Esta temporada está siendo complicada para Valencia Basket, algo totalmente distinto a lo que se esperaba. El ganar la liga ACB justo el año en el que se celebraba el 30 aniversario del club, el volver a Euroliga y contar con una plantilla que parecía más que competitiva, aumentaba las esperanzas para una campaña sobresaliente. Pero las continuas lesiones de la plantilla y el bajo rendimiento de algunos jugadores, han hecho que el camino no haya sido nada fácil.
No todo han sido malas noticias en el feudo taronja esta actual temporada, y el protagonista de nuestra nueva entrega de 18 historias ACB es una de las razones que invitan a sonreír. Hablamos de Sam Van Rossom, la sonrisa belga de Valencia Basket, y un jugador que ha ejemplificado que rendirse no es para él. La suerte no le ha acompañado, sobre todo en sus últimas temporadas, pero el jugador siempre ha sido un ejemplo de positividad y de que todo trabajo tiene su recompensa, y en Valencia se le estima por eso, porque se sabe que Sam siempre aparece.
El idilio del belga con el baloncesto comenzó a una edad muy temprana, con tan solo cinco años. Era algo esperado, su padre era entrenador de baloncesto y este le llevó a los entrenamientos junto a él. El pequeño Sam pronto tuvo ganas de coger el balón y ponerse a jugar a ese juego que su padre enseñaba, pero no tenía edad suficiente para comenzar a practicar el deporte de la canasta.
La bola era casi como él, sin embargo, el baloncesto le atrajo y ya no le soltaría durante toda su vida. Siguió jugando y formándose en su país, hasta que en el Ostende encontraría sus primeros éxitos en el baloncesto, con menos de 20 años. En el equipo belga, Van Rossom ganaría dos ligas, una copa y saborearía las mieles del éxito europeo con una copa ULEB. Su último año allí fue el que le daría el salto a nivel individual. Sam tenía tan solo 21 años, pero encandiló a Bélgica y Europa con una notable temporada, donde promedió 11’5 puntos y 3’2 asistencias para ser designado Jugador del año en la liga belga.
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Pronto, esto haría que equipos grandes de Europa se fijarán en él. Real Madrid y Olimpia Milano fueron los que más pujaron para hacerse con los derechos del belga, quien se terminó decantando por los italianos, aunque se sintió alagado de tener el interés de un equipo como el español. En Milán nunca encontraría su suerte, firmó para tres años, en los que nunca llegó a vestir la camiseta del club. En los dos años en los que Van Rossom fue parte de Olimpia Milano, estuvo cedido en el Scavolini Pesaro.
Las lesiones le empezaron aquí a jugar malas pasadas. El propio jugador lo recuerda como una etapa agridulce, pero como le caracteriza siempre se queda con lo bueno, “lo pasas mal, pero aprendes muchas cosas”. Italia parecía no ser un lugar hecho para que Sam Van Rossom desarrollara su baloncesto, y entonces apareció España y el CAI Zaragoza.
Al club maño, Van Rossom llegó como un base experimentado en Europa, y se fue tres años después con más experiencia aún, y con una importante mejoría, pues la suerte, esa que no le acompañó en su aventura italiana, le sonrió mucho más. En su primer año, la competencia en el puesto de dirección de juego no le faltó, pero se supo ganar con creces su titularidad, ante jugadores de la talla de Carlos Cabezas y Joan Riera. Con su buen rendimiento, el belga logró un nuevo contrato en Zaragoza, para una siguiente temporada en la que, sin embargo, no evolucionó lo esperado, sobre todo por la competencia de minutos de Cabezas, aunque los números fueron bastante similares a los de su primera campaña.
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Pero si uno fue su año, ese fue la temporada 2012-2013, donde fue uno de los pilares importantes de una gran campaña para el club zaragozano, junto a Henk Norel. Un año en el que jugaron Copa del Rey y llegaron a semifinales de playoffs de Liga ACB. En Copa fue complicado, pues debutaron ante Caja Laboral, anfitrión en esa edición, pero lo mejor les esperaba al final de temporada. Quedaron quintos, y jugaron cuartos de final de playoffs ante Valencia Basket, al que ganaron en una interesante eliminatoria. Caprichoso destino, pues Valencia sería la siguiente casa de nuestro protagonista, y también de Pablo Aguilar, entre otros. Antes, sin embargo, de la marcha a la capital del Turia, Van Rossom tuvo tiempo de disputar las semifinales ante Real Madrid, que al final se llevó el equipo madrileño, pero que Zaragoza peleó. Sus números reflejaron claramente su evolución y su buen estado de forma en la temporada, promediando 9 puntos, 4 rebotes, 3 asistencias para 12 créditos de valoración.
Tres temporadas estuvo en total el jugador belga en CAI Zaragoza, y en ellas, el base recuperó la confianza, el nivel de juego y el éxito deportivo que se le escapó en Italia. Sam pudo volver a demostrar que quedaba mucho baloncesto en sus manos para dar, y el deporte de la canasta le regalaría aún momentos que enmarcar, pero también que sufrir en Valencia, donde sin duda, Van Rossom encontró la estabilidad que necesitaba.
Y al llegar a Valencia, un gran paso en su carrera deportiva, la suerte siguió de su lado. En su primer año, Sam Van Rossom ganó la Eurocup, aunque en Copa y Liga no se consiguió el resultado esperado. No le costó adaptarse al jugador a su nuevo club, donde continuó con su buen nivel de juego, aunque la presión era mayor. En su segundo año en Valencia, no todo sería tan bonito para el belga, pues vivió su primer encuentro con las lesiones, esas que han empañado la carrera de Van Rossom en un club donde es realmente querido por su buen humor y positividad, un ejemplo a seguir, uno de esos jugadores que hacen afición.
Ese primer calvario llegó en noviembre de 2014, cuando el belga sufrió una rotura muscular del glúteo mayor derecho. Con un tiempo estimado de baja de dos meses, volvió a las pistas, pero en enero, Sam cayó de nuevo. Aún así, pudo reincorporarse y hacer un trabajo más que decente, viendo que se perdió bastantes partidos. Una prueba de ello es que mejoró sus estadísticas de cara a ese primer año: 10 puntos, 3 rebotes y 3 asistencias. No solo fue una temporada complicada por las lesiones, en lo colectivo tampoco fue la mejor, los taronja disputaron Euroliga no con muy buenas sensaciones, llegó la destitución de Perasovic y acabaron quintos en la ACB.
Pero sin duda, la peor de sus campañas vino en su tercer año como jugador de Valencia Basket, en el primera de las temporadas de Pedro Martínez al frente. Sí, en lo deportivo fue aquella del récord de victorias y triples para el club, pero para Van Rossom la participación fue mínima. Cayó lesionado en octubre de 2015 en los gemelos, nada grave, pero al mes siguiente, su rodilla izquierda. Una lesión que se pensó duraría pocos meses y que sin embargo le hizo no volver a jugar en toda la temporada, al tener un edema óseo que no permitía curar el esguince de rodilla, se operó en febrero y ya no se le vería hasta la siguiente temporada. En la 2016-2017, Van Rossom vivió caras y cruces, éxitos deportivos y batacazos personales, grandes contrastes como levantar la copa de campeones de Liga junto a Rafa Martínez a pesar de no haber disputado la final, y apenas unas semanas después despedirse del equipo tras cuatro temporadas.
En septiembre de 2016 tuvo lugar el regreso de Van Rossom a la cancha taronja, con una evidente falta de ritmo, pero con actuaciones buenas. Sin duda, el mejor momento del belga llegó en las semifinales de Eurocup, en la eliminatoria ante Hapoel. Van Rossom parecía volver a sonréir, aunque no duraría mucho la alegría, pues la rodilla volvería a jugarle una mala pasada, que le haría perder los playoffs ACB. En el ambiente, esta nueva recaída leía una posible no renovación, como así fue, pero Sam solo quiso tener palabras de cariño cuando tuvo que redactar su despedida del club y la afición.
Todos deseaban al jugador un “hasta luego” y así fue. Tan solo cuatro meses después, Valencia Basket anunció el regreso de Van Rossom. En el equipo taronja se vieron obligados a fichar ante la lesión de Antoine Diot y la duda de Guillem Vives, y ambas partes llegaron a un acuerdo para que el base volviera a vestir la camiseta naranja. Una temporada en la que las lesiones han respetado a Van Rossom, aunque no del todo, pero que le ha permitido recuperar su nivel. Ver al base jugando así, siendo decisivo en algunos momentos, hacía feliz a la Fonteta, que sabía más que nadie lo que el jugador había sufrido. El pequeño susto llegó en enero, en un partido Euroliga ante Khimki, donde Van Rossom se fracturó algunas vertebras, pero lesión de la que volvió en marzo completamente recuperado. Ahora, se podría decir que Sam Van Rossom tiene confianza, que cuenta con la suerte de su lado, y aunque ahora mismo está lesionado, lo más grave parece haber pasado. Hace unas semanas fue él que acertó un triple que le dio la victoria a Valencia Basket frente a Unicaja. Victorias como esas y momentos, que hacen pensar que todo trabajo en la sombra para recuperarse, todo esfuerzo hecho, ha merecido la pena. Los aplausos y las felicitaciones siguen, en su quinto año en Valencia, quien sabe si es el lugar que Van Rossom ha encontrado para desarrollar su juego. Lo que si sabe Sam es que, si se cae, se volverá a levantar, sin perder optimismo y visión de juego. La esencia Van Rossom.
¡Menudo triplazo de @SamyV09! Una canasta que le da el triunfo a @valenciabasket #LigaEndesa pic.twitter.com/hw9Qq1dfFQ
— Liga Endesa (@ACBCOM) 22 de abril de 2018
[ vía @MovistarBasket]
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