Denver no solo le ha cogido el gusto a ganar sino que complica cada noche su forma de conseguirlo. Ayer se anotó su decimocuarta victoria consecutiva en un final épico (101-100) ante Philadelphia. Los Nuggets bordearon el naufragio a falta de 14 segundos. Perdían de 5. Pero la confianza incatalogable que han adquirido en esta racha les iluminó el camino. Corey Brewer abrió la remontada con un triple lateral y 9 segundos por jugarse. Ivan Turner recibió la falta y se plantó en la línea de personal. No había lanzado ninguno en todo el encuentro y mandó los dos al limbo.
George Karl pidió tiempo y diseñó una jugada para que Brewer volviera a clavar un triple. El alero se levantó tras un bloqueo y fue arrollado por un impulsivo Damien Wilkins (24 puntos) a falta de 2.1 segundos. Brewer no vació desde el 4,60 y anotó los tres. Wilkins tuvo la opción de redimirse pero su tiro fue taponado. Jrue Holiday (18 puntos, 15 asistencias y 6 rebotes) volvió a completar una actuación notable pero los suplentes de los Sixers solo aportaron 11 puntos, mientras que la segunda unidad de Denver, liderada por Brewer y Andre Miller (21 puntos y 8 asistencias), anotó 63. Los Nuggets ya amenazan el liderato de Oklahoma, al que ya avista a dos partidos y medio.
Peor suerte corrió Minnesota en su intento de voltear un marcador adverso en Sacramento (101-98). La bola caliente cayó en manos de Dante Cunningham (12 puntos y 5 rebotes), que ni siquiera había probado a lanzar desde más allá del arco durante el partido. El ala-pivot de los Wolves no atinó para mandar el choque a la prórroga. El envite transcurrió en términos de igualdad entre dos equipos cuyas temporadas llevan unas cuantas semanas en decadencia.
Uno de los mayores atractivos era el mano a mano entre Ricky Rubio (12 puntos, 7 rebotes y 9 asistencias) y la dupla de bases de los Kings. El español tuvo una mala noche en el tiro (4/13) mientras que Tyreke Evans (21 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias), que alterna la posición de base con la de escolta, y Isaiah Thomas (24 puntos y 6 asistencias) guiaron a su equipo con actuaciones sobresalientes. El pésimo porcentaje de los Wolves desde el triple (1/19) acentuó la importancia
Taj Gibson no podía haber soñado peor regreso tras su lesión. Portland barrió a Chicago en un encuentro que apenas tuvo destellos de competición (89-99). La indiferencia con la que el público del United Center encaró el duelo contra los Blazers anticipaba lo que sería un envite descafeinado. Portland tardó cerca de tres minutos en limpiar la red de su rival, pero los Bulls no solo no lo penalizó sino que se contagió del ritmo trotón del equipo de Oregón. El primer cuarto fue lo más parecido a una pachanga de pretemporada. Tiros sin contestar y nula tensión defensiva a pesar de la fogosidad que ponían Carlos Boozer (16 puntos y 11 rebotes) y el infatigable Joakim Noah (18 puntos y 6 rebotes). En medio de este escenario de pulcritud, LaMarcus Aldrigde (28 puntos y 8 rebotes) comenzaba a llenar su buchaca.
Damian Lillard (24 puntos y 7 asistencias), que apenas había generado una gota de sudor en 14 minutos, se sumó a la fiesta de su compañero y clavó tres triples sin fallo para dar la bienvenida al segundo periodo. Chicago protagonizó unos minutos de negrura ofensiva que permitieron a los Blazers colocar una máxima de 19 puntos. Aldridge cogió oxígeno en el banquillo pero no se enfrió. Ni siquiera la testosterona defensiva de Noah le intimidó. El francés aceptó el reto y ejerció de desatascador de los Bulls. La siesta de Chicago se prolongó durante el tercer cuarto hasta que Portland adquirió 28 puntos de renta y a J.J. Hickson le dio tiempo para recolectar 21 rebotes. Entonces comenzó la operación maquillaje en la que sobresalió un vuelo circense de Nate Robinson.