Cerca de 17.000 espectadores fueron testigos de una noche única, histórica y especial para el Real Madrid. La vuelta de Luka Doncic, hijo pródigo de la institución revolucionó el Wizink Center, donde no sólo abundó la emoción, sino también las camisetas de Dallas Mavericks con el dorsal 77.

El amistoso entre el Merengue y el equipo texano de la NBA tuvo como único objetivo servir de excusa para homenajear al esloveno estrella. Antes de empezar el encuentro, Florentino Pérez le entregó la insignia de oro y brillantes del club al chico maravilla, que dejó la Casa Blanca a los 19 años y que 5 años después regresó con 4 All-Star de la NBA bajo el brazo.

La algarabía de los fanáticos blancos se quebró por instante, cuando el periodista Marc Stein anunció instantes previos al partido que Doncic solo jugaría cinco minutos a causa de molestias en el gemelo. Luego se supo que, en cualquier otro contexto, el guardia balcánico no habría jugado, con el comienzo de la liga estadounidense a la vuelta de la esquina. Sin embargo, como dijimos, esta era una noche especial.

Luka hizo todo para ser de la partida y vivir un momento único: enfrentar al club que lo vio nacer vistiendo otra camiseta. En total, jugó 4 minutos y 59 segundos, y terminó con 9 puntos, 3/5 en triples y una asistencia. Fue poco tiempo, pero el suficiente para que pueda enloquecer al Wizink Center con un duelo de triples con Sergio Llull.

Al esloveno se le dibujó su clásica sonrisa al encestarle un triple en la cara al menorquín y éste tomó revancha. Al instante, Llull le devolvió la sonrisa pícara con otro lanzamiento de larga distancia. Reinó la complicidad, la alegría y, por supuesto, el show. Cada una de las personas sabían que eso estaba asegurado con la presencia de Luka.

Tras disputar los primeros minutos del partido, Doncic se retiró del partido y observó las acciones desde el banquillo. Para el público, la entrada estaba pagada y el encuentro terminado.

Poco importaba el resultado y las acciones que siguieron luego, pero sí sobresalió un detalle que a muchos les pasó desapercibido. Como un guiño al club blanco, el esloveno evitó usar la indumentaria azul de los Mavs y, en lugar de eso, vistió una sudadera gris y una toalla blanca.

Los homenajes siguieron al término del primer tiempo (se jugó con medidas FIBA, pero con una duración de 48 minutos). Florentino junto a los excompañeros de Doncic en el Madrid, como Felipe Reyes, Anthony Randolph, Trey Thompkins y Jonas Maciulis, le obsequiaron una réplica de la décima Euroliga, conquistada en 2018 y en la que la estrella de Dallas fue elegido MVP.

La sonrisa de Doncic ocupaba gran parte de su rostro y sus compañeros del equipo texano celebraron junto con él la entrega del trofeo. Un detalle curioso fue la reacción de Mark Cuban, dueño de la franquicia, quien no sólo sonrió, sino que mostró una gran alegría por el homenaje que recibió su jugador fetiche.

Otra de las reacciones más destacadas fue la risa de Luka cuando Facundo Campazzo (20 puntos, goleador del Madrid) metió el último triple para definir la victoria del conjunto blanco por 127-123.

DONCIC SE EMOCIONÓ EN MADRID Y AGRADECIÓ A LA AFICIÓN

La alegría del esloveno se reflejó en la de los aficionados, que disfrutaron de una auténtica fiesta, como esos eventos que se organizan para recibir a algún familiar que volvió de viaje. Las palabras de Doncic dejaron en manifiesto esa sensación: “No sé qué decir, es un día muy especial para mí. Viendo a mis excompañeros, ex entrenadores, la gente con la que estuve tantos años. Y también a todos vosotros. Muchas gracias”.