizó en el primer partido tras el All-Star al caer en casa en la prórroga ante los Denver Nuggets) y recuperando la sensación de dominio que tuvieron la temporada pasada.

Y si esto no fuera suficiente, Ferry ha tenido la habilidad de reforzar dramáticamente su plantilla en el mercado de fichajes sin tener que sacrificar apenas nada. Han llegado a los Cavs dos jugadores como Sebastian Telfair y sobretodo Antawn Jamison, que sin duda aportan un salto de calidad al equipo. Los únicos "daños colaterales" son la pérdida de los derechos sobre Emir Preldzic, la elección en primera ronda del Draft 2010 (que estará entre la 29 y la 30) y la salida del equipo de un clásico de la franquicia como Zydrunas Ilgauskas. El veterano center lituano, cada vez con menos importancia en la rotación por la presencia de Shaq y Anderson Varejao, era un expiring (11 millones de dólares) demasiado apetecible como para no utilizarlo como moneda de cambio. Ahora bien, que nadie se sorprenda si los Washington Wizards (en plena operación de liquidación) acaban cortando a Ilgauskas y éste acaba regresando a los Cavaliers, por lo que la jugada para Cleveland no podría ser más redonda.

Sin duda, la llegada de Jamison supone una mejora sustancial de la plantilla para afrontar el resto de la temporada. El ex de North Carolina, doce temporadas en la NBA, ha demostrado sobradamente en toda su carrera su valía tanto como titular como saliendo desde el banquillo (Mejor Sexto Hombre en 2004 con Dallas Mavericks). Esta temporada acredita 20.5 puntos y 9 rebotes por partido, siendo el más regular en la jaula de grillos que son los Wizards. Anotador compulsivo ya sea en la pintura o desde la línea de tres, con un instinto natural para el rebote y con un físico que le capacita para emparejarse tanto con aleros como con ala-pívots rivales, Jamison ofrece una alternativa ofensiva destacada al juego de los Cavaliers, para que LeBron no tenga que tirarse treinta tiros cada noche. Presumiblemente saldrá como power forward titular en detrimento de J.J. Hickson, un jugador que estaba sorprendiendo por su rendimiento pero que tendrá que adaptarse a su nuevo rol desde el banquillo.

Si a todo esto le sumamos la inminente reaparición de Mo Williams tras su lesión (17 puntos por partido), la incorporación de Leon Powe (inédito hasta ahora tras su grave lesión de la primavera pasada con los Boston Celtics) y la aportación de los que ya estaban -la velocidad y tiro exterior de Daniel Gibson y Delonte West, la defensa y solidez en el tiro de Anthony Parker, la versatilidad de Jamario Moon, la intensidad de Varejao o las esporádicas apariciones de Jawad Williams– el resultado es que los Cleveland Cavaliers tienen ahora mismo una de las mejores plantillas de toda la NBA, y que han aumentado un poco más su condición de favoritos para conseguir el Anillo esta misma temporada. Si esto fuera así, es muy probable que la inercia ganadora haría que LeBron James decidiera renovar con el equipo de su tierra, que es lo que anhelan todos los fans de Cleveland. En apenas unos meses sabremos si tanto esfuerzo ha servido para algo.