El regreso de Usman Garuba al Real Madrid no ha sido el cuento de hadas que muchos esperaban. Tras tres temporadas en la NBA, el internacional español ha tenido que lidiar con problemas físicos, falta de ritmo, cambios de rol y un nuevo cuerpo que no siempre ha jugado a su favor. Estas son las 7 heridas invisibles que han condicionado su rendimiento desde su vuelta al WiZink Center.
1. Un cuerpo para la NBA, pero no para Europa
Durante su etapa en Houston y en la G-League, Garuba ganó peso y masa muscular para poder competir en la pintura estadounidense. Pero ese cambio fue en contra de su naturaleza: perdió movilidad, velocidad y capacidad de adaptarse al dinamismo del baloncesto europeo. El Real Madrid recibió a un jugador más lento, con menos chispa y que necesitaba reeducar su físico para recuperar su mejor versión.
2. La lesión fantasma que nunca terminó de irse
Usman Garuba arrastró una fractura por estrés en la pierna izquierda desde el pasado verano. Una lesión que, lejos de quedar atrás con un tratamiento conservador, se agravó en la pretemporada y que ha condicionado su disponibilidad y confianza durante todo el curso. Las recaídas han sido constantes y han impedido que encuentre continuidad, limitando su aportación en el Real Madrid, dando la falsa sensación de ser un jugador de menor nivel.
3. Una readaptación europea más dura de lo previsto
Pese a regresar a casa, Garuba no encontró el entorno cómodo que se presumía. Su estilo ya no encajaba con el Real Madrid actual y ha tenido que pelear por minutos como ‘cuatro’ o ‘cinco’, en un ecosistema repleto de talento: Tavares, Ibaka y cuando todo parecía a su favor lo vuelve a frenar la llegada de Bruno Fernando. El madrileño ha demostrado que rinde mejor como pívot, pero el hueco en ese rol está muy caro en el Real Madrid, aún así, en la parte final de la temporada parece haberse hecho hueco.
4. Un impacto limitado en los partidos clave
En muchos encuentros importantes, Usman Garuba ha pasado desapercibido. En Euroliga o en partidos ACB exigentes, su participación fue mínima, a veces testimonial. Salvo fogonazos como el del Carpena (18 puntos y 25 de valoración), sus números no han reflejado el potencial que se le presupone. No ha sido una pieza importante en la rotación de Chus Mateo en el grueso de la temporada, aunque ha sido uno de los fichajes con mejor rendimiento.
5. Falta de confianza y desconexiones mentales
Su ímpetu le ha jugado malas pasadas. En partidos como el de Armani, Garuba alternó una primera parte brillante con errores groseros como una antideportiva infantil que lo sentó. Chus Mateo ha tenido que gestionar sus altibajos anímicos y tácticos durante toda la temporada. El técnico madrileño no le duelen prendas a la hora de criticar o elogiar el rendimiento de sus jugadores, y con Usman ha tenido que equilibrar los “palos” y las “zanahorias” para hacerlo reaccionar.
6. Las expectativas y la presión del retorno
Su regreso al Real Madrid fue celebrado por la afición como un movimiento estratégico clave, incluso con la etiqueta de “fichaje obligatorio”. Pero esa ilusión se tornó en impaciencia y críticas cuando su rendimiento no fue inmediato. Parte del entorno blanco no perdonó sus errores, olvidando el proceso de readaptación que necesitaba.
7. El hueco táctico que nunca fue suyo
El rol que se pensó para él como relevo de Yabusele no terminó de funcionar. Ni como ‘cuatro’ ni como ‘cuatro abierto’. Solo cuando ocupó el ‘cinco’ fue realmente diferencial, pero ese espacio ya tenía inquilinos, y de mucho peso en Liga Endesa. El Real Madrid de esta temporada no ha sabido (o no ha podido) construir alrededor de él.
El caso Garuba es un espejo de cómo la NBA puede cambiar a un jugador hasta hacerlo irreconocible. Su calidad y carácter siguen intactos, pero su readaptación ha siendo lenta y llena de escollos, la Liga Endesa no espera a nadie y exige mucho a sus jugadores. El Madrid tiene claro que el viaje es a medio plazo. Ahora queda por ver si la versión más dominante de Usman volverá a emerger.