El baloncesto europeo vive una transformación económica sin precedentes. Lo que hace una década parecía un terreno dominado por presupuestos contenidos y contratos modestos, hoy se ha convertido en un escenario de fichajes millonarios y cifras que compiten con las de la NBA. Entre renovaciones récord, inversiones extranjeras y una creciente globalización del deporte, los salarios de la élite europea han alcanzado cotas históricas. De Mirotic a Micic, pasando por Nunn, Larkin y Vezenkov, la Euroliga ha entrado en una nueva era: la de los contratos dorados.
Micic y Nunn, los nuevos ricos de la Euroliga
La Euroliga ha alcanzado una nueva cumbre económica en 2025. Los contratos de Vasilije Micic (Hapoel Tel Aviv) y Kendrick Nunn (Panathinaikos BC) han roto todos los esquemas: ambos perciben cifras que rondan los 4,5 a 4,7 millones de euros netos por temporada, marcando un récord histórico en la Euroliga. Mićić, con un acuerdo de 14 millones por tres años, supera ligeramente a Nunn, cuyo contrato asciende a 13,5 millones también en tres años.
Los siguen de cerca veteranos de la élite como Shane Larkin o Sasha Vezenkov, todos en el rango de los 3,5 a 5 millones. Lo que comenzó con el fichaje de Mirotic por el Barça Basket en 2019, entonces considerado el contrato más alto en la historia del baloncesto europeo, se ha transformado ahora en una auténtica escalada económica que rivaliza con sueldos medios de la NBA.
Una escalada constante: inflación y mercado empujan los salarios al alza
Desde 2018, los salarios top en Europa han crecido más de un 70 %. Lo que antes era un contrato de lujo (unos 1,5 o 2 millones netos por temporada) hoy apenas alcanza la mitad del salario de un jugador top-5 de la Euroliga. El “efecto Mirotić” en 2019 abrió la puerta a una nueva era: clubes como el Barça Basket, Anadolu Efes, Olympiacos o Panathinaikos han apostado por contratos largos y cifras que en algunos casos se acercan a los estándares de los jugadores de rotación de la NBA.
Esta inflación no se debe solo al talento, sino a una competencia internacional más feroz: los clubes turcos e israelíes han reforzado su músculo económico con patrocinadores potentes y ventajas fiscales, mientras los equipos españoles e italianos compiten con su tradición deportiva y el atractivo de sus ligas. El resultado: en apenas siete años, el sueldo medio de una estrella de Euroliga ha pasado de €2 millones a más de €4 millones netos.
Comparación salarios TOP Euroliga de baloncesto: 2019 vs 2025
En la temporada 2019‑20, el jugador mejor pagado fue Nikola Mirotić con aproximadamente 5,4 millones de dólares netos, seguido por estrellas como Alexey Shved, Walter Tavares, Nando De Colo y Nick Calathes, cuyos salarios oscilaban entre 2,5 y 4 millones de dólares. En ese momento, estos contratos ya marcaban un récord histórico para Europa, aunque todavía estaban por debajo de los sueldos top de la NBA, y reflejaban la estructura más conservadora de los equipos europeos en comparación con el boom económico actual.
Para la temporada 2025‑26, la situación ha cambiado radicalmente: los mejores contratos superan los 5 millones de dólares, con Vasilije Mićić (Hapoel Tel Aviv) y Kendrick Nunn (Panathinaikos) liderando la lista con 5,6 y 5,3 millones, respectivamente. Les siguen Sasha Vezenkov, Shane Larkin y Dzanan Musa, todos por encima de los 3,5 millones netos. Este incremento refleja tanto la inflación de los salarios como la creciente competencia internacional y la llegada de patrocinadores poderosos a clubes europeos. En menos de una década, la Euroliga ha pasado de ser un mercado de élite regional a un escenario donde los contratos millonarios son la norma, consolidando la presencia de Europa en la élite del baloncesto mundial.
Cifras en la sombra: la opacidad de los contratos europeos
Sin embargo, el auge de los salarios viene acompañado de un fenómeno recurrente: la falta de transparencia. A diferencia de la NBA, donde cada contrato se publica con detalle (años, montos, cláusulas), en Europa los salarios son una mezcla de estimaciones, filtraciones y cifras netas difíciles de contrastar.
Cada país tiene regímenes fiscales diferentes, lo que hace casi imposible comparar de forma directa los sueldos brutos o netos entre ligas. En la Liga Endesa, por ejemplo, la presión fiscal puede reducir significativamente el salario efectivo de un jugador en comparación con Turquía o Israel. Además, muchos contratos incluyen bonificaciones, viviendas, coches o cláusulas de salida que alteran el valor real del acuerdo. En definitiva, el baloncesto europeo vive una era de oro… pero todavía bajo una ligera neblina financiera.