Vuelven nuestros ya clásicos One on One, esta vez en versión #NBAPlayoff, en la que nuestros colaboradores analizan las claves de la serie final entre Cavaliers y Warriors.

Samuel Subiela

Vs.

Simón Ruiz

   

Pensar en la victoria de Cleveland en las finales de este año es quizás un acto de fe más que un creencia objetiva basada en los números y en las sensaciones. Pero también lo era la temporada pasada, más todavía tras el cuarto partido de la serie y todos sabemos como terminó el cuento al final. El mismo acto de fe que tuvieron LeBron James y Kyrie Irving para liderar a un equipo que remontó al equipo del mejor récord de la historia un 3-1 cuando nadie lo había hecho hasta entonces. 

Los Cavs campeones han añadido piezas importantes a la ecuación: Deron Williams y Kyle Korver sumarán todavía más artillería pesada a un grupo que en estos playoffs no sólo ha contado con dos de los mejores y más decisivos jugadores de la actualidad, sino que además, ha visto como el mejor Kevin Love ha llegado para quedarse. Su serie ante Boston ha sido magnífica, elevando su nivel exponencialmente, y siendo, por momentos, el mejor jugador de Cleveland. Algo que ya parece complicado teniendo a LeBron en tu equipo, imagínense teniendo al ’23’ y a Irving al lado. El año pasado quedó en un segundo plano, y este, quiere resarcirse y reforzar su categoría de All Star. En cuanto a Irving, por cierto, no hay mucho más que decir. El base no ha parado de evolucionar desde su explosión en la fase final de la temporada pasada y ya es quizás, el mejor jugador que existe en cuanto a técnica individual. Además, sigue siendo tan decisivo como siempre. 

Los de Ohio, por otra parte, llegan reforzados tras su serie contra Boston Celtics, y la derrota en The Q, no es sólo un aviso que les hará llegar todavía más concentrados a la batalla final ante los Warriors. Y aunque no son favoritos ya saben lo que es ganar a los californianos esta temporada tras ir por debajo en el marcador. Tampoco tienen el factor cancha a su favor, pero todos sus partidos como visitantes los han saldado con victorias. No les importa tener a su gente a su lado, y disfrutan sembrando el pánico en los pabellones rivales.

Y es que, al fin y a la postre, por primera vez en la carrera de LeBron James, la presión la tiene el rival, un factor que puede ser clave a la hora de la verdad. Con Kevin Durant en sus filas, los Warriors están obligados a ganar para no pasar a la historia de manera negativa. Cada partido de más que consiga aguantar Cleveland será más duro, psicológicamente hablando, para sus rivales, que ya vieron, el año pasado, que los de Ohio nunca se dan por muertos. De hecho, si los Warriors han pecado de algo en las Finales ha sido de no ser un equipo que lleve demasiado bien la presión añadida, sobre todo, un Stephen Curry que no ha cuajado grandes actuaciones en la lucha por el anillo. 

Un año más maduros, un año más con el bloque funcionado, con Tyronn Lue al frente de un barco del que ya ha demostrado ser perfecto patrón. Y sobre todo, un año más de experiencia para un LeBron James que es el mayor factor X de la serie. Cada día está un pasito más cerca de “ese fantasma de Chicago”, y ese hambre voraz es el síntoma más grande de éxito que existe en la actual NBA. Su dominio ha llegado a cotas históricas, y parece que como el buen vino, cada año que pasa es mejor. Y es que, con LeBron James en pista, todo puede pasar. Si un jugador puede volver a doblegar a uno de los mejores equipos de la historia, ese es, uno de los mejores jugadores de la historia. 

 

A pesar de que los Cavs han hecho unos playoffs fantásticos, cuesta pensar que puedan plantar cara a unos Warriors que, pase lo que pase en estas Finales, ya están en el imaginario colectivo como uno de los mejores equipos de la historia y uno de los conjuntos que más ha hecho disfrutar a los aficionados de la NBA, tanto en ataque como en defensa.

Todos recordamos la inesperada victoria de los Cavs en las pasadas Finales, pero si lo analizamos en profundidad es muy improbable que esas circunstancias se vuelvan a repetir. El año pasado vimos a Thompson desacertadísimo, Curry sufrió dos lesiones en playoffs, Barnes demostrando que era un jugador complementario y un banquillo que no dio la cara cuando se le necesitó. Con todos esos factores Cleveland necesitó heroicidades de sus dos estrellas para poder ganar in extremis a un equipo que no fue ni la sombra del que batió el récord de victorias en la temporada regular.

Este año las circunstancias son muy distintas. Los Warriors no vienen de ganar una eliminatoria a cara de perro, como el año pasado contra los Thunder. Curry llega en plena forma y el banquillo está respondiendo. Pero lo que decanta esta eliminatoria es la presencia de Kevin Durant, uno de los mejores anotadores de la historia que se ha unido al equipo más anotador de lo que llevamos de siglo. Lo único que puede preocupar es la falta de confianza de Klay Thompson, pero con un arsenal ofensivo de este calibre se puede suplir la falta de acierto de un miembro del equipo sin problemas.

Sé que los Cavs llegan mejor que el año pasado. LeBron James y Kyrie Irving están en el Top 10 de jugadores de la NBA y estamos viendo al mejor Kevin Love como Cavalier. Además, la plantilla de Cleveland se ha reforzado y tiene más hombres para aguantar el fuerte ritmo de los Warriors y sus rachas que decantan partidos. Sin embargo, algunos de estos jugadores no parecen estar en un momento de su carrera en el que el físico pueda permitirles estar a la altura en estas Finales. Deron Williams no defiende a nadie y los Warriors deben atacarle en cada minuto que esté en pista. Otros veteranos como Kyle Korver y Channing Frye tampoco tienen piernas para seguir los cortes y las penetraciones de los jugadores de los Warriors. Love nunca ha destacado en defensa. La solución de la zona es inviable, puesto que los espacios pueden ser enormes y los Warriors pueden hartarse a triples si Tyronn Lue se atreve con esa defensa.

Así las cosas, es probable que la rotación de Cleveland se acorte muchísimo y sus únicas opciones se reduzcan a la inspiración de sus estrellas. Por último, los Warriors llegan avisados tras la derrota del pasado año. La relajación no se va a producir e irán a machacar a los Cavs en cada partido, como han hecho en todos los partidos de playoffs.

La unión de Curry, Durant, Green y Thompson, junto a complementos tan útiles como Iguodala, Livingston, Clark, West, McGee e incluso el polémico Pachulia han hecho de los Warriors una sinfonía bellísima de baloncesto. Si además pueden contar en el banquillo con el compositor de la obra, Steve Kerr, no habrá héroes que puedan silenciar esta oda al baloncesto. Ni siquiera el máximo anotador de la historia de los playoffs y un equipo hecho a su medida aguantarán las embestidas de un equipo de leyenda.

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