San Antonio se las ingenió para demostrar que la paciencia y la experiencia son un binomio irreductible en el camino hacia el triunfo. Los Spurs apenas pestañearon durante los 40 minutos que fueron a rebufo de Miami y cuando envidaron a grande no hubo manera de desplumarles (88-92). La pericia de Tony Parker unida al talento perenne de Tim Duncan desvirtuaron el triple doble de LeBron James para colocar el 0-1.
La puesta en escena de San Antonio liquidó de un plumazo una serie de tópicos. Para empezar, mandó un mensaje a los escépticos que ponían en entredicho la conveniencia de disponer de 10 días de reflexión para preparar la final. Los Spurs no recurrieron a ningún invento. Silenciaron el American Airlines Arena con un 2-9 en 120 segundos a partir del pick&roll con Parker (21 puntos y 6 asistencias) y un exquisito movimiento de balón. Spoelstra reseteó a sus discípulos y la operación derivó en un 9-2 con LeBron (18 puntos, 18 rebotes y 10 asistencias) en modo laissez faire pero manejando los hilos en la sombra. El gerifalte de Miami ejecutó, y anotó, su primer tiro a los seis minutos. La preocupación, casi obsesiva, defensiva de los Heat con las penetraciones de Parker y Ginobili (13 puntos) favoreció la presentación a nivel planetario de la finura de Daniel Green (12 puntos y 5 rebotes) desde el perímetro. La envergadura del duelo no alteró el programa habitual de rotaciones en San Antonio, aunque Miami identificó y penalizó el agarrotamiento de un novel como Corey Joseh.
Cuando Ray Allen (13 puntos), el triplista más prolífico en la historia de la NBA, salta al parqué desde la profundidad del frío banquillo y limpia la red a los 20 segundos, al rival no le queda más remedio que sacar el paraguas. Pero la fiabilidad del acorazado de los Spurs les permite soportar temporales express. San Antonio experimentó una sensación novedosa en estos playoffs. El fondo de armario de Miami es una jaqueca contra la que no existe cura. La puntería del escuadrón exterior de los Heat perforaba el aro de su adversario abrillantando el planteamiento de cuatro jugadores abiertos de Spoelstra. El antídoto de Popovich fue surtir de balones a Tim Duncan (20 puntos, 14 rebotes y 4 asistencias) a orillas de la pintura. Y el viejo rockero cabalgaba hacia el doble doble ya en el segundo acto. Dwyane Wade (17 puntos), encargado de inaugurar el manantial anotador de los Heat, abandonó su reciente apatía firmando unos minutos sublimes que contrarrestaban la dimisión de un Chris Bosh (13 puntos y 5 rebotes) que ya no disimula su fobia a la zona. Incluso Joel Anthony, icono de la case obrera, gozó de su protagonismo, oscuro como siempre, siendo el sostén reboteador en los últimos tres minutos antes del descanso (52-49). La alteración hormonal de un acontecimiento de esta dimensión no desestabilizó a ninguno de los dos contendientes, que apenas sumaron dos pérdidas por cabeza.
El movimiento de fichas prometía batalla hasta el ocaso del encuentro. La solidez de San Antonio abortaba cada conato de escapada de Miami, que dipuso de un botín de siete puntos en su esplendor durante el tercer periodo. Duncan escapa de las fauces de Haslem para seguir sumando mientras que Bosh se conectaba a la final con más puntos en medio cuarto que en la primera parte. En esa montaña rusa de emociones que es un marcador igualado, los Spurs mandaron al limbo cada intento de coger la delantera. Al que no le tembló la muñeca fue a Allen, que volvió percutir de tres a los 20 segundos de quitarse el chandal. LeBron, que acariciaba su tercer triple doble en una final, decidió flotar a Kawhi Leonard (10 puntos y 10 rebotes) y la apuesta resultó satisfactoria para Miami porque el alero de San Antonio envió al hierro tres tiros consecutivos (72-69)
Los Spurs se obsesionaron con anotar desde el arco entre el final del tercer acto y el inicio del último. Hasta siete triples salieron rebotados del aro antes de que apareciera la efectividad de Chris Andersen (7 puntos en 12 minutos). El pívot que no deja tres centímetros de su cuerpo a salvo de los tatuajes ofrece una defición única cerca del aro para Miami. Parker adelantó a San Antonia a falta de menos de ocho minutos completando la famosa táctica del conejo. A partir de ahí, Popovich ordenó echar el cerrojo a su canasta. A Miami se le nubló la vista vista al tiempo que Tony 'Zipi' Parker y Tim 'Zape' Duncan adecentaban su ya de por sí lustrosa hoja de servicios. LeBron, cuya actividad había sufrido un frenazo, renovó su confianza en Bosh durante una serie de ataques, lo que le aupó a ser el segundo jugador que registra más triples dobles en una final. Solo Magic Johnson, con ocho, le aventaja. Spoelstra decidió que el show debía finalizar y le endosó a James. Tras más de 22 minutos ofuscados desde la línea de tres, Green apuñaló a los Heat desde la larga distancia y restó esperanza de vida a los fans del AAA a falta de dos minutos (81-88). Los focos alumbraron a LeBron. Tocaba tirar de épica. Pero los Spurs no querían contruibuir a la fiesta y escogieron colapsar la zona ante las incursiones volcánicas del MVP de la liga regular. Y la épica llegó, aunque con firma francesa y tintes circenses. Parker se lió a botar con LeBron pegado a su cogote, besó el suelo, se quedó solo con la opción de pasar o tirar, fintó ligeramente para que su defensor se suspendiera en el aire y esquivó el tapón apoyándose en la tabla con la bocina sonándole en la oreja. El jugador galo se está cobrando la venganza de no figurar en el mejor quinteto de la competición.