Antes de empezar el Mundial analizaba a una España parca en estrellas. Mucho ‘currela’ y estrellas veteranas con mucho TALENTO pero venida a menos. Por no andarme con preámbulos. Anotaba una obviedad, o jugaban por encima de sus posibilidades al ritmo de una defensa asfixiante o casi cualquiera les podía ganar. Advertía a los lectores de que debíamos estar preparados para sufrir después de tantos éxitos bajo el ala de equipazos y aquella irrepetible generación del 80. Curioso, sufrí como si fuera en volandas en una montaña rusa. Tal vez era imposible no sentir esas emociones. Casi cualquiera les podía ganar. Pues bien, en el mismo saco metía a Argentina a la que tachaba de un nivel muy cercano al de España. Aquí están dos equipazos hermanados por un único objetivo: no parar de competir. Gracias a ese foco, están clasificacos para los próximos JJ.OO. de Japón de 2020, por la gracia de ser campeones o subcampeones del mundo. Pase lo que pase en la final, mucha tela para cualquiera de ellos. 

NERVIOS, INEXPERIENCIA

Fucking Disgrace” (Puta vergüenza) gritaba mientras se dirigía hacia el túnel de vestuarios Andrew Bogut. Se refería a los árbitros, después de caer con España en la segunda prórroga por 94 a 88 cuando, antes de éstas, fueron dominando todo el partido. En mi opinión, poco o nada tuvo que ver  su derrota con los colegiados. Eso sí, estos… rígidos, ambiguos y, a veces, hasta descoordinados pero para ambos conjuntos. Tampoco fue acertado el comentario de su asistente y ex campeón NBA junto a los Jordan, Pipen, Kukoc, Rodman… Luc Longley, justificando la derrota al favor de los dioses (evito anotar también la parte soez). ¿Qué pensaremos del intelecto del de Melbourne los que somos ateos? Fueron los nervios de los Boomers lo que no les dejó completar el pastel. Hubo momentos en los que España estaba grogui, pero perdonaron. Les entró vértigo a ganar, a ser más favoritos. ¡Habían batido a los EE.UU.! Incluso a su técnico, Andrej Lemanis, que enfrió a su as de la manga, el microondas Goulding. Fue conservador con un Mills que llegó muy agotado en los momentos de la verdad. Para mí, sobre el papel y después de ver cómo se ha desarrollado el campeonato, Australia era el mejor equipo de los cuatro semifinalistas. En el Mundial de 2014, Australia quedó décimo primera. Baynes era su máximo estilete pero los Bogut, Mills, (había otro indígena que seguro recuerdan, Jawai), Dellavedova, Goulding… no participaron. Muy lejos quedaban aquellos Boomers de Gaze, Heal, Bradtke, el propio Longley que solían poner en apuros a muchos equipos que se acercaban a puestos de medalla. Sin embargo, la base del grupo más peligroso para España era la de la Olimpiada de 2016. Aquella a la que con un mal partido le arrebatamos la medalla de plata en los últimos segundos de juego. Bogut y los suyos le tenían muchas ganas a los chicos de Scariolo a los que tenían más al alcance que nunca en la antesala de la tan ansiada final. De nuevo España no hizo un buen partido ofensivo en los 40 minutos que jugó pero la DETERMINACIÓN, EXPERIENCIA del núcleo duro del equipo y su técnico agotó a los australianos física y mentalmente (los nervios consumen mucha ‘gasolina’, amigos) en las 2 prórrogas restantes. Los argentinos repetían hazaña al otro lado de la semi cargándos a una poco carismática Francia compensando su ‘corto’ juego interior con dos aleros muy potentes como Deck y Garino. España así lo hace también con un Claver omnipresente en ambos lados de la cancha y la versatilidad de Juancho.

Argentina y España tienen mucho en común. Seguramente, en teoría, no sean los mejores equipos del campeonato pero son los que más lo han deseado, los que menos miedo han tenido y los que han sabido adaptarse a las circunstancias. Un torneo en el que la mayoría de los jugadores NBA no han entendido que esto no iba de estrellas y de 1×1, esto va de 5×5, equipos con hambre, concentrados, valientes e inteligentes. ¿Acaso eso no ha ganado títulos a lo largo de la historia? 

ESFUERZO BIEN DIRIGIDO

Españoles y argentinos han sido el claro ejemplo de la difícil meta que supone ir a por todas con la cabeza fría. ¿Cómo se hace eso? Ambos conjuntos no tienen rotaciones largas y se apoyan en una mezcla de jugadores veteranos con experiencia NBA y otros de grandes equipos de Europa con mucho recorrido en grandes acontecimientos FIBA. Ambos tienen enormes defensas, ambos suplen sus limitaciones con un juego coral delante y atrás que les equilibra ante rivales teóricamente superiores. Argentina controla el juego jugando casi siempre con dos bases, dos de ellos simplemente geniales: Campazzo y Laprovittola y, como España, se apoyan en la pintura en un pívot veterano de calidad muy contrastada.

Resultado impredecible, pero como dije ante Australia… no sé que pensaría Andrés Montes, pero si tuviera que poner un mote a los de Scariolo sería ‘EL GUANTE’. Te defienden como felinos (iba a decir cabrones) mientras te cogen la medida a tu defensa para que, sin prisa, cuando menos te los esperes, te pasen en el marcador en los momentos de la verdad en el marcador. Sí, hablo de la famosa pero compleja ‘Táctica del conejo’ de Manel Comas, aquella de estar cerca pero no por delante. Porque, ¿quién está preparado para olvidar un mal tiro cuando ha sido importante y ves que se te va un partido que tenías ganado? 

Los guarismos no muestran grandes diferencias. España pasa mejor (23.1 por 20.3) y abusa más del triple, mientras Argentina anota más (87.6 por 82.9) pero los de Scariolo encajan menos puntos (69.2 por 70.8). Argentina ha conseguido ganar con más solvencia en todos los partidos desde el último de grupos hasta esta semifinal. Ganó a Polonia de +16, a Serbia de +10 y Francia de +14. Por su parte, España (casi) sufre desde su último partido en el primer grupo. Ganó a Irán de +8, a Italia de +7, a Serbia de +12 (este partido sí que lo dominó, prácticamente desde el principio) y Australia de +7 después de dos prórrogas. Sin duda, ese es el dato en el que más podemos basar una cierta ventaja de los americanos que… quedaría rápidamente anulada por la capacidad de los Ricky y compañía para gestionar a la perfección los finales de partido ajustados en los que han salido victoriosos en… todos. Me repito, impredecible.

España estará muy cansada después de jugar 50 minutos ante un equipo tan rocoso como Australia, también los argentinos, en especial Scola (39 años), por tumbar a una selección tan física como Francia. Sin embargo, como me dijo el año pasado Albert Oliver, debutó rozando o rascando los 40 años en Euroleague y la selección: “yo lo que quiero es no parar de jugar partidos. Porque los veteranos cuando paramos… a ver quién nos arranca”. 

Sergio Hernández utiliza una base de 6 jugadores, los cuales juegan más de 20 minutos, en especial Luis Scola y Campazzo. En total esa base suman 153 minutos. España también tiene un núcleo de 6 que tan sólo suman 3.1 minutos más. Ambos técnicos reparten los minutos que quedan en 3 jugadores más. El sexto hombre es Vildoza para los albicelestes y Ribas en el rival que les toca este domingo. Scola absorbe la mayoría de tiros de campo (cerca de 14) siendo el único que supera los 10 mientras que en España son 3 los jugadores que pasan de ese número: Marc (11.1), Ricky (11.9) y Llull (10.6). Esto última dota a España de un más difícil scouting.

La batalla disfrazada en una partida de ajedrez empieza mañana las 14h. No escatimarán en esfuerzos. ¿Cómo se puede jugar con la máxima intensidad pero competir tomando la más correcta toma de decisiones? Pues alcanzando el equilibrio que cualquier entrenador quisiera amigo Andrew Bogut, algo que Batum y Francia tampoco consiguió encajar en su momento.