No es atrevido decir que fue una de las mayores revelaciones de la temporada pasada. En filas sevillanas, Scott Bamforth dejó de ser un tirador novato y con la puntería torcida para convertirse en pocos meses en un escolta eléctrico, afiladamente veloz y con la pólvora justa para asaltar con todo las semifinales del Playoff. Atravesó defensas rivales y metió triples hasta marcar jaque en el cruce de su equipo ante Valencia Basket y medio pie en semifinales. Varios equipos se interesaron por este jugador que se descubría ahora como profesional, con sólo buenas referencias en la NCAA, pero el Cajasol de entonces lo tenía bien atado: uno de los sueldos más bajos de la liga y la posibilidad de prorrogarlo varios años sólo a voluntad del equipo.
Sorprendió, por tanto, que los nuevos dueños dejaran terminar este contrato, tan a su favor para retener a una de las revelaciones del año y a tan bajo precio: su ficha se habría situado alrededor de los 80.000 euros. Aprobada la venta y presentado el proyecto, los medios tardaron muy poco en preguntarle a José Luis Galilea, la apuesta de Jefferson Capital y que entonces ya ejercía de director general y deportivo, por el norteamericano. La respuesta: la altura. Bamforth era demasiado bajito para lo que según Galilea exigía la posición y podía ofrecer el mercado. Se puso sobre la mesa su virtuoso talento como reboteador -a sus 10.7 puntos sumaba y 4.3 rebotes por partido-, pero Galilea mantuvo su criterio; se apuntó a su baja ficha, pero éste rebatió las cifras. La decisión fue muy criticada, pero Bamforth quedó libre.
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La apuesta de Galilea fue Xavier Thames, otro exterior que llegó de la NCAA remarcando su condición de segunda ronda del Draft y su prometedor futuro de cara a la NBA. Thames pasará a la historia del club sevillano como uno de los jugadores más apáticos y desinteresados a pesar de vivir una de las peores temporadas del Baloncesto Sevilla. Nunca se adaptó al colectivo ni pareció preocuparle. Su afición vivía con escozor sus defensas al trote, su inexperencia como director y sus tiros flojos. Mientras, Bamforth se había juntado con Ocampo, otro que salía cuando se le consideraba de la casa. Juntos en el UCAM Murcia, acechaban uno de los últimos puestos en la Copa del Rey.
El primer error de Galilea
Todo empezó con él. No preocuparse por su renovación ni la salida de Ocampo fue lo que llevó a Aíto a desconfiar del proyecto, tal y como indicó en su despedida: "A pesar de que las impresiones las tras la conversación han sido buenas, no han sido suficientes para mejorar mi estado de confianza hacia el club tras las acciones e inacciones de las semanas pasadas que fueron tomadas sin mi conocimiento". Si bien todo hace pensar que Aíto recibió una oferta a la baja ante la preferencia de Jefferson Capital por otros técnicos, este mal gesto por parte de los recién llegados lo llevó a borrarse. Mantener a Bamforth habría evitado poner piedras para la renovación del técnico y mantener el proyecto que por entonces se tenía entre manos. Pero, repetida mil veces la palabra "continuidad" por Galilea, nunca fue la intención. Se disparó en el pie.
Apostar por Thames fue parte de la posterior crisis deportiva, pero las apuestas salen mal. El equipo se plantó colista tras la primera vuelta con un 3-14. No es que Bamforth haya estado bombardeando la Liga Endesa con la camiseta murciana -promedia 8.8 puntos y 2.3 rebotes para rozar los 8 puntos de valoración-, pero sí que ha sabido adaptarse y sumar. No dijo nada sobre su salida, pero los partidos ante su ex equipo deben de figurar en la agenda subrayados en rojo. La ida, en Murcia, la saldó con 8 puntos, pero contó con una localidad preferente en la debacle por 30 puntos de Baloncesto Sevilla.

Ante la crisis institucional, fue notable la descarga de responsabilidades sobre el ausenteJeffrey Meythaler mientras el director general juraba no saber nada de Jefferson Capital Funding y se deshacía en elogios a La Caixa. El mismo día que presentaba a Luis Casimiro, Galilea volvió a atender a los medios y le preguntaron si se arrepentía de algo en su gestión. Dio varios rodeos, pospuso las explicaciones pertinentes a final de temporada, pero se animó y señaló una cosa: "Si pudiese echarme atrás, la única, no mantener a Bamforth en el equipo. Seguramente esa".
Parecía que los sevillanos empezaban a sacar la cabeza con una racha de 3-0 desde que llegara Casimiro. Contar con un entrenador les ha permitido competir y coger distancia en un visto y no visto respecto a los puestos de descenso. Las aguas parecían templarse, pero el UCAM Murcia llegó a San Pablo y metió 31 puntos en el primer cuarto. Baloncesto Sevilla ni siquiera pudo discutir el partido y Bamforth, ovacionado durante la presentación de los equipos, metió 14 puntos. Más de un seguidor local habrá cantado sus canastas.
La derrota cortó la racha y volvió la realidad. A muy poco de que terminara el partido, Bamforth se retiró y la ovación volvió para acompañarlo hasta el banquillo. Acto seguido, regresaron los cánticos pidiendo la dimisión de Galilea. Sus 188 centímetros debieron clavarse sobre el director que lo tachó de la lista por bajito. Porque sí, la venganza es un plato que se sirve frío y a veces, incluso, llega solo.