MIAMI HEAT – CHICAGO BULLS 115-78 (1-1)
El escozor que provocó en los Heat la derrota en el primer partido activó los resortes de emergencia del campeón. Miami, dolido en su orgullo, sometió a los Bulls a un ejercicio de realismo ejemplarizante. El conjunto de Florida firmó su victoria más amplia en playoffs mientras que Chicago sufrió su derrota más abultada (115-78).
La hoja de ruta de Chicago apenas tardó 20 segundos en salir a escena. Dwyane Wade (15 puntos y 5 asistencias) se abría camino para terminar un contraataque haciendo temblar el soporte de la canasta pero Marco Belinelli (13 puntos y 6 asistencias), un neófito en estas lides, se quedó con uno de los brazos del escolta de Miami. El altruismo ofensivo de los Bulls les permitía sacar la escuadra y el cartabón para encontrar a un jugador vestido de rojo solo. Los Heat encontraron su particular El Dorado en la pintura con LeBron James (19 puntos, 5 rebotes y 9 asistencias) triturando a cuantos rivales se atrevían a entrometerse. En uno de esos lances se topó con Joakim Noah (12 puntos y 6 rebotes), acreditado alborotador, y se formó el segundo corrillo subido de pulsaciones. Con Wade y Bosh (13 puntos y 5 rebotes) dimitidos, el MVP de la temporada era el único bastión ofensivo de Miami junto con la aportación silenciosa de Ray Allen (21 puntos). El resumen más revelador de la batalla que se libró durante los primeros 17 minutos es el siguiente: 21 faltas, una de ellas flagrante, y 5 técnicas. Entre tanto barro, los Heat se desmelenaron y cogieron aire antes del descanso (55-41).
El rodillo de Miami apareció en la segunda parte para ridiculizar a unos Bulls que llegaron a verse 46 puntos abajo. LeBron James decidió aportar su versión solidaria. Se olvidó de la canasta (no anotó tras el descanso) para repartir juego con asistencias tan ingeniosas como milimitradas. Bosh y Wade vieron ahí un filón para maquillar su pésima primera parte y Ray Allen activó el modo microondas. El castigo amagó con ser desorbitado cuando los Heat mandaban por 46, pero los minutos de la basura ejercieron de balsámico.
SAN ANTONIO SPURS – GOLDEN STATE WARRIORS 91-100 (1-1)
Golden State protagonizó anoche otro capítulo de espectáculo demostrando que el suyo no es el sueño de una noche de primavera. Los Warriors digirieron la dolorosa derrota inicial y gestionaron esta vez con eficacia una renta de 20 puntos para colocar el 1-1 en la serie (91-100). Cuando los ojos de medio mundo se centraban en Stephen Curry, apareció Klay Thompson para firmar el mejor partido de su carrera con 34 puntos (8/9 T3) y 14 rebotes. Ese es poder de atracción de los Warriors.
Curry (22 puntos y 4 asistencias) apenas tardó dos minutos en sellar la primera delicatesse. Tras salir de un bloqueo directo se levantó a una pierna para clavar un triple al estilo Marcelinho Huertas. La puesta en escena del base de Golden State fue superlativa con 11 puntos en siete minutos. Y entonces desapareció del mapa. Más bien se echó a un costado para presenciar el solo de guitarra portentoso de Thompson, que clavó cinco triples en el segundo cuarto. Los Warriors silenciaron el AT&T Center y repitieron el guion de la primera noche, aunque con distinto desenlace. Los 20 puntos de renta significaron un toque a rebato en unos Spurs insulsos hasta ese momento. San Antonio se quitó el corsé y achicaron aguas hasta colocarse a 7 puntos. Ninguno de los pivots de Golden State podía frenar al rejuvenecido Tim Duncan (23 puntos y 9 rebotes) mientras Tony Parker seguía engordando su estadística (20 puntos y 6 rebotes). Pero el porcentaje gris de los Spurs desde la larga distancia (5/21) les penalizó y Curry despertó de su letargo cuando más calentaba el balón. El base no estaba dispuesto a que se produjese un déjà vu.