Excelente la entrevista de Iñako Díaz-Guerra a Sitapha Savané en el diario El Mundo. Savané (Senegal, 1978 y 2.02m), pívot del Movistar Estudiantes hasta haber finalizado la presente liga regular de la Liga Endesa ya está de retiro y su objetivo es hacer una África mejor. ¿Imposible? Crítico, objetivo, sincero y clarividente en sus planteamientos. Es una persona especial. Si alguien puede, ese es Taph. “Me acaban de admitir en el MBA Ejecutivo del ESCP Europe. Es el décimo mejor del mundo según el Financial Times. Empiezo en septiembre y son 18 meses en sus distintos campus: París, Berlín y Londres. Quería volver a estar en las mejores universidades y codearme con los mejores para ponerme a nivel para todo lo que viene después. Soy el primer deportista profesional en entrar en ese MBA, les tengo un poco sorprendidos”.

Tres años en LEB Oro para mejorar y coger impulso para llegar a la ACB y… quedarse. Toda una carrera en España, habla perfectamente español y conoce su historia. Tres años en Cataluña y habla catalán y conoce su historia. Pero no se engañen, por encima de todo, canario de adopción. Nueve años en Gran Canaria y tres en Tenerife. Ahora todo acabó, fue un gran jugador profesional pero será un mejor activista, gestor… para la gente del pueblo, adjetivos propios de un buen político. El mundo del emprendedor social mirando hacia África. Hoy todo el que quiere ayudar a África lo hace con esa mentalidad un poco colonialista de ‘voy a ayudar a los negritos porque yo también me voy a sentir bien’. Y no hay que ser desagradecidos, porque eso es una ayuda inmediata y necesaria, pero a la vez hace falta un plan a largo plazo que acabe con este problema. Para el desarrollo no nos vale con la ayuda externa. Ya hay toda una generación que hemos estudiado y trabajado fuera y debemos volver a África y demostrar que allí es donde están las oportunidades. Y se juntan las ventajas egoístas, de posibilidades de negocio, con saber que estás haciendo algo necesario para el desarrollo de tu país. Porque para que se mantenga a largo plazo lo que logre, no puedo regresar a España y pedirte ayuda para mi Fundación. Debo ofrecerte una posibilidad de inversión que a ti te convenga y, a la vez, contribuya al desarrollo de un país” seguía explicando a El Mundo.

Recuerdo, que, el pasado mes de noviembre, Pedro Martínez, con un tweet, expresó lo que pensaba sobre el encarcelamiento de los líderes políticos catalanes tecleando “Llibertat presos polítics”.

Mucha gente le atacó. Mucha.

Personalmente, tuve un intercambio de tweets con otro compañero y, loco del baloncesto y su historia como Javier Ortiz. Él lanzaba una pregunta “¿Deberían las personalidades públicas comunicar su opinión política?” Diría, aunque no lo recuerdo con exactitud que le respondí con una pregunta, pero si no fue así, me gustaría hacerlo ahora: “¿Por qué no?”.  Savané, Piqué, Pep Guardiola, Marc Gasol o, recientemente Rafa Nadal lo han hecho. ¿Quién hizo lo correcto? Ser intolerante es lo que nos enquista: “aunque yo no esté de acuerdo con lo que dijo (Nadal), le aplaudo por hablar sin tener ninguna necesidad de hacerlo, como aplaudí a Piqué cuando lo hizo y aún lo está pagando. Da un gran ejemplo y abre la puerta para que los demás deportistas se animen. Luego, Rivera retuitea a Nadal porque sabe que, en el fondo, llega a más gente. Y creo que ese es el miedo que existe. Esta sociedad nos ha encumbrado tanto que cualquier tontería que hacemos o decimos llega lejísimos y da miedo que se empiece a utilizar este poder para influir en la agenda política. Así que se procede a despreciar el valor de nuestra opinión: «Tú quédate ahí, coge tus millones y tranquilito»” explica en el diario en cuestión.

Savané, ese tipo que dirá lo que piensa, -y, muy importante, lo argumenta-, y luego seguirá ahí para escuchar tu opinión por contraria que sea. Capaz de llegar a un acuerdo. Dialogar es el emblema de una sociedad avanzada. Ninguna negociación que no sea win-win es medio o largo placista pero parece que estamos en un momento, o tal vez siempre lo estuvimos y ahora nos pusieron más a prueba, en el que ceder en algo es signo de debilidad por mezquino que parezca.

No importa si viajas mucho si no observas. No importa si estudias mucho si no tienes sentido común. No importa si tienes talento si no tienes escrúpulos. No importa si eres un excelso orador si no escuchas… debió pensar el bueno de Savané cuando se puso rumbo a Menorca tras salir de la ‘militarizada’ universidad de Navy.