El comisionado de la NBA, Adam Silver, se introdujo de lleno en la polémica por los pedidos de traspaso que las estrellas James Harden y Damian Lillard le hicieron a sus equipos, Philadelphia Sixers y Portland Trail Blazers. La postura de la liga es clara: deben quedarse en sus respectivas franquicias.
En una rueda de prensa esta semana, Silver remarcó que no le gusta que los jugadores soliciten ser traspasados. "Queremos que jugadores y equipos cumplan sus contratos. Estoy pendiente de la situación en Portland y Philadelphia, y espero que se solucione antes de que empiece la temporada. Estoy contento de que las cosas parecen haberse calmado, por lo menos en términos de discurso público”, remarcó.
Harden usó su opción de jugador para ser traspasado con ese salario a otra franquicia, pero expresó sentirse decepcionado de la organización y de Daryl Morey específicamente por no haber cumplido su palabra de que lo traspasaría a otro equipo. Lillard, por su parte, expresó de varias maneras su deseo de seguir su carrera en otra franquicia.
LA NBA INTERVINO PARA QUE LILLARD Y HARDEN NO SEA TRASPASADOS
La NBA ya ha formalizado esta postura con el nuevo convenio colectivo que incluye una suspensión y/o multa de hasta 150.000 dólares a los jugadores que hagan peticiones de traspaso públicamente. Incluso a mitad de la última temporada, tras los traspasos de Kevin Durant a Phoenix Suns y Kyrie Irving a Dallas Mavericks, Silver calificó la práctica de solicitar traspasos como "corrosiva".
Más allá del nuevo esquema que penaliza a las solicitudes de traspaso, la NBA ya intervino para evitar que las gestiones operativas por Harden y Lillard lleguen a buen puerto. En cuanto al primero, la liga puso en marcha una investigación después de que la estrella de los Sixers llamara públicamente “mentiroso” a Morey. Por el lado de Lillard, le pidió explicaciones a él y su agente, Aaron Goodwin, después de que ambos manifestaran abiertamente que los Miami Heat eran el destino preferido.